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La postura más radical asegura que es imposible el pensamiento sin lenguaje.

Para Platón, el pensamiento era el diálogo del alma consigo misma, de manera que, pensamiento y lenguaje eran considerados idénticos.

En el siglo XVIII, el lingüista y naturalista Von Humboldt concebía el lenguaje como un órgano formador del pensamiento, siendo el lenguaje un mero producto derivado de éste.

William James expone su intuición de que ciertas actividades del pensamiento pueden ser independientes del lenguaje, siendo posible un pensamiento no verbal sustentado en símbolos no verbales, como las imágenes visuales.

Por otra parte, el conductismo en las primeras décadas del siglo XX se apuntó a la tesis radical de que el pensamiento se reduce al habla.

Según Watson, el lenguaje no era más que un conjunto de hábitos motores de la laringe y la lengua, y el pensamiento consistía simplemente en lenguaje silencioso, antes de materializarse en sonido, o sea, un lenguaje subvocal.

Los niños pequeños expresan sus pensamientos en voz alta y, a medida que crecen, esta expresión se va internalizando hasta que ya no es audible, constituyendo el pensamiento o habla interna subvocal. Además, muchos ancianos piensan en voz alta y necesitan que esa habla interna se materialice externamente. También, los malos lectores precisan leer en voz alta para comprender lo leído.

En los trabajos de Agnes Thorson se medían los movimientos de la lengua mientras los sujetos tenían pensamientos verbales.

Por otra parte, Jacobson comprobó que el pensamiento se acompaña con frecuencia de habla encubierta, al detectar actividad eléctrica en los músculos de la garganta de los participantes cuando se les pedía que pensaran en algo determinado.

En los años 40, Scott M. Smith se sometió voluntariamente a una inyección intravenosa para observar en sí mismo las distintas fases de la parálisis muscular y sus efectos sobre la conciencia, de forma que, cuando el efecto paralizante alcanza su máximo, es imposible toda respuesta motora voluntaria. Así, una vez que los efectos decrecieron, Smith informó de que en ningún momento había perdido la conciencia ni la capacidad de pensar.

Por otra parte, algunas personas han nacido con la capacidad de hablar, pero una enfermedad neurodegenerativa los ha privado completamente del habla, sin afectar apenas a los procesos de pensamiento, como sucede con el famoso Stephen Hawking. Además, existe pensamiento sin lenguaje en los niños sordos.

Los procesos de comprensión llevan un importante adelanto sobre los de producción lingüística, lo que significa que un niño puede comprender, tener conceptos e ideas, es decir, procesos de pensamiento, sin tener todavía habla propia.

Es posible pensar una cosa y hablar sobre otra. Si el habla tuviera que ser siempre, y de forma inevitable, la base del pensamiento, no se haría posible mantener una conversación insustancial y pensar en algo totalmente distinto.

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