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Aproximaciones teóricas y filosóficas al estudio de aprendizaje

Destacan como antecedentes de la psicología del aprendizaje la teoría asociacionista clásica, el empirismo británico, el dualismo cartesiano, la reflexología y la teoría de la evolución.

El asociacionismo tiene su origen en la filosofía griega, y se caracteriza por asumir que los elementos del pensamiento están relacionados entre sí por simples reglas de conexión. Aristóteles estableció tres principios de asociación: semejanza, contraste y frecuencia contigua de ideas. Estas teorías asociacionistas se combinaron con los presupuestos empiristas desarrollados en Inglaterra a partir del s. XVII.

Los empiristas británicos defendían que la única fuente de información acerca del mundo procede de la experiencia sensorial, y que la mente se va desarrollando a lo largo de la vida como resultado de la experiencia.

Con anterioridad a esta idea, Descartes había propuesto una distinción entre conocimiento racional (innato, exclusivo del hombre, procedente de Dios) y la estructura mecánica biológica que lo separaba del comportamiento irracional que comparten animales y hombre. Este dualismo cartesiano (mente estudiada por introspección, cuerpo por ciencia natural) permaneció como una base filosófica hasta el surgimiento del conductismo. También aportó el concepto de “arco reflejo”: cuando un acontecimiento externo excita algún órgano sensorial se produce el movimiento reflejo.

La escuela reflexológica rusa hizo que el concepto de arco reflejo, que ya había sido ampliamente aceptado, se incorporase de forma definitiva en la psicología experimental. Sechenov afirmo que “la causa inicial de toda conducta radica siempre, no en el pensamiento, sino en la estimulación sensorial externa, sin la cual no es posible el pensamiento”. La teoría de adquisición de reflejos de Pavlov recupera el principio de asociación por contigüidad, y sus estudios dieron lugar a la forma de aprendizaje denominada condicionamiento clásico o pavloviano (CC)

La teoría de la evolución de Darwin desarrolló la explicación sobre la evolución de las especies basada en la selección natural, negando la existencia de un impulso interno hacia la perfección. Darwin consideró la comunicación y la inteligencia desde una perspectiva científica natural, apuntando a una continuidad mental entre humanos y animales. Estableció el origen único de las especies, entendiendo las conductas del hombre como un elemento importante para el cambio evolutivo. Estas ideas de Darwin estuvieron muy presentes en los pioneros de la ciencia del aprendizaje, la motivación y la cognición animal.

La investigación básica en psicología ha mantenido desde entonces como estrategia de trabajo la existencia de una continuidad entre los principios de la conducta a lo largo de la evolución filogenética, compartiendo dominio de estudio con la biología. El estudio de la evolución biológica se preocupa exclusivamente de los parámetros anatómicos y fisiológicos, mientras que la evolución psicológica estudia el área más compleja de la conducta, interesándose por cómo algunos tipos de comportamientos ayudan a la supervivencia y a la reproducción. La teoría de la evolución proporciona un marco conceptual y justifica la utilización de animales con fines experimentales.

Además Darwin formulo una teoría del control externo, donde el ambiente constituye el primer mecanismo evolutivo. Años más tarde Skinner señalaba el ambiente como factor determinante de la conducta. La teoría de la evolución fue también fundamental en el desarrollo del funcionalismo. La idea de función de Darwin señalaba que las estructuras y procesos moldeados por la evolución realizan alguna función útil para el organismo. James amplió este concepto de función a la mente consciente, que moldeada a través de la filogenia tiene como función adaptar el organismo al ambiente.

La consolidación de la psicología del aprendizaje como ciencia experimental

Los fundadores de la psicología en el siglo XIX entendían los fenómenos mentales en base a unidades discretas (corpúsculos), como las ideas, sensaciones, estímulos, respuestas.... que interaccionaban entre sí por colisión, como lo harían unas bolas de billar. Los conexionistas pensaban que interactuaban por contacto en el tiempo, más que en el espacio, lo que dio lugar a establecer la contigüidad como principio explicativo fundamental. Si dos eventos sucedían repetidamente en contigüidad, se formaría una asociación entre ellos: estímulo-respuesta (E-R).

Según la ley del efecto de Thorndike la fuerza de la asociación E-R no depende de los principios asociacionistas clásicos, si no dependen de la propia consecuencia de la acción. Los efectos “placenteros” o “displacenteros” introdujeron un sutil cambio en la consideración de la contigüidad temporal, porque las consecuencias actuaban hacia atrás para fortalecer lo que las había producido. El efecto de una acción actúa así retroactivamente para sellar la asociación que conduce a tal efecto. Esta es la base del condicionamiento instrumental u operante (CO)

Watson se considera el fundador del conductismo, proponiendo en su trabajo “La psicología como la ve el conductista” (también conocido como manifiesto conductista) un cambio en el objeto de estudio tradicional de la psicología: “La psicología, tal como la ve el conductista, es una rama de las ciencias naturales objetiva y experimental. Sus metas teóricas son la predicción y el control de la conducta. La introspección no forma parte esencial de sus métodos ni el valor científico de sus datos depende de la facilidad con que se puedan interpretar en términos de consciencia ”

El tipo de explicación ofrecida por el conductismo se debe en gran medida al pensamiento de Morgan quien defendía la idea de que “en ningún caso debemos interpretar una acción como resultado el ejercicio de una facultad psíquica superior, si puede interpretarse como resultado del ejercicio de una facultad menos elevada en la escala psicológica”

Esta idea, conocida como el canon de Morgan puede entenderse como la aplicación de la ley general del parsimonia, influyendo en que el objeto de estudio de la psicología fuera la conducta y en el rechazo del estudio de los procesos mentales. El positivismo filosófico también influyó mucho en Watson, al establecer que la ciencia solo puede construirse con hechos observables, que a su vez deben ser explicados por hechos también observables. Defendía una posición ambientalista extrema.

Hull utilizó en los años 40 los principios de asociación E-R para explicar el comportamiento. La consecución de un evento positivo reforzaría la formación de una asociación E-R debido a una reducción del impulso, introduciendo así el concepto de motivación en la teoría de la conducta. Introdujo posteriormente el concepto de incentivo para dar cuenta de algunos resultados experimentales incompatibles con su teoría anterior. Según Hull la consecución del reforzador, reduce las necesidades del organismo (impulso) al tiempo que incita a la acción (incentivo) distinguiendo así dos aspectos motivacionales de los reforzadores. La ejecución conductual dependería de la fuerza del hábito, del nivel de impulso y del valor del incentivo.

Tolman se diferencia de sus contemporáneos en su concepción sobre la función de los reforzadores Para él los reforzadores no actúan directamente para establecer o fortalecer una conexión E-R, como pensaba Hull, sino que la conducta está determinada por eventos internos como expectativas y las demandas, eventos que no son directamente observables sino que se infieren a través de los cambios en la conducta. Afirmó que el objeto de estudio de la psicología es la conducta propositiva, que se manifiesta objetivamente a través de la conducta observable. El concepto de “propósito” constituye un constructo hipotético para poder explicar los cambios en la conducta y que se considera como variable intermedia por situarse entre los E y las R.

Tolman es considerado como el defensor de un esquema E-E en el aprendizaje, dónde el organismo no sería un elemento pasivo con reacciones cuasi automáticas, si no que elaboraría y transformaría la información que se recibe del exterior, y es en función de estos cambios internos cómo los organismos emiten las respuestas. Esta postura se aleja en extremo a la de Watson. Tolman destaca por haber resaltado la distinción entre aprendizaje y ejecución: los animales pueden estar aprendiendo una determinada tarea y no ejecutar en ese momento la respuesta requerida para la consecución del premio.

Skinner es el último de los grandes de la psicología experimental, y un temprano disidente de la teoría del E-R. Definió la conducta voluntaria por presentarse “sin la intervención de un estímulo antecedente observable” y la denominó operante libre. Este concepto incluye un aspecto muy importante de la psicología, al resaltar que los organismos no tienen por qué depender de la aparición de un E para dar una R. La emisión o no de ésta depende del organismo y no de los estímulos ambientales antecedentes, aunque estos, ahora denominados estímulos discriminativos, actúan como moduladores del momento adecuado para la realización de la R.

Distingue entre las respuestas elicitadas o respondientes, y las respuestas emitidas u operantes. Las respuestas voluntarias de los organismos no necesariamente tienen que estar causadas o explicadas por cambios interiores de los organismos (como decía Tolman). Skinner sostiene que la conducta se mantiene por sus consecuencias ambientales, aun cuando parezca que persigue un fin concreto; por tanto, la explicación de la misma hay que buscarla en las consecuencias ambientales que en el pasado siguieron a la emisión de esa conducta en particular. (La paloma no aprieta la tecla para conseguir comida, sino que lo hace porque en el pasado después de apretarla se dio la consecuencia positiva).

Las respuestas según Skinner deben ser consideradas como clases-concepto. Un mismo cambio del ambiente, como presionar la tecla, puede ser realizado por el animal de muy diversas maneras constituyendo todas ellas una misma clase funcional. Estas clases se definen únicamente en base al efecto que la respuesta tiene en el ambiente, pero no en base a su forma particular. Las clases funcionales permiten así superar el carácter particular e irrepetible de una respuesta, y hacen posible la predicción y el control de la conducta. La unidad funcional del análisis de la conducta lo constituyen la relación entre una clase de movimientos de un organismo y una clase de acontecimientos ambientales.

Esta idea de definir las conductas en términos de función permitió desarrollar explicaciones seleccionistas de la conducta: El medio selecciona los rasgos adecuados, mantiene y moldea la conducta. Estas formulaciones alejan a Skinner de sus contemporáneos y también de la formulación de Thorndike. Skinner señaló el efecto por parte de los reforzadores de incrementar o disminuir la probabilidad futura de la conducta, sin explicaciones subjetivas del placer que podían provocar. Los seleccionistas asignan un papel centrar a los patrones de variación, que cambian a lo largo del tiempo en respuesta a los patrones de variación con éxito. Un patrón dentro de una población conductual (categoría funcional) no puede ser evaluado en un punto en el tiempo, sino solo sobre una muestra amplia (patrones ampliados de eventos).

La variabilidad es una característica de la conducta que puede ser condicionable. Los organismos pueden ser recompensados, no por una respuesta concreta, sino por responder de forma variable.

El trabajo de Staddon y Simmelhag demostró que el reforzamiento actúa a través de principios de selección y variación.

La idea de control estimular contribuyó a resaltar la necesidad de estudiar la conducta en periodos temporales amplios, más que en eventos momentáneos. Pero la noción de las consecuencias siguió fiel a la relación de contigüidad de Thorndike.

Herrnstein postuló la ley de la igualación para explicar la conducta de elección. Según esta ley, la tasa relativa de respuesta entre dos alternativas de respuestas concurrentes es igual a la tasa relativa de reforzamiento asociada a cada una de dichas alternativas. La conducta de elección parece depender, por tanto, de las consecuencias a largo plazo de la conducta (se explica más en el tema 5).

Rachlin distingue causas eficientes y causas finales:

  • Las causas eficientes son las que se pensarían como lógicas: eventos antecedentes, normalmente inmediatos, que producen el efecto observado. Si A es causa de B, B es un evento que necesita a A como antecedente para ocurrir.
  • Una causa final es un patrón más amplio, donde los eventos se acoplan y relacionan entre sí. Si A es la causa final de B, B se explica como una parte que encaja en A como un todo. (como las notas en una sinfonía)

Pepper distinguió entre mecanicismo y contextualismo:

  • El mecanicismo hace alusión a la metáfora de la máquina, donde se asume que sus partes interaccionan para producir el funcionamiento de la maquina entera. Las causas eficientes y su análisis llevan a preguntarse por los mecanismos (¿cómo?), sin embargo dado que todas pueden achacarse a otras anteriores, no hay una última causa eficiente de un acto. EJ: teoría E-R
  • El contextualismo hace alusión a la metáfora del acto en contexto, pues las cosas se ven siempre como cambiantes. Se pregunta por la función de la conducta (¿por qué?), haciendo referencia a causas finales. En teoría todas las causas finales pueden dilatarse con el tiempo en otras más amplias, acoplándose cada vez a un acto más global. Ej: teoría conductista Skinner

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