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El tratamiento de la depresión es uno de los ámbitos de actividad de la terapia de conducta en que es más plenamente aceptada, tanto por los pacientes, como por los médicos y psiquiatras. El tratamiento psicológico se muestra con una eficacia similar al tratamiento farmacológico, sino que lo mejora si se tienen en cuenta sus menores efectos secundarios y su efecto más duradero, cuando se consideran los periodos postratamiento. En cuanto a dicho tratamiento farmacológico, parece que sólo estarían indicados, los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina en pacientes con depresión severa.

Sin embargo, queda aún por determinar qué variables de la persona, características del problema y del tratamiento son las determinantes para explicar el éxito terapéutico.

De acuerdo con el resultado de algunas investigaciones hay una concordancia entre las características personales y las del tratamiento, favorece la eficacia de éste. Resulta sugerente cómo aquellas personas que tienen una actitud de pasividad ante el tratamiento pueden beneficiarse más de un tratamiento farmacológico, a diferencia de las que vienen dispuestas a la actividad, que se beneficiarían más del tratamiento psicológico.

Quizá quienes tengan esa actitud más activa rindan mejor en terapias activas que en pasivas. Puede que dentro de las terapias activas, se beneficien más de las comportamentales lo más competentes en esas habilidades, etc. La terapia cognitiva es más eficaz que el tratamiento farmacológico en personas con un mayor número de sucesos estresantes, desempleadas y casados o que viven en pareja. La existencia de problemas o situaciones que es necesario afrontar es, obviamente, una indicación para la terapia psicológica.

Otra opción de diseminación y aplicación, en la misma línea que el tratamiento en grupo, es el uso de material de auto-ayuda y sobre todo el uso de Internet como medio de llegar a personas que de otro modo no podrían acceder a este tipo de tratamientos.

Otro ámbito de interés es el del uso combinado del tratamiento psicológico y farmacológico. En principio, por lo que respecta a los aspectos más específicos del tratamiento: estado de ánimo, atención, capacidad cognitiva, etc., los psicofármacos pueden ejercer un efecto positivo. Esto supondría una mejora reciproca para el tratamiento psicológico y farmacológico.

Una mejora en el conocimiento sobre el uso combinado, que no necesariamente simultaneo, del tratamiento farmacológico y psicológico, sería de gran utilidad.

El último aspecto a considerar dentro de las perspectivas del tratamiento de la depresión son las aportaciones cognitivas. La popularidad de las terapias cognitivas está claramente asociada al tratamiento de la depresión, especialmente la aportación de Beck. De hecho gran parte de las amplias expectativas del beneficio de los procedimientos cognitivos habría de tener en el tratamiento de la depresión la mejor muestra de su eficacia. Desgraciadamente, sin embargo, esto no ha sido así.

Finalmente, es necesario tener una visión más amplia del tratamiento de la depresión. En efecto, la concurrencia de ansiedad, trastorno de estrés postraumático, y otros problemas y trastornos es frecuente. Es por ello que resulta conveniente tomar una cierta perspectiva a la hora de considerarla.

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