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La comunidad es un concepto ampliamente utilizado en las ciencias sociales lo cual en algunas ocasiones conlleva una cierta ambigüedad en su definición.

Por una parte puede ser entendida bajo tres acepciones: como un lugar; como conjunto de personas; y como un sistema social. Aunque existen otras dos grandes maneras de describir la comunidad: como lugar geográfico; y como grupo de relaciones y recursos.

Para Blanco (1988) el concepto de comunidad se mueve en torno a un ingrediente ecológico (concentración de individuos en un espacio determinado); a un factor macrosocial (estructura y organización social); a un elemento microsocial (relación entre grupos y personas); y a un factor psicológico (sentido de pertenencia).

La comunidad debe ser entendida por tanto como el conjunto de grupos de población que viven juntos en un lugar, ya sea este urbano o rural, bajo unas condiciones específicas de organización y de cohesión social y cultural. Los miembros de la comunidad están ligados por características comunes, y/o por intereses y aspiraciones que pueden devenir comunes.

La nostalgia por la comunidad, por las formas de vida y de relación que en ella se dan, ha sido un tema tratado por Nisbet (1966) en su obra La formación del pensamiento sociológico. La comunidad se refiere a todas las formas de relación en las que predominan la intimidad personal, la profundidad emocional, la unión social, el compromiso moral y la continuidad en el tiempo. La comunidad es el producto de la acción grupal, acción que se caracteriza por la identificación de etnias, profesiones, valores y normas y que permite la realización de objetivos comunes que proporcionan un sentido de unión simbólica.

El sentido de relación y cooperación entre los miembros se vuelve a repetir en la definición de Coleman (1966) para quien el término comunidad se refiere a elementos que se tienen en común. Algunas de estos elementos pueden ser objetos tangibles tales como la propiedad y otras menos tangibles como ideas comunes, creencias, valores, normas compartidas y una acción común que hace que la comunidad funcione como un todo.

Un tratamiento distinto del tema lo aporta Senett (1975), con las denominadas comunidades de supervivencia. Las condiciones bajo las cuales estas comunidades aparecen son aquellas de gran densidad de población e interacciones sociales inestables. Frente al sentimiento del nosotros, las comunidades urbanas suponen múltiples y diversos contactos, la tensión que se deriva de estos intercambios crea la necesidad de ajuste mutuo por pura supervivencia. Se produce una huida del concepto clásico de comunidad para hacer hincapié en que a partir del conflicto y la inestabilidad surge la verdadera implicación.

En 1974 Sarason publica El Sentido Psicológico de Comunidad, esta obra marca el inicio de una línea de investigación psicosocial que ha propuesto al sentido psicológico de comunidad como el concepto central de la Psicología Comunitaria.

Para el autor el concepto de comunidad va más allá de la localización espacial concediendo gran importancia a la existencia de redes sociales o de interacción social. Es por ello que el concepto de sentido psicológico de comunidad alcanza aquí toda su importancia ya que lo define como el sentido de que uno pertenece a una colectividad mayor, de la cual es parte significativa; el sentido de que aunque haya conflicto entre las necesidades del individuo y las de la colectividad, estos conflictos deben ser resueltos de forma que no se destruya el sentido psicológico de comunidad; el sentido de que hay una red y una estructura de relaciones que se fortalecen y no se diluyen en sentimientos de soledad. Esta constituye la acepción más corriente del término, colocando el autor el sentido psicológico de comunidad en la intersección de lo individual y lo colectivo, de lo psicológico y social.

También un monográfico de revista ha recogido el interés que el tema despierta entre los investigadores. Nos referimos al que le dedica el journal of Community Psychology (1986) y en el que se realiza una exhaustiva revisión del sentido de comunidad. Ante el crecimiento del número de investigaciones sobre el tema, Lorion y Newbrough (1996) realizan un monográfico en el que se explica la evolución del concepto. En este monográfico McMillan (1986) dirá que la esencia de la Psicología Comunitaria no procede de teóricos y científicos sino de las lecciones que le proporcionaron sus propios familiares y vecinos. El autor indica que empezó a comprender lo que era la comunidad y a desarrollar un sentimiento de pertenencia a través del análisis del pequeño pueblo de Arkansas donde se crió. Para el autor aquella persona que ve la comunidad como algo positivo en su vida, que desarrolla un sentido de pertenencia y de compromiso generalmente se sentirá mas satisfecho con su vida. La comunidad se refiere entre otras cosas a un sentido de lugar, la comunidad son las personas que la forman, sus interrelaciones, su preocupación compartida por el otro y su sentido de pertenencia, siendo múltiples los elementos que componen este sentimiento.

El sentido de comunidad implica el sentimiento de pertenencia, de membrecía, de implicación personal. Implica también la influencia recíproca entre el individuo y la comunidad; la integración y la satisfacción de necesidades y la conexión y participación emocional. (McMillan y Chavis, 1986).

Más recientemente otra revisión importante la realizan Fisher, Sonn y Bishop (2002) en la que destacan cómo gran parte de la dificultad para definir el concepto proviene de las diferentes unidades de análisis empleadas y de los diferentes contextos utilizados. Los investigadores analizan el sentido de comunidad tanto en grupos pequeños (la familia) como en unidades de análisis más amplias (el barrio o la ciudad).

Como se desprende de las definiciones anteriores se ha producido un cambio de enfoque en el concepto de comunidad el cual deja de centrar sus miras en el contexto exclusivamente geográfico e incluye nociones tales como pertenencia, solidaridad o seguridad. La comunidad según Heller, Price, Reinharz, Riger, Wandersman y D' Aun no (1984) puede referirse a un lugar geográfico concreto o a un lugar no territorializado basado en una red de relaciones que aporta amistad y apoyo tangible, por tanto no se habla ya de comunidades localizadas en un lugar geográfico determinado sino de comunidades de un marcado carácter relacional.

Para Cox (1989) el grupo primario o comunidad es uno de los grupos de los cuales la sociedad se sirve como agente de socialización, desarrollando además un papel central en el desarrollo psicológico de sus miembros. En esta noción de comunidad primaria se destaca la idea de que los miembros de una comunidad concreta comparten un conjunto de valores, ideales, historias y símbolos. Esto supone para Gurrutxaga (1991) la identificación del individuo con el grupo, el conocimiento mutuo de sus miembros, la existencia de una solidaridad grupal y la toma de conciencia del Nosotros. Se puede entender por tanto que la comunidad reúne una serie de características que le son propias; en primer lugar el autor habla de la existencia de un grupo social cohesionado, en el cual los individuos pueden proyectarse como personalidades globales, al margen de roles o status determinados; Por otra parte es necesaria la duración en el tiempo de este tipo de relaciones porque no puede haber comunidad si no hay conocimiento mutuo, conocimiento que solo será posible alcanzar si la interacción es prolongada en el tiempo. El individuo debe ser reconocido como integrante de un grupo, no ya por quien es él personalmente sino por su pertenencia a una colectividad característica, es la colectividad quien da nombre al individuo. La solidaridad comunitaria es la causante del desarrollo de fuertes sentimientos de pertenencia lo que hace que el grupo aparezca como fuertemente cohesionado por la conciencia del Nosotros.

Sin embargo, el desarrollo de las grandes ciudades y la situación de industrialización ha provocado que el ser humano se repliegue sobre sí mismo como mecanismo para afrontar el estrés generado por el crecimiento de las ciudades, y por ende que la visión de la comunidad como un todo armónico e integrado desaparezca. El individuo comienza a desligarse de la comunidad y a creer en su propia autosuficiencia e independencia de los demás. Deja de necesitar a la comunidad, de sentir solidaridad, pertenencia e integración social, lo cual lleva a que las comunidades se constituyan como organizaciones político-administrativas. En este sentido especial mención requiere la obra de Tonnies "Comunidad y asociación" (1979) ya que su esfuerzo va encaminado a mostrar la existencia de dos modos de estructuración social, la comunidad (Cemeinschaft) y la asociación (Cesellschaft) que surgen de la voluntad natural y racional, respectivamente. La relación entre ambas es siempre dialéctica y compleja, la primera representa los valores, las relaciones comunitarias son personales, familiares, afectivas; la segunda representa los recursos, los medios instrumentales para conseguir un fin, representa el progreso. La acción debe ir encaminada a conseguir un equilibrio armónico entre comunidad y asociación. Estos conceptos se corresponden con los tipos de organización social externa, clasificados por Tonnies en:

  • Comunidad (Gemeinschaft): Vida familiar, vida rural y vida de pequeña ciudad.
    • La comunidad representa la proximidad física, la cooperación, el sentimiento de solidaridad, el apoyo social, la participación y la acción conjunta.
  • Asociación (Gesellschaft): Vida urbana, vida nacional y vida cosmopolita.
    • La asociación representa la individualidad, la legalidad, la competencia y las normas.

Para el autor las conexiones afectivas van desapareciendo conforme nos acercamos a la asociación, más propia de la vida urbana donde priman los intereses individuales y se hace necesaria la aparición de las normas para regular la convivencia: "Durante el período de comunidad, el joven principio del espacio permanece ligado al viejo principio del tiempo. En el período de asociación ambos principios comienzan a separarse y de la separación brota la urbe" (Tonnies, 1979).

Siguiendo una perspectiva ecológica hay que entender que los grupos e individuos se encuentran en interacción dentro de un determinado hábitat sobre el cual ejercen su influencia al tiempo que este influye a los primeros. A su vez la comunidad constituye el punto de partida esencial a partir del cual se estructuran las necesidades comunitarias y la actuación de las instituciones.

Con el sentido de comunidad se va consolidando una identificación de las personas con el espacio en el que viven. Este sentimiento se fundamenta sobre la pertenencia de los sujetos a un espacio común, y por lo tanto, a una misma forma de vida, que puede producir una conciencia de participación para resolver problemas comunes (Musitu, 1991 ).

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