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Una conmoción cerebral fuerte como consecuencia de una caída, un accidente o de la aplicación de choques eléctricos como método terapéutico en pacientes depresivos, a menudo produce amnesia retrógrada, una incapacidad para recordar el pasado. En muchas ocasiones, la amnesia parece alcanzar únicamente a los minutos anteriores a la conmoción, pero si ésta es muy fuerte la pérdida se extiende hasta los recuerdos de meses e incluso de años antes. Esta es una de las características más interesantes de la amnesia retrógrada postraumática y de la provocada por la terapia electroconvulsiva (TEC): la de extenderse hacia atrás, a lo largo del eje temporal autobiográfico de la persona que la sufre, en proporción con la gravedad de la lesión; esto es, se pierde lo más reciente antes que los recuerdos antiguos, y éstos llegan a perderse también cuanto más grave haya sido la lesión. Además, la recuperación de la memoria, que es habitual en estos casos, también sigue ese eje autobiográfico, pero en sentido inverso, de tal manera que se recuperan antes los recuerdos más antiguos que los más recientes. Con todo, la recuperación de los minutos anteriores al trauma no suele producirse nunca.

De lo anterior se extraen dos conclusiones importantes: la primera es que la amnesia retrógrada en estos casos no se debe al olvido o «borrado» hipotético de la información almacenada antes del trastorno, puesto que se recupera con el tiempo. Más bien, cabe hablar de inaccesibilidad de los recuerdos que siguen estando disponibles en la memoria. La segunda conclusión se refiere a la importancia de las claves temporales autobiográficas, tanto en la pérdida de la memoria como en su recuperación. Parece como si se produjera una desconexión entre las pistas que habitualmente nos llevan a situar el recuerdo en su contexto espaciotemporal vital y el recuerdo mismo. De hecho, en pacientes aquejados de esta amnesia postraumática hemos visto que son capaces de recordar episodios de su pasado, pero fallan en situarlos en el tiempo y lugar en que ocurrieron.

En la amnesia postraumática se dan grados diversos de pérdida retrógrada en función de la gravedad de la lesión, pero la rapidez de su recuperación posterior depende asimismo de esa gravedad, de modo que puede decirse que lo último que se pierde es lo primero que se recupera y que se tarda más en recobrar la memoria cuanta más se haya perdido.

La amnesia que sigue a la terapia electroconvulsiva (TEC) suele remitir aproximadamente seis meses después de la aplicación del tratamiento y también de forma gradual. La pérdida hacia atrás parece alcanzar entre uno y cuatro años (Squire, Slater y Chace, 1975) cuando se compara el rendimiento de los pacientes antes y después de ser tratados con la TEC.

¿Cómo se mide el alcance de la pérdida de memoria en la amnesia retrógrada? Puesto que lo que se pierde son recuerdos y no conocimientos, la respuesta obvia es examinar los recuerdos autobiográficos de los pacientes. Pero de seguir esta estrategia, en seguida surgirían los problemas de comprobación de la autenticidad y exactitud de los recuerdos que habría que cotejar con los de familiares y amigos en cada ca so. Por ello, habitualmente se adoptan técnicas de evaluación menos «individuales».

A. Medidas del alcance de la amnesia retrógrada

La técnica de Crovitz (Crovitz y Schifmann, 1974), que sigue algunas ideas de Galton, ha sido utilizada como un acerca miento a esa evaluación de la pérdida de recuerdos personales. La técnica consiste en presentar una lista de palabras, una por una, al paciente o sujeto experimental, pidiéndole que cuente una experiencia personal pasada relacionada con el referente de la palabra. Así, se le pide que nos cuente algo que le haya pasado con un «VASO» y que especifique cuándo y dónde ocurrió el suceso. Aunque no podemos examinar el recuerdo evocado en términos de exactitud, existen otros medios de valoración, como la riqueza descriptiva del relato del suceso y su especificación de tiempo y lugar.

Típicamente, el paciente aquejado de amnesia retrógrada para los años más recientes contará un número inferior de recuerdos de esos años, mientras que recordará igual número de experiencias de los años anteriores que los sujetos normales o controles. Además, sus recuerdos más recientes serán más pobres, con menos detalles, y tendrá mayores dificultades para proporcionarles un contexto temporal y espacial, es decir, les faltará carácter «episódico». De hecho, en algunos casos el paciente será incapaz de contar un episodio y se limitará a enumerar algunos aspectos relacionados con el significado o con las funciones de lo que denota la palabra (por ejemplo «los vasos..., hay de muchas clases, en casa, en los bares...»). Es como si el paciente sólo pudiera contar con su memoria semántica y no pudiera acceder a los contenidos episódicos del intervalo temporal afectado por la amnesia.

Los criterios de valoración de la técnica de Crovitz no son tan claros como sería de desear y ello ha dado lugar a la creación de diferentes tests y técnicas de entrevista que cumplan mejor con los requisitos de valoración objetiva. La mayoría de estos tests preguntan por el recuerdo de episodios públicos, tales como noticias ampliamente difundidas por los medios de comunicación, programas de televisión de gran audiencia, precios de productos de consumo habituales, etc. En la construcción de todos ellos se selecciona una muestra de episodios que represente a una época determinada, por ejemplo una década o un período inferior, como 1985-87; sobre esta muestra se formulan preguntas que pueden ser de recuerdo sobre personas y sucesos, de reconocimiento de caras famosas, de nombres de programas o series de televisión, de reconocimiento de escenas famosas relacionadas con noticias, etc. Está claro que la elaboración de estos tests requiere un gran cuidado en la selección de la muestra que corresponde a cada período y especialmente en lo que se refiere a garantizar que el suceso, cara o programa por el que se pregunta no ha sido repasado públicamente con posterioridad al período al que representa.

En todas estas pruebas el procedimiento experimental que se sigue consiste en examinar el rendimiento en un grupo de pacientes y compararlo con el rendimiento en el mismo test de un grupo de control. Ello permite valorar la existencia de un gradiente temporal para una determinada etiología, como Korsakoff, Alzheimer, anóxicos, etc., comparado con el gradiente habitual en controles normales. En una persona normal, la curva de recuerdo en función del tiempo transcurrido adopta una forma peculiar: lo más reciente se recuerda bastante bien, pero el paso del tiempo produce en seguida una fuerte caída (un año después se recuerda mucho menos que hace dos semanas); sin embargo, a partir de ahí, la pendiente de la curva es mucho más suave, de forma que hay poca diferencia entre el recuerdo de un hecho de hace 15 años y el recuerdo de un episodio que sucedió hace 20. De hecho, tras la caída inicial, la curva adopta una forma asintótica. La característica más interesante de la curva en una persona con amnesia retrógrada es que la parte inicial de la curva es más baja que la de una persona normal, e incluso más baja que la zona que valora el recuerdo del paciente para los hechos más remotos.

Tanto en la amnesia postraumática como en la que sigue al tratamiento con la TEC, además de amnesia retrógrada se produce cierto grado de amnesia anterógrada, más severa en las horas posteriores al tratamiento o trauma físico que en meses posteriores. En el caso de la amnesia postraumática, algunos investigadores han informado de que cuando la lesión es grave el paciente puede mostrar un deterioro residual en su memoria bastante tiempo después (dos años), aunque las medidas en estos casos han consistido en estimaciones subjetivas del propio paciente acerca de sus funciones de memoria y, por tanto, no son completamente fiables.

Los detractores de la TEC, por su parte, argumentan que ésta tiene efectos permanentes en la memoria, y esto seguramente es verdad cuando se aplica el tratamiento de forma repetida; con todo, las investigaciones realizadas con grupos de control, depresivos y no depresivos, que no han sido sometidos a la TEC, comparados con depresivos tras el tratamiento normal de choque eléctrico, muestran que el deterioro es muy marcado hasta tres meses después del tratamiento, pero que los efectos a los seis meses no son visibles (Weeks, Freeman y Kendell, 1980) (Parkin, 1987, dedica un amplio aparta do a este tema, incluyendo aspectos metodológicos).

Si en estos casos las dificultades para aprender nueva información son un aspecto secundario a la amnesia retrógrada, la amnesia anterógrada es el corazón del síndrome amnésico, que veremos a continuación.

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