Resulta que hay un estilo de crianza —llamado «padres mayordomo»— que, aunque nace del amor y las mejores intenciones, termina debilitando a los niños en lugar de prepararlos para el mundo real.
¿Qué son los «padres mayordomo»?
Imagina a un mayordomo: alguien que anticipa cada necesidad, soluciona problemas antes de que surjan y evita cualquier incomodidad. Pues bien, muchos padres actúan así con sus hijos:
✔ Organizan cada minuto de su día (¡sin espacio para el aburrimiento!).
✔ Resuelven sus problemas por ellos (deberes olvidados, conflictos con amigos…).
✔ Intervienen para «perfeccionar» todo (incluso cuando el niño podría hacerlo solo).
Al principio, parece que les estamos ayudando, pero el mensaje que reciben es peligroso: «Tú no puedes solo, necesitas que yo lo arregle».
El efecto contrario: niños menos resilientes
El psiquiatra Daniel Amen lo explica claro: «Los humanos desarrollamos fortaleza mental resolviendo problemas«. Si nosotros hacemos todo por ellos:
🔴 No aprenden a tolerar la frustración.
🔴 Pierden confianza en sí mismos («si mamá/papá lo soluciona, es porque yo no puedo»).
🔴 Temen equivocarse (ya que siempre alguien «lo hace bien» por ellos).
Peor aún: según Amen, «cuando te esfuerzas demasiado por tus hijos, aumentas tu autoestima… robándoles la de ellos«. 😮
¿Qué hacer entonces?
La clave está en equilibrar apoyo y autonomía. Algunos ejemplos prácticos:
❌ «Te llevo la chaqueta que olvidaste»
✅ «Hoy hace frío, ¿qué crees que podrías hacer para estar más cómodo?»
❌ «Mamá te ayuda con el proyecto de la escuela»
✅ «¿En qué parte te sientes atascado? Vamos a pensar juntos opciones.»
❌ «¡No te preocupes, yo hablo con tu profesor!»
✅ «¿Cómo podrías explicarle lo que pasó? Practiquemos si quieres.»
El poder del «estar ahí» sin rescatar
La psicóloga Tovah Klein (especialista en crianza de la Ivy League) lo resume así:
*»Un simple ‘Esto parece difícil, pero estaré aquí cuando termines’ les dice: *Confío en que puedes superarlo, y pase lo que pase, te amo.»
Ejemplo real:
Cuando tu hijo diga «¡Me aburro!», en lugar de:
➡ «¡Mira este juego nuevo!» (solución rápida),
Prueba:
➡ «¡Vaya! ¿Qué se te ocurre hacer?» (oportunidad para creatividad).
El cambio empieza con pequeños pasos
No se trata de dejar de ayudar, sino de dejar espacio para que ellos aprendan:
- Pregunta más, resuelve menos. «¿Cómo podrías solucionarlo?»
- Permite consecuencias naturales. Olvidó el almuerzo → Experiencia para recordarlo mañana.
- Celebra el esfuerzo, no solo el resultado. «¡Me encanta cómo lo intentaste!»
¿Te identificas con el «estilo mayordomo»? ¡No te culpes! Todos caemos en ello alguna vez. Lo importante es ajustar la brújula: menos «yo lo hago por ti» y más «tú puedes, y yo te acompaño».
(¿Tienes algún ejemplo de cómo fomentas la resiliencia en tus hijos? ¡Compártelo en los comentarios! 👇) 💪✨