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Algunas de las estrategias más eficientes en el logro de las metas hacen referencia al control de los recursos atencionales y la planificación tanto de las conductas que se necesita realizar, como de las situaciones oportunas para realizarlas.

La estrategia de subdividir la meta final en submetas o metas parciales no sólo permite evaluar si se ha logrado o no la meta parcial, sino que posibilita que la persona consiga refuerzos parciales o auto-refuerzos con forma de evaluaciones positivas sobre el self.

De esta forma, las estrategias de autorregulación son esenciales para el inicio de la conducta, pero sobre todo para mantenerla por largos períodos de tiempo.

2.1 Estrategias para demorar la gratificación

Un aspecto fundamental en la persecución de metas a largo plazo es la capacidad para demorar la gratificación inmediata consiguiendo una compensación mayor en un tiempo posterior. La demora de la gratificación constituiría un constructo subordinado a otro más amplio al que se denomina resistencia a la tentación.

Las tentaciones son posibilidades atractivas, y en el contexto de las metas y la autorregulación, consideradas metas alternativas que aportan premios más inmediatos aunque menos importantes.

Además de no exponerse directamente a los objetos deseados, parece que la estrategia más importante está relacionada con el manejo adecuado de los recursos atencionales.

Los aspectos consumatorios hacen referencia a las características que hacen deseables o tentadores los objetos o metas que se quieren conseguir. Estos aspectos deseables pueden cambiar dependiendo del objeto o meta que se quiera lograr, y, por lo tanto, primero tienen que ser identificados en función de cada contexto particular, para que después los redirigirse a aquellos aspectos más convenientes.

2.2 Estrategia de planificación o implementación

La planificación o implementación de la intención se basa en la identificación previa de qué conductas son las más instrumentales o adecuadas para lograr las metas y qué situaciones son las más favorables para llevarlas a cabo, permitiendo crear un vínculo asociativo entre estas situaciones y la conducta. Es especialmente útil en la consecución de las metas cuando las personas puntúan bajo en el rasgo de responsabilidad y/o tienen dificultades importantes para regular su comportamiento.

Los efectos de la implementación son más fuertes cuando las tareas son difíciles.

En relación con la intención, parece ser una condición necesaria (pero no suficiente) para que la planificación sea efectiva en el inicio y mantenimiento de la conducta dirigida a meta.

La planificación es una estrategia muy eficaz cuando los individuos se implican en conductas autorreguladoras, puesto que éstas siempre necesitan actos de evitación de distracciones, superación de tentaciones o sustitución de conductas habituales, así como para mantenerla durante largos períodos de tiempo.

Se encuentran evidencias empíricas de que los efectos beneficiosos de la planificación o implementación en el logro de las metas se basan en dos mecanismos o procesos:

  1. Incremento de la accesibilidad de las claves situacionales específicas. Se postula que el hecho de especificar las claves situacionales que son buenas oportunidades para actuar provoca que su representación mental se active más fácilmente y que, por lo tanto, sea más accesible.
  2. Fuerza de la asociación entre las claves situacionales y las conductas. La planificación permite crear un vínculo entre la situación crítica y la conducta dirigida a una meta, de tal manera que la conducta se inicia cuando la situación oportuna se presenta, de forma inmediata y efectiva, sin consumir apenas recursos ni requerir intención consciente, por lo que cumple todos los requisitos para ser considerada una conducta automática. Por ello, la planificación constituye una estrategia de automatización de instaurar hábitos.

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