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El origen filogenético y ontogenético de la representación es complicado.

Se produce en otros mamíferos y en niños durante el periodo sensorio-motor.

La representación hay que verla en conexión con todas las actividades de extracción e interpretación de la información que nos proporciona el ambiente, por lo tanto, esta capacidad de representar es un proceso que reconoce antecedentes del desarrollo.

Piaget admite durante el período sensorio-motor la presencia de una capacidad de interpretación de índices y señales, que otros llaman representación, aunque él no utiliza ese término hasta que no se establece la diferenciación entre significante y significados. Por ejemplo: el niño que reconoce un sonajero a través del tacto o el sonido no constituye para Piaget una representación, lo sería si el niño reconociese el sonajero sin tenerlo presente.

Durante el período sensorio-motor el niño ha ido extrayendo regularidades de los acontecimientos de las cosas, lo que le permite saber cómo se van a desarrollar los sucesos (escuchar el sonido del agua prevé que lo van a bañar). Eso supone ya una cierta representación del desarrollo de los acontecimientos pero que dependen directamente de la recepción de estímulos inmediatos relacionados con lo que va a suceder.

Hacia el segundo o tercer estadio del período senorio-motor, el niño empieza a ser capaz de reconocer situaciones a partir de tan sólo un aspecto de la situación. Por ejemplo: a partir de la visión de una parte del biberón reconstruye el biberón completo.

La imitación desempeña un papel importante en el origen de la capacidad representativa. El niño va a utilizar representaciones motoras antes de utilizar otras más complicadas. Por ejemplo: Piaget ha recogido una observación realizada sobre su hija. La niña que todavía no habla intenta abrir una caja de cerillas y abre y cierra la boca como para representar el movimiento de apertura de la caja de cerillas (significante motor).

En el sexto estadio se empiezan a utilizar medios simbólicos para referirse a las cosas o situaciones, sin necesidad de actuar sobre ellas materialmente, lo que marca el final de ese periodo la entrada de una nueva etapa donde predomina la capacidad para comunicarse con los demás mediante gestos y palabras. Esta capacidad simbólica se manifiesta también en el juego. También comienza a imitar en diferido.

El lenguaje abre grandes posibilidades en nuestra capacidad para representa la realidad y constituye un elemento muy importante de la capacidad cognitiva del hombre. También el dibujo y el juego simbólico entran dentro de las capacidades representativas.

Fue un mérito de Piaget darse cuenta de que hacia los dieciocho meses aparecen diversas manifestaciones de esa capacidad de representación a las que denominó función simbólica o función semiótica.

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