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La intervención preventiva de la enfermedad coronaria, debe atender los factores de riesgo coronario tradicionales (colesterol, presión arterial elevada, obesidad, y falta de ejercicio habitual y hábito de fumar), pero no deben olvidarse los factores emocionales (PTCA, ira y hostilidad y apoyo social) que son de una importancia central.

Los esfuerzos dirigidos a modificar los factores de riesgo mediante enfoques exclusivamente educacionales ha demostrado no ser suficientemente efectivo, por lo que la intervención preventiva se compone de dos bloques, por un lado la intervención sobre los factores de riesgo tradicionales sobre los que debe actuarse con un módulo específico en el caso de que tales factores estén presentes en un sujeto concreto, y un segundo bloque de intervención sobre los factores emocionales.

No se trata de que todos los pacientes pasen por todos los módulos, sino de que cada sujeto pase por los módulos más adecuados para su caso individual. Debe actuarse sobre cada factor, ya que los efectos de estos entrenamientos son específicos y los beneficios obtenidos en uno de ellos no tienen por qué generalizarse a los restantes. Todos los sujetos deben ser sometidos a un seguimiento de la efectividad de la intervención.

5.1 Intervención en factores de riesgo tradicionales

La alta relación existente entre la hipertensión arterial y la enfermedad coronaria hace que gran parte de los sujetos que padecen este segundo trastorno lo hagan como resultado del primero. En este caso, la recomendación es que se realicen programas de tratamiento y prevención de la hipertensión, y que todos los sujetos que presenten ambos trastornos sean derivados hacia ellos. En esencia no deben ser muy distintos, dada la confluencia de los factores de riesgo en ambos trastornos, sin embargo, existen algunos componentes que hacen deseable diferenciar los programas de intervención. En cualquier caso, no debería existir ningún problema para que un sujeto siga a la vez algunos módulos del programa de prevención de la enfermedad coronaria y otros del programa de hipertensión.

Para el hábito de fumar se utiliza un programa antitabaco al uso. La única indicación a realizar hace referencia al especial cuidado, es que al inicio debe suavizarse la intervención tanto como sea necesario para no provocar cambios bruscos (síndrome de abstinencia) que puedan afectar el sistema cardiovascular.

En el caso de la dieta, la intervención no difiere de los programas de obesidad actualmente desarrollados en Psicología de la Salud por Brownell y Foreyt o Saldaña. Es necesario poner especial énfasis no sólo en la reducción de peso, sino en el control de la ingesta de alimentos ricos en ácidos grasos saturados (carne y huevos). Debe controlarse la ingesta de alcohol. (Ver Tabla 3.12 Pág. 147)

En la realización de ejercicio físico, la forma de actuación no añade nada nuevo respecto a otros programas de fomento del ejercicio físico. Sólo recordar el mayor control que debe observarse en esta población respecto de los índices cardiovasculares y de metabolismo. Es de destacar en este módulo la obtención de beneficios terapéuticos generalizables a otros factores de riesgo de la enfermedad coronaria, obtenidos por una correcta aplicación del mismo, como pueden ser Aumento del colesterol HDL, mejoras en el funcionamiento cardiovascular, pérdida de peso, reducción de los niveles de presión arterial, reducción del patrón de conducta Tipo-A.

5.2 Intervención en factores de riesgo emocionales

El primer programa de intervención en la enfermedad coronaria basado totalmente en los factores de riesgo emocional del Tipo-A es el Programa de Administración de Estrés Cardíaco (Suinn) que es el utilizado en la intervención preventiva. El programa se basa en un entrenamiento en reducción de ansiedad, adaptado a la característica del Tipo-A de exponerse continuamente a situaciones límite, para evitar así otras más monótonas que son experimentadas por él como más estresantes. Se entrena a los sujetos en una técnica de reducción de ansiedad para que aprendan a discriminar las consecuencias psicológicas y fisiológicas de la tensión/ansiedad, al tiempo que puedan aprender a reducir el estado de tensión mediante la relajación. Además del Entrenamiento en Relajación Muscular Progresiva, el programa se compone de conductas visomotrices (imaginación) utilizadas como técnicas de ensayo para aprender y desarrollar estrategias de afrontamiento en las situaciones estresantes de la vida diaria. Este programa es de duración limitada y consta de 9 horas de intervención. Con este tipo de intervención la totalidad de los sujetos entrenados manifestaron una alta satisfacción. Se encontró una reducción significativa en la hostilidad y en el apresuramiento temporal.

Un enfoque distinto es el Proyecto de Prevención Coronaria Periódica de Friedman. El objetivo de este programa es modificar los componentes fisiológicos, comportamentales y cognitivos asociados al Tipo-A, utilizando 100 horas en sesiones repartidas en un periodo de 3 años. Este programa parece obtener sus efectos máximos a partir del primer año de entrenamiento. La duración media de los programas de intervención es de 30 horas de entrenamiento.

Independientemente del tipo de programa utilizado, se ha empleado una amplia gama de técnicas potencialmente útiles para reducir el riesgo emocional del patrón de conductas Tipo-A. Las que poseen un efecto preventivo mayor son:

  • La Educación del Riesgo Tipo-A: está basado en sesiones educativas en las que se informa sobre la asociación entre los comportamientos Tipo-A y la enfermedad coronaria. Es responsable del 39% de los efectos positivos que se obtienen en los programas de intervención preventivos que se incluye.
  • La Reestructuración Cognitiva: dirigida a identificar las cogniciones típicas del Tipo-A y del síndrome emocional de ira y hostilidad y a su posterior modificación mediante su reestructuración. Parece aportar el 37% de los efectos positivos que se obtienen en los programas de tratamiento.
  • Entrenamiento en imaginación: técnica que se basa en imaginar situaciones de alta activación y/o de confrontación para practicar habilidades específicas de afrontamiento desarrolladas mediante la relajación o la Reestructuración Cognitiva. La aportación en los programas de intervención preventiva es del 21% de los efectos positivos de los mismos.
  • La relajación: entrenamiento en alguna técnica de desactivación, las más utilizadas han sido los procedimientos basados en la Relajación Progresiva y yoga. Los efectos beneficiosos son del 18%.
  • La Educación del Riesgo Coronario: es un procedimiento instruccional en el que se educa a los sujetos en la relación entre los factores de riesgo tradicionales y el desarrollo de la enfermedad coronaria, excluyendo los factores emocionales. Es responsable del 18% de los efectos positivos que se obtienen con este programa.
  • El afrontamiento Tipo-B: entrenamiento principalmente basado en la técnica del rol play, que tiene como finalidad el desarrollo de habilidades de afrontamiento típicas del patrón de conducta Tipo-B alternativas a las manifestadas por el Tipo-A. Los beneficios son del 15%.

Un programa de intervención en los factores emocionales debe estar compuesto por una primera fase educacional sobre el riesgo que implica el comportamiento Tipo-A; una reestructuración cognitiva, tanto sobre el Tipo-A como sobre el conglomerado emocional ira/hostilidad; un entrenamiento en una técnica de desactivación, posiblemente el Entrenamiento Autógeno al incluir una fase de relajación cardiovascular puede resultar el más indicado; una confrontación imaginada utilizando la técnica de desactivación ante situaciones en las que se utilizaba un afrontamiento Tipo-A. Es decir, el principal objetivo será reducir el uso de estrategias de afrontamiento activo y su sustitución por estrategias alternativas que reduzcan la tensión y los efectos patógenos que conlleva el afrontamiento activo.

En resumen, la prevención de la enfermedad coronaria debe incluir intervenciones tanto sobre los factores de riesgo tradicional, como sobre los emocionales. Dada la especificidad de los efectos de la intervención en los factores tradicionales, su diseño dependerá de los factores encontrados para cada sujeto en la evaluación; sin embargo, la intervención sobre los factores emocionales, parece tener unos efectos más generales, por lo que el programa de intervención puede ser, así mismo, más general. En cualquier caso, en función de los datos epidemiológicos, etiológicos y de eficacia disponibles, es necesario incidir sobre la necesidad de una intervención globalizada que afecte a los diversos factores de riesgo que presente un sujeto en particular, para el que se desarrollara el programa preventivo.

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