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3.1 Aspectos cognitivos

La forma en que el sujeto percibe su medio (filtra y procesa la información de éste) evaluando si las situaciones deben ser consideradas como relevantes o irrelevantes, aterrorizantes, inocuas… determinará en gran medida la forma de responder de ese sujeto a esa situación y el modo en que se verá afectado por el estrés. Siguiendo a Labrador, se consideran cuatro momentos o actividades diferentes dentro de los denominados aspectos cognitivos:

Evaluación atomática inicial

Hace referencia a un patrón de respuesta automática provocado de modo inmediato ante el estímulo. Su definición y conceptualización coincide con las del patrón de respuesta de orientación/defensa. (RO/RD) propuesto por Sokolov:

  • De un modo general, la RO representa una respuesta inespecífica que se presenta ante estímulos novedosos o cambios estimulares considerados no nocivos por el individuo. Consiste en una serie de reacciones a nivel fisiológico, cognitivo y motor, con las que el organismo incrementa el poder discriminativo del estímulo, facilitando su procesamiento central controlado y propiciando el acercamiento al estímulo.
  • Por su parte, la RD es emitida ante estimulación intensa o bien ante estímulos emocionalmente intesos (araña para un sujeto fóbico), y tiene como función proteger al organismo de la estimulación excesiva y potencialmente nociva, preparándolo para actuar en consecuencia.

Ambas respuestas comparten una serie de componentes (activación dermoeléctrica, etc.… Tabla 2.2 Pág. 64), hallándose la principal diferencia en la respuesta vasomotora central, que implicaría vasodilatación en la RO y vasoconstricción en la RD, y en el ritmo cardíaco, en el que se observa aceleración para la RD y enlentecimiento para la RO.

Diversos trabajos han relacionado la aparición de la RD ante situaciones o estímulos neutros con diversos trastornos psicofisiológicos, fundamentalmente cefaleas, aunque también existen algunos datos a favor de su relación con la hipertensión.

Valoración de las demandas de la situación (Evaluación Primaria)

Implica un procesamiento de la información no automático sino controlado, que actúa con posterioridad. La forma en que se valore el medio determinará la posterior respuesta de afrontamiento del organismo. Es evidente que aspectos como la historia personal, los aprendizajes y experiencias anteriores… pueden determinar esta valoración y, en consecuencia, la respuesta del organismo. Fase que se corresponde con lo que Lazarus y Folkman denomina, evaluación primaria.

Lazarus y Folkman distinguen tres tipos básicos de valoración del medio: irrelevante, benigno-positiva y estresante. Las evaluaciones estresantes a su vez pueden ser de tres tipos:

  1. Evaluación de daño o pérdida: hace referencia a aquellos casos en los que el individuo ha recibido ya un perjuicio (lesión, pérdida de un ser querido…)
  2. Evaluación de amenaza: se refiere a aquellos casos en los que se prevén daños o pérdidas, aunque todavía no han ocurrido y se puede tratar de solucionar o afrontar la situación de manera anticipada.
  3. Evaluación de desafío: implica la previsión anticipada de situaciones tanto de dañó o pérdida como de amenaza, pero a diferencia de ésta se acompaña de la valoración de que existe fuerzas o habilidades suficientes para afrontarlas con éxito y pueden obtenerse ganancias.

No obstante, la mayoría de los estudios sobre el estrés optan, por la valoración de dimensiones básicas de la evaluación de la situación estresante: el grado de control sobre el suceso estresante; la severidad; la significación o intensidad percibida del suceso; la deseabilidad de la situación; el grado de anticipación o predecibilidad de su ocurrencia o aparición; el grado de amenaza que representa el suceso para la propia autoestima…

Valoración de las habilidades para hacer frente a la situación (Evaluación Secundaria)

En la evaluación secundaria el individuo valora lo que puede hacer en una situación determinada (sus propias habilidades y capacidades). Es decir, el organismo valora la situación en relación con sus propias habilidades y capacidades, estimando qué debe hacerse y hasta qué punto dispone de los recursos necesarios para llevarlo a cabo.

El resultado de esta evaluación está muy determinado por la evaluación primaria de forma que en muchos contextos y casos no son separables.

Selección de la respuesta

El organismo selecciona las posibles respuestas a las demandas percibidas, las respuestas pueden ser específicas para una situación concreta o generales para una amplia gama de situaciones. En algunos casos es posible que no disponga de ninguna respuesta y debe así mismo decidir que conducta llevar a cabo. De acuerdo con el tipo de respuesta seleccionada se movilizarán los recursos del organismo.

En resumen, una situación de estrés afectará al organismo provocando respuestas diferenciales en función de la forma en que es evaluada por éste (evaluación automática y primaria) y de que percibe que tiene o no estrategias o habilidades para hacerle frente (evaluación secundaria), así como de la selección de respuestas de afrontamiento.

3.2 Aspectos motores

Las respuestas motrices básicas pueden ser: enfrentamiento (ataque), huida o evitación y, menos frecuentemente, pasividad o inhibición (colapso). El tipo de respuesta de afrontamiento determinará la forma de activación del organismo y, en consecuencia, el tipo de recursos que se utilizarán y las estructuras fisiológicas implicadas, así como los posibles trastornos psicofisiológicos que puedan generarse. La eficacia de estas conductas vendrá determinada por sus efectos sobre el medio y/o por sus consecuencias de acuerdo con las leyes del condicionamiento operante. Por ejemplo, el enfrentamiento y huida implican una intensa activación fisiológica con una importante liberación de recursos para que el organismo pueda llevar a cabo intensas conductas motrices. En el mundo industrializado, son más útiles las respuestas cognitivas.

El afrontamiento de situaciones de estrés se desarrollará en forma de respuestas más o menos específicas, según la historia de aprendizaje del organismo. La utilidad o incorreción de estas respuestas vendrá determinada por sus consecuencias. Las respuestas adaptativas reducen el estrés al mismo tiempo que promueven estados de salud a largo plazo, mientras que las desadaptativas reducen el estrés a corto plazo pero con importantes deterioros para la salud a largo plazo. El valor adaptativo de una respuesta depende del tipo de situación y las circunstancias.

Existen numerosas categorizaciones de las estrategias de afrontamiento, pero se tiende a agrupar configurada por dos polaridades:

  1. la que hace referencia al objeto de los esfuerzos del afrontamiento y que diferencia entre el afrontamiento centrado en el problema vs en las emociones;
  2. la que indica cómo se realizan esos esfuerzos, distinguiendo afrontamiento-acercamiento vs escape-evitación.

A éstas se le puede añadir una referente al tipo de esfuerzo realizado o nivel de respuesta, que diferencia respuestas conductuales vs cognitivas.

Así mismo, existen patrones de respuesta específicos que se relacionan con la respuesta de estrés, en concreto los sujetos con patrones de conducta Tipo-A. Los sujetos con patrón de conducta Tipo-A, frente a los Tipo-B, presentan diferencias de comportamiento marcadas que implican distintas maneras de abordar y tratar de superar las situaciones de estrés, y también una diferente forma de activación orgánica, lo que facilita una mayor predisposición al desarrollo de trastornos cardiovasculares.

Tabla 2.4 Características conductuales de las personas pertenecientes a los patrones de conducta Tipo-A y Tipo-B

PATRÓN DE CONDUCTA TIPO -A

  1. Expresión general de vigor, energía, vigilancia y confianza.
  2. Postura firme y caminar rápido
  3. Voz fuerte y vigorosa
  4. Habla tensa y respuestas concisas
  5. Habla recortada (fallando en la pronunciación final de las palabras)
  6. Habla rápida y aceleración final de una frase larga
  7. Habla explosiva que puede contener maldiciones (pronunciando ciertas palabras con una entonación enfatizada)
  8. Frecuentes interrupciones por respuestas rápidas dadas antes de que el interlocutor haya terminado su pregunta
  9. Habla apresurada en la forma de “si, si” o “um, um” o por movimientos de cabeza en respuesta al interlocutor
  10. Reacciones vehementes a cuestiones relacionadas con el tiempo
  11. Uso de las manos para enfatizar su conversación
  12. Frecuentes suspiros especialmente relacionados con cuestiones acerca del trabajo
  13. Hostilidad directa a la entrevista o a los tópicos de la entrevista
  14. Frecuentes respuestas con exabruptos y respuestas enfáticas con una sola palabra a las preguntas (“sì”, “nunca”)

PATRON DE CONDUCTA TIPO-B

  1. Expresión general de relajación, calma y atenta quietud.
  2. Postura apacible y caminar moderadamente lento
  3. Voz suave usualmente con poco volumen
  4. Respuestas extensas y divagantes
  5. Sin evidencia de habla recortada
  6. Respuestas verbales moderadamente lentas. Sin aceleración al final de las frases
  7. Inflexión mínima en el habla general, un poco monótona
  8. Raramente interrumpe a su interlocutor
  9. Habla no apresurada
  10. Reacciones no vehementes a cuestiones relacionadas con la utilización del tiempo
  11. Nunca usa gestos para enfatizar su habla
  12. Raramente suspira a menos que esté “hiperventilando” y ligeramente ansioso
  13. La hostilidad se observa raramente
  14. Ausencia de respuestas enfáticas de una sola palabra.

Podemos incluir entre las conductas motrices que mitigan los efectos nocivos del estrés, los hábitos de conducta sanos que propician un estado físico favorable, haciendo al individuo más resistente a los efectos negativos del estrés. El ejercicio físico es destacable por: mejorar las condiciones del organismo y gastar productos no utilizados movilizados por las respuestas de estrés.

3.3 Aspectos fisiológicos

Las situaciones de estrés producirán un aumento general de la activación del organismo. Actualmente se pueden distinguir tres ejes de actuación en la respuesta de estrés a nivel fisiológico (Fig. 2.2 Pág. 70)

a) Eje Neural (Eje I)

Parece activarse de manera inmediata en todos los casos, provocando una activación simpática y en casos excepcionales también parasimpática, así como un incremento en la activación del Sistema Nervioso somático. Su actuación no suele provocar trastornos psicofisiológicos, Los únicos problemas pueden deberse a un mantenimiento excesivo de la tensión muscular por activación del SN Somático. Solo en ocasiones excepcionales, una activación simpática inicial excesivamente intensa y/o estado precario de alguno de los órganos podría producir algún trastorno (infarto de miocardio u otra alteración vascular), pero siempre con carácter excepcional y frecuencia escasa. (Fig. 2.5 Pág. 71)

b) Eje Neuroendocrino (Eje II)

Es más lento en su activación y necesita unas condiciones de estrés más mantenidas. Su disparo implica la activación de la médula de las glándulas suprarrenales, con la consiguiente secreción de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), lo que ayuda a aumentar la actividad adrenérgica, produciendo efectos similares a los producidos por la activación simpática, si bien con un efecto más lento y duradero.

La activación de este eje prepara al organismo para una intensa actividad corporal con la que responder a cualquier posible amenaza externa, bien haciéndole frente (luchando) bien escapando de ella. Por lo tanto, el disparo de este eje se asocia a la respuesta de “lucha o huida”. Se relaciona a la percepción por parte de la persona de que puede hacer algo para controlar la situación estresante, sea hacer frente, escapar o evitar. Se considera el eje más directamente relacionado con las conductas motrices de afrontamiento a las demandas del medio siempre que este afrontamiento implique alguna actividad. La activación mantenida de este eje facilita la aparición de problemas cardiovasculares. Está relacionado con el Patrón de Conducta Tipo-A. (Fig. 2.5 Pág. 71)

c) Eje Endocrino (Eje III)

Puede dividirse en 4 subejes. El primero y más importante es el eje adrenal-hipofisiario, que responde provocando la liberación de Gluco-corticioides (cortisol y corticosterona) y mineralocorticoides (aldosterona y desoxicorticosterona), que facilitan la retención de sal por los riñones con la consecuente retención de líquido y un incremento de los depósitos de glucógeno en el hígado. Muy relacionados con la hipertensión, el síndrome de Cushing o las necrosis de miocardio. Por último se facilita también la secreción de andrógenos (testosterona). Paralelamente la hipófisis anterior libera opiáceos endógenos, que incrementan la tolerancia al dolor en situaciones de estrés.

Los otros tres subejes implican la secreción de hormona del crecimiento, cuyo papel no está claro en la respuesta de estrés, secreción de las hormonas tiroideas, y la secreción de vasopresina, con sus efectos de alteración del funcionamiento de los riñones y en el consiguiente incremento en la retención de líquidos, pudiendo así colaborar en el desarrollo de la hipertensión.

El disparo de este tercer eje es más lento que los anteriores y de efectos más duraderos. Necesita una situación de estrés más mantenida. Este eje parece dispararse selectivamente cuando la persona no dispone de estrategias de afrontamiento (coping), es decir, cuando solo le queda resistir o soportar el estrés. Uno de los órganos activados específicamente por el disparo del eje endocrino es el cerebro, facilitando, patologías o trastornos de corte predominantemente psicológico, como depresión, ansiedad, miedo…(Fig. 2.5 Pág. 71)

3.4 Relación entre los diferentes aspectos implicados en la respuesta de estrés

Se hará hincapié en la actuación de los distintos aspectos a nivel fisiológico, para poder explicar la aparición de trastornos psicofisiológicos.

Con respecto al eje neural, la evidencia disponible indica que los individuos enfrentados a una situación estresante tienden a revelar patrones de reactividad fisiológica diferentes si tienen o no respuestas de confrontación. En el caso de tener respuestas, se produce un incremento de la actividad muscular estriada, vasodilatación en los músculos esqueletales, gasto cardíaco y presión arterial. Ante situaciones aversivas en que no se dispone de la respuesta de confrontación se produce un aumento de la vigilancia, de la resistencia periférica total y de la presión arterial, así como otras manifestaciones del sistema nervioso simpático acompañadas por una disminución del movimiento esqueletal y de la tasa cardíaca mediada vagalmente.

El disparo del Eje II (Neuroendrocino) depende en gran parte de cómo perciba la persona la situación de estrés (evaluación primaria) y de su capacidad para hacerle frente (evaluación secundaria). Si percibe que puede hacer algo para controlar la situación estresora (se enfrentarse, sea escapar), se pondrá en marcha este eje. Pero si se percibe que no se puede hacer nada, sólo soportar pasivamente la situación, se activará en su lugar el eje III. Así, Frankenhauser y Lundberg, han comprobado que las situaciones caracterizadas por esfuerzo con distress (alto grado de malestar) producen un incremento de catecolaminas y cortisol (esto es, activación de los ejes II y III), mientras que las situaciones que implican esfuerzo sin distress, se acompañan de un incremento en la secreción de catecolaminas al tiempo que se suprime la secreción de cortisol (activación del eje II pero no del eje III); por último, las situaciones que implican distress sin esfuerzo, conllevan un incremento en la secreción de cortisol (eje III), aunque también puede haber elevación de catecolaminas.

Goldstein y Halbreich señalan notables incrementos en adrenalina asociados con la atención y la vigilancia (vuelo, conducción coches, estrés mental…) mientras que la secreción de noradrenalina parece responder más al estrés físico y actividad.

Finalmente, parece que el eje III se dispara selectivamente cuando la persona no dispone de estrategias de afrontamiento (coping) en las situaciones de estrés. Además el máximo incremento de cortisol ocurre ante la primera exposición a un estímulo estresor, con progresiva disminución con exposiciones repetidas.

La hormona del crecimiento (GH) se incrementa con menor frecuencia que el cortisol, lo que para Goldstein y Halbreich, puede estar relacionado con la intensidad del estímulo (se necesita un estímulo más intenso para provocar la secreción de GH que de cortisol), o bien con el estilo de afrontamiento (siendo la GH específica de un estilo independiente). No obstante, la interpretación se ve dificultada por la secreción normal episódica, independiente del estrés.

En resumen las respuestas fisiológicas activadas y los órganos implicados están en función del tipo de estímulo estresor y de la valoración que de él hace la persona. El mantenimiento de una respuesta de estrés, una vez que se ha activado, dependerá de que el sujeto siga percibiendo la situación como estresante y busque una solución. Cuando la situación de estrés ha finalizado, o mejor, cuando el sujeto percibe que lo ha hecho, sea por haberla solucionado o por otras causas, se pondrá fin a esta respuesta.

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