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En este apartado se señalan los aspectos centrales que caracterizan las relaciones sociales en la vida de los mayores: las funciones que cumplen, los patrones de relaciones y los modelos explicativos.

Las relaciones sociales cumplen tres funciones básicas en la vida de las personas: la función informativa, que consiste en el hecho de que las relaciones proporcionan información de las personas, del entorno social y generan expectativas acerca de las experiencias positivas y negativas que pueden proporcionar; la función de autoimagen, que consiste en el hecho de que las relaciones informan de la imagen social de las personas, cómo creen que son y del valor que se les otorga, y la tercera función, la afectiva, en que las relaciones son la principal fuente de emociones que contribuyen al sentimiento de felicidad y bienestar (Carstensen, 1993).

Si se tienen en cuenta estas funciones, cabe preguntarse por las formas que adoptan las relaciones sociales en la edad avanzada.

Hay que tener en cuenta que el patrón de relaciones personales durante la vejez está determinado por el estilo de vida que se ha mantenido durante la juventud y la edad adulta ya que decisiones tomadas en estas etapas determinan, en gran medida, el número y el tipo de relaciones en el futuro. Decisiones como casarse, tener hijos o conservar las relaciones de amistad van configurando un escenario de relaciones y de ausencia de relaciones sobre el cual se construirá la vida social cuando se alcancen edades más avanzadas.

Además, existe otra serie de variables que influyen en los patrones de relaciones de los mayores: el estado de salud y las condiciones sociales, estructurales y culturales que afectan de manera determinante su vida social. De este modo, es fácil entender que las relaciones en este período de la vida serán una continuidad de las precedentes.

Paralelamente, se han podido identificar dos tipos de cambios aparentemente contradictorios, que caracterizan el patrón de relaciones más frecuentes en la vejez. Por un lado, se observa que las personas reducen el número y el tipo de relaciones que mantienen respecto a períodos anteriores. Por el otro, se ha encontrado que, con frecuencia, a partir de la jubilación las personas aumentan el tipo de actividades y los roles que desempeñan. En cualquier caso, esta tendencia está condicionada por el grado y el tipo de actividades que se mantuvieron en períodos precedentes.

Existen diferentes teorías que ayudan a explicar las formas que adoptan las relaciones sociales durante las últimas décadas de la vida.

En primer lugar, la teoría de la desvinculación social. Cumming, Henry y Diamanopoulos (1961) proponen esta teoría para explicar la reducción de las relaciones durante la vejez. Estos autores consideran que las personas reducen voluntariamente sus contactos con la sociedad como una forma de adaptarse a la nueva situación, en concreto a la pérdida de energía vital y a la conciencia de estar al final de sus vidas. Por su parte, Atchley (1993) y Rosow (1974) desarrollan la teoría de la actividad para explicar el patrón opuesto. Explican que durante la vejez las persona desarrollan nuevos roles y por este motivo aumenta la frecuencia de relaciones con personas de su misma edad.

Estas dos teorías explican parcialmente estas dos tendencias y sus cambios en las relaciones durante la vejez, pero Carstensen (1993) explicará el patrón de forma integrada. La teoría de la selectividad socioemocional se enmarca en el contexto del envejecimiento exitoso.

Esta autora plantea que en la vejez las personas seleccionan activamente sus amistades. Debido a la certeza de estar en la etapa final de la vida, la función emocional de las relaciones es la más importante y motiva a las personas a buscar relaciones afectivas positivas y aquellas que promuevan la mejor adaptación a esta etapa de la vida. Por este motivo, mas que invertir tiempo en extraños, que pueden ser fuente de experiencias negativas, las personas prefieren pasar el limitado tiempo que les queda con la familia y con los amigos próximos. Con estos mecanismos de selección, los adultos de mayor edad optimizan las ocasiones de experimentar emociones positivas y minimizan el riesgo de las negativas.

El análisis de los cambios que se producen en las relaciones sociales durante la edad avanzada permite llegar a ciertas conclusiones. Así pues, las personas durante este período cumplen funciones adaptativas fundamentales. Las personas de mayor edad, más que buscar gran número de relaciones o diversificar el tipo de relaciones, seleccionan aquellas que les pueden proporcionar, con mayor probabilidad, experiencias gratificantes, relaciones significativas que constituyan un apoyo social en situaciones adversas y reducen los intentos de establecer relaciones que implican mayor incertidumbre o riesgo emocional. Las frecuentes relaciones con miembros de la familia se caracterizan por la solidaridad intergeneracional.

Parece que las relaciones con los amigos tienen que ver con el aumento de actividades y roles que, con frecuencia, asumen las personas en este período de la vida.

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