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El consumo de alcohol está muy arraigado en los patrones culturales vigentes en nuestra sociedad, pertenece a la familia farmacológica de depresores del sistema nervioso central. No obstante, en concentraciones bajas sus efectos iniciales sobre la conducta son estimulantes, reducen la tensión y puede ser una herramienta útil para enfrentarse a situaciones sociales.

El consumo de alcohol es la sustancia psicoactiva que acarrea mayor numero de problemas personales, sociales y sanitarios en España. Ocupamos uno de los primeros lugares del mundo en el consumo de alcohol, con un fenómeno nuevo en los jóvenes, como es el abuso de alcohol en fin de semana y borracheras que lo acompañan. En nuestro medio, junto a una importante base socio-cultural, también están presentes los efectos fisiológicos que produce el alcohol al ser introducido en el organismo, los factores psicológicos y de reforzamiento que facilitan continuar consumiéndolo.

El síndrome de dependencia alcohólica, la dependencia al alcohol, el alcoholismo o la enfermedad alcohólica, ha sido considerado como un trastorno progresivo. El consumo de bebidas alcohólicas se inicia en la adolescencia y progresa lentamente, llegando a constituirse en un problema hacia la mitad o al final de los veinte años. Para llegar a ser un adicto se requiere habitualmente un patrón de gran bebedor y muy reiterativo, y esto se desarrolla de un modo característico durante unos años. Hoy hay excepciones en el nuevo patrón del beber concentrado, o binge eating, que puede acelerar la aparición de la dependencia del alcohol en personas jóvenes. También sabemos que los alcohólicos pueden comenzar a serlo a una edad avanzada, sin haber tenido previamente problemas de abuso o dependencia del alcohol, dándose más este fenómeno en mujeres que en varones mayores, cuando en edades tempranas es a la inversa.

En el ámbito laboral, el consumo abusivo de alcohol acarrea accidentes, absentismo, menor rendimiento, problemática en el trabajo, cargas sociales, inadaptación, mortalidad y suicidio. Dentro de la problemática psiquiátrica y psicológica se han estudiado las repercusiones a escala familiar y en las relaciones familiares, el estrés, la personalidad previa del alcohólico, las clasificaciones del alcoholismo, los diagnósticos duales, etc., aparte de todo el tratamiento psicológico y psiquiátrico para que abandonen la bebida. De ellos, destaca el que la familia del alcohólico sufre directamente las graves consecuencias del alcoholismo a través de relaciones conflictivas con la pareja, agresividad en las relaciones familiares y las posibles repercusiones en los hijos, etc., que se pueden graduar en cuatro niveles: desajuste familiar, separación conyugal, disgregación familiar y degradación familiar.

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