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Nuestra cultura atribuye a la razón poder sobre la pasión, y a la mente control sobre el cuerpo. La comunidad científica no ha estado libre de esta influencia.

Robert Zajonc intenta cambiar este panorama. Desde su punto de vista algunas reacciones afectivas tenían lugar en momentos muy tempranos, bastante antes de que se alcanzase una elaboración completa de su significado. Afirmó que algunas reacciones afectivas podían tener lugar fuera de conciencia y podían influenciar el propio procesamiento cognitivo por vías independientes.

A pesar de las discrepancias y sin que alcanzaran cierto consenso, el objetivo de todas estas investigaciones es ir acotando las relaciones emoción- cognición en términos de procesos y mecanismos.

3.1. Lanzamiento preatencional de la reacción de miedo

Arne Öhman, a finales de los setenta, desarrolló un modelo en el que se delimitaban las características automáticas versus controladas de los mecanismos implicados en la generación de una emoción. El modelo postula que los humanos somos capaces de registrar simultáneamente un gran número de canales perceptivos para localizar en nuestro entorno eventos relevantes. Esa abundante información entrante es acogida por algunos mecanismos preatencionales para ser analizada, tanto física como semánticamente. En caso de que se detecten estímulos de relevancia emocional, el procesamiento automático deja paso al controlado, dentro del cual se analizaría de modo más elaborado la información. La detección de relevancia, además de forzar el paso de un tipo de procesamiento a otro, iría asociada a una respuesta afectiva automática, poco precisa, que incorporaría ciertos elementos de orientación y defensa. Los procesos de valoración, que evaluarían la relevancia de la información entrante para el bienestar y ofrecerían una estimación sobre cómo abordarla, y los de selección de respuesta, formarían parte del procesamiento controlado. Lo destacable del modelo es que diferencia entre mecanismos automáticos y controlados vinculados a la emoción, postula que las emociones tendrían orígenes no conscientes o preatencionales y que la conciencia emocional sólo tiene lugar en una etapa de procesamiento tardía y sitúa la reacción afectiva, vaga e imprecisa temprana, en el paso de la información desde unos mecanismos a otros.

Cuadro 3.16. Modelo Öhman sobre la generación de emoción. Los mecanismos de procesamiento automático igualan la estimulación recibida con representaciones significativas de la memoria y provocan una reacción afectiva que puede incluir componentes de orientación y defensa. La reacción afectiva provoca la movilización de respuestas y el procesamiento controlado del estímulo en un canal central de capacidad limitada. El procesamiento controlado incluye valoraciones primarias y secundarias de la situación, así como la selección de respuestas. Todo ello, a su vez, lleva a una nueva movilización de respuesta y a una manifestación en términos de los tres sistemas de respuesta emocional.

Una vez postulado el modelo, el reto de Öhman fue contrastarlo empíricamente. Para ello, se apoyó en el paradigma de condicionamiento aversivo pavloviano y en la técnica de enmascaramiento hacia atrás (éste para impedir que en la fase de extinción los ECs tengan acceso a conciencia).

Cuadro 3.17. Procedimiento general seguido en los estudios de Öhman en que utiliza el enmascaramiento hacia atrás. Durante la fase de adquisición se empareja el rostro airado (EC⁺) de una de las dos personas que muestra esta expresión con la descarga eléctrica. (EI), mientras el de la otra persona (EC⁻) nunca se asocia a la descarga. El tiempo de presentación es suficiente para que se detecten. Igual se hace respecto a los rostros alegres. En la fase de extinción, los estímulos condicionados se presentan sólo durante 30 ms y van inmediatamente seguidos de la fotografía de un rostro neutral que también aparece durante 30 ms. De ese modo el participante no reconoce los estímulos condicionados que se han presentado.

3.2. Memoria y emoción

Gordon H. Bower aporta importantes datos sobre el modo en el que los estados afectivos influyen sobre nuestros procesos cognitivos. Sus investigaciones ponen de manifiesto que la percepción, la atención, el aprendizaje, el recuerdo y los juicios que hacemos sobre los acontecimientos cotidianos pueden estar muy influenciados por los estados de ánimo que sentimos cuando tienen lugar esos procesos cognitivos. En el contexto de las relaciones entre procesos afectivos y cognitivos, su investigación cuestiona el mito de la racionalidad humana.

Se han ideado numerosas tareas para ilustrar estas influencias. En las que relacionan el estado de ánimo con el aprendizaje y la memoria, suelen manipularse el contenido emocional de lo que hay que aprender o recordar, trátese de palabras o acontecimientos vitales, y el estado afectivo de quien aprende y/o quien recuerda, es decir, en el momento de codificar el material o al recuperarlo.

Cuadro 3.19. Ilustración de las manipulaciones (se encuentran en los vértices) que suelen hacerse en los estudios que pretenden obtener información sobre los efectos del estado de ánimo sobre el aprendizaje y el recuerdo. En los lados del triángulo se indica el rótulo con que suele denominarse a los efectos de interacción entre las variables especificadas en los vértices. Adaptado de Parrot y Spackman (2000).

Cada uno de esos efectos de interacción, como se indica en los rótulos de los lados del triángulo, tienen una denominación específica. Puede, por ejemplo, manipularse tanto el estado afectivo de quien está codificando la información como la valencia de ésta. Si el patrón de interacción indica que la ejecución es superior cuando coinciden las valencias del estado de ánimo de quien aprende y del material aprendido, suele hablarse de “aprendizaje congruente con el estado de ánimo”. Si el recuerdo es superior cuando difieren dichas valencias, se habla de “aprendizaje incongruente con el estado de ánimo”. En otras ocasiones, la manipulación se ha centrado en el estado de ánimo en el momento de codificar la información y en el que está presente al recuperarla, manteniéndose neutral el contenido del material. La interacción entre amabas variables se denomina “recuerdo dependiente del estado de ánimo” y describe el hecho de que, cuando coincide el estado de ánimo en ambos momentos, el recuerdo se ve favorecido en comparación a cuando es distinto. Una tercera posibilidad es manipular el estado afectivo de quien recupera la información y la valencia del material que recuerda. Si la interacción entre ambas variables se explica porque el recuerdo se ve favorecido cuando coinciden ambas valencias, se habla de “recuerdo congruente con el estado de ánimo”. Si se ve favorecido cuando son diferentes, el efecto se denomina “recuerdo incongruente con el estado de ánimo”.

3.3. El redescubrimiento de los procesos afectivos desde la neurofisiología

Grandes aportaciones:

  • Joseph LeDoux ⇒ sobre relevancia de la amígdala para la emoción
  • Antonio R. Damasio ⇒ sobre la corteza prefrontal para la regulación afectiva

RESUMEN SOBRE RELACIONES EMOCIÓN-COGNICIÓN

Las investigaciones de Öhman sobre el lanzamiento automático de la reacción de miedo ponen de manifiesto que la activación temprana de la respuesta afectiva es no consciente.

Las investigaciones de Bower sobre las influencias del estado de ánimo sobre los procesos de aprendizaje y de recuerdo muestran que, en circunstancias habituales, nuestros afectos, como afirma él, inundan nuestra cognición.

Las investigaciones neurofisiológicas en torno a la relevancia de la amígdala para el lanzamiento de la reacción de miedo aportan evidencias convergentes respecto su activación subcortical, aunque también ponen en evidencia la existencia de otras vías de procesamiento cortical. La disociación entre sistemas de memoria dependientes del hipocampo y dependientes de la amígdala puede ayudar a comprender las influencias del afecto sobre los procesos de recuperación.

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