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Los estudios realizados en nuestro país también ponen de manifiesto la existencia de estereotipos negativos sobre el envejecimiento (Fernández-Ballesteros, 1992), y esta visión se encuentra no sólo en la población general o más joven, sino entre las propias personas pertenecientes a la categoría de mayores.

Antes de comentar el contenido del estereotipo de los mayores en nuestro país, es conveniente considerar en qué consiste el proceso de categorización social como «mayor». Es decir, cuáles son los aspectos en los que nos fijamos para incluir a una persona en el grupo de mayores. En el estudio pobl acional desarrollado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, 2008) se observa que tanto entre los miembros del grupo estereotipado (mayores de 65) como entre los miembros del grupo que ostenta la estereotipia (18-65 años) existe un alto acuerdo en atribuir determinadas características como diagnósticas para categorizar a una persona como mayor. Sin embargo, existen dos aspectos principales sobre los que descansará el proceso de categorización social: su edad y el deterioro de salud (tabla 7.1).

Tabla 7.1. Razones por las que se considera que una persona ha entrado en la vejez. Media en porcentajes asignados según tramo de edad de los participantes.

  18-65 65 y más
Su edad 18.8 20.7
Su aspecto físico 13.2 10.5
El deterioro de la salud 22.8 37.9
El deterioro intelectual 12.9 9.8
Su forma de ser, de pensar 12.6 7.7
El estar jubilada 5.6 3.8
Su forma de vida 9.4 6.5

En el mismo estudio, también se extrajeron los rasgos estereotípicos aplicados a tres grupos de edad: personas jóvenes, adultas y mayores de 65 años. Los resultados mostraron las diferencias en el contenido del estereotipo de los tres grupos. Los rasgos más representativos que toda la muestra empleó para los mayores fueron, en primer y segundo lugar, «dependiente» y «enfermo ». Además, estos dos rasgos, junto al de «tristes», se les asignaban más al grupo de mayores que a los otros dos grupos de edad, y menos el de «trabajadores».

Volviendo a la influencia del proceso de categorización y la consecuente activación de estereotipos, éstos exhibirán su influencia principalmente cuando mantengamos interacciones con miembros del grupo de mayores. El ejemplo del Cuadro 7.1 se propone para ilustrar cómo el mero proceso de categorización dentro de un grupo u otro de edad puede otorgar un sentido difeente al contenido de los estereotipos relativos al grupo de mayores.


Cuadro 1. Influencia de la categorización por edad en la percepción de personas.

Lea detenidamente los dos párrafos siguientes, y tras su lectura fórmese una imagen de cada una de las dos personas descritas.

C.M. es un hombre de 27 años cuya salud, desde hace un par de años, ha empeorado. Aunque gracias a todos aquellos que viven con él ha podido seguir realizando ciertas actividades, también ha tenido que dejar de hacer por el momento otras muchas que anteriormente realizaba, como el alpinismo. Esto le ha generado una gran tristeza y apatía, pues practicar periódicamente escalada era una de sus pasiones. (Imagínese a la persona descrita).

C.M. es un hombre de 67 años cuya salud, desde hace un par de años, ha empeorado. Aunque gracias a todos aquellos que viven con él ha podido seguir realizando ciertas actividades, también ha tenido que dejar de hacer por el momento otras muchas que anteriormente realizaba, como el alpinismo. Esto le ha generado una gran tristeza y apatía, pues practicar periódicamente escalada era una de sus pasiones. (Imagínese a la persona descrita).


Tras la lectura de ambos párrafos, las imágenes de las personas descritas variarán debido a que se ha introducido al principio de cada uno un rasgo «diagnóstico», o central, que lo incluye dentro de una categoría social determinada: joven o mayor. Es decir, aunque los rasgos descritos correspondían al estereotipo de persona mayor (enfermo, dependiente y triste) la impresión formada de cada persona es distinta. Esto se produce porque, en el caso del segundo párrafo, la categorización inicial como persona mayor incide directamente en la activación de todo el contenido del estereotipo del grupo, mientras que eso no ocurre en el primero.

Sin embargo, el estudio desarrollado por el lMSERSO en 2008 pone de manifiesto que sólo un 27 por ciento de los mayores indica tener mala salud y un 15 por ciento estar tristes. En este mismo sentido, esta misma autora llama la atención sobre el hecho de que a los mayores de 65 se les considere menos «trabajadores», a pesar de que el 100 por ciento de las mujeres mayores de 65 años y el 99.8 por ciento de los varones realizan distintos trabajos productivos no remunerados, que representan aproximadamente 106 mil millones de euros al año.

En definitiva, los estereotipos relativos a los mayores y al envejecimiento, aunque contienen parte de «verdad», no son aplicables a todos los miembros del grupo categorizado como persona mayor. Este aspecto es especialmente relevante para tenerse en cuenta entre los profesionales y cuidadores de personas mayores, puesto que, tal y como se pone de manifiesto en la viñeta con la que comenzaba este capítulo, si atribuyen las quejas o síntomas de peor salud a la edad, y no a una enfermedad concreta, esto tendrá consecuencias tanto sobre el diagnóstico, como en el propio proceso de enfermedad.

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