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Independientemente de lo bien que haya planificado y creado un ambiente positivo en el aula, los comportamientos problemáticos surgirán.

Estrategias de control

Evertson y Emmer distinguen entre intervenciones menores y moderadas, frente a conductas problemáticas.

Cuando son intervenciones menores, las estrategias siguientes son eficaces:

  • Empleo de señales no verbales

  • Continuar con la actividad.

  • Acercarse al alumno.

  • Redirigir la conducta

  • Ofrecer la instrucción necesaria.

  • Decir al alumna que interrumpa su comportamiento de manera directa y asertiva.

  • Ofrecer al aluno una opinión.

Cuando son intervenciones moderadas, las estrategias siguientes son eficaces:

  • Retirar un privilegio o una actividad deseada.

  • Aislar o apartar a un alumno.

  • Imponer un castigo.

Entre las personas que pueden ayudarle a lograr que los alumnos se comporten mejor están sus iguales, los padres, el director y los orientadores.

Se puede entrenar a los iguales como mediadores para que ayuden a otros compañeros a solucionar disputas y cambiar conductas indeseables.

Puede mantener una reunión con los padres, a veces, con solo informarles de la situación mejora la conducta del alumno.

Considere pedir ayuda a la dirección del centro. Esto supone derivar al alumno al director o al orientador. Este tipo de ayuda no se contempla en algunos centros.

Un orientador externo puede proporcionar la orientación necesaria.

Tratamiento de la conducta agresiva

La violencia en la escuela es una preocupación principal y creciente. El profesor deberá estar preparado para afrontar actitudes agresivas por parte del alumnado, de manera que manifieste calma ante estas manifestaciones. Evitar una discusión o enfrentamiento emocional puede ayudarnos a solucionar el conflicto.

Evertson y Emmer recomiendan las pautas siguientes para controlar peleas. En la escuela primaria puede detener una pelea sin riesgo de lesiones. Si no puede intervenir pida ayuda al personal de la escuela. Cuando intervenga dirá en voz alta: "Parad!", separará a los que luchan y dirá al resto de alumnos que continúen lo que estaban haciendo. Si la pelea es en la escuela secundaria necesitará ayuda. Si la escuela dispone de una política respecto a las peleas, la cumplirá. Cuando haya pasado un tiempo para que se calmen los alumnos que han peleado se reunirá con ellos y les pedirá explicaciones. Pregunte a los testigos si es necesario. En la reunión destacará lo inadecuado de la pelea, la importancia de admitir la perspectiva del otro y la importancia de la cooperación.

Según una investigación de Nansen y cols., casi uno de cada tres alumnos afirma que ha experimentado, ocasional o frecuentemente, situaciones de acoso, como víctima o como acosador. Los alumnos de los primeros cursos de enseñanza secundaria tienen más probabilidad de ser acosados. Los niños que afirmaron ser acosados se sentían más solos y tenían dificultad para hacer amigos, mientras que los acosadores solían obtener calificaciones deficientes, fumar y beber alcohol.

Hanish y Guerra comprobaron que los niños que muestran ansiedad y son socialmente retraídos y los agresivos suelen ser víctimas de acoso. Los primeros pueden ser víctimas porque no son amenazantes y es poco probable que respondan ante el acoso, en tanto que los segundos, pueden ser víctimas porque su conducta irrita a los acosadores.

A continuación se indican dos de los programas escolares contra el acoso más prometedores:

  • El Programa Olweus para prevenir el acoso se dirige a niños de 6 a 15 años, y tiene como objetivo reducir las oportunidades y las recompensas para el acoso escolar.

  • El programa Escuela a prueba de acoso está adaptado para alumnos de entre enseñanza infantil hasta segundo curso de secundaria, y ofrece un enfoque para toda la escuela y un currículo para el profesor para reducir el acoso escolar. Destaca cómo se puede identificar una conducta de acoso y responder rápidamente a ella y cómo adquirir los alumnos habilidades de comunicación en situaciones conflictivas. Se proporcionan métodos de intervención, carteles para colocar en el colegio y una guía para padres.

Evertson y Emmer han analizado las siguientes estrategias para tratar la actitud desafiante u hostil hacia el profesor. Si se consiente la actitud es probable que continúe y se extienda. En consecuencia, intente neutralizar el suceso manteniéndolo en privado y tratando al alumno de manera individual, si es posible. Si la actitud no es extrema y se produce durante una lección, intente despersonalizarla y diga que la tratará en unos minutos, para evitar una lucha de poder. Luego, reúnase con el alumno y explíquele las consecuencias que implican su comportamiento inadecuado.

En casos extremos y raros, el alumno no cooperará en absoluto, en cuyo caso tendrá que enviar a otro alumno a pedir ayuda a dirección. En la mayoría de las situaciones, sin embargo, si permanece en calma y no entra en una lucha de poder, el alumno se calmará y podrá hablar con él sobre el problema.

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