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Es la emoción más estudiada en los animales y en el hombre. Es un legado vital que tiene un valor de supervivencia obvio. El miedo evolucionó para producir respuestas adaptativas, soluciones conductuales al problema de la supervivencia, cómo detectar el problema y cómo responder al mismo.

4.1. Definición de miedo

Darwin, en su libro “La Expresión de las Emociones en los Animales y en el Hombre”, indica que la palabra “miedo” parece derivar de aquello que es repentino y peligroso.

Otras definiciones:

  • “El miedo es un estado emocional negativo o aversivo con una activación muy elevada que incita la evitación y el escape de las situaciones que amenazan la supervivencia o el bienestar del organismo” (Öhman, Flykt y Lundqvist)
  • “El miedo es una señal emocional de advertencia de que se aproxima un daño físico o psicológico. El miedo también implica una inseguridad respecto de la propia capacidad para soportar o mantener una situación de amenaza. La intensidad de la respuesta emocional de miedo depende de la incertidumbre sobre los resultados” (Fernández-Abascal).

Así pues, en términos generales decimos que el miedo es una emoción producida por un peligro presente e inminente, y que se encuentra muy ligada al estímulo que lo genera.

Tenemos que diferenciar entre el miedo y la ansiedad. Mientras que el miedo hace referencia a una emoción producida por un peligro presente e inminente, encontrándose ligado al estímulo que lo genera, la ansiedad hace referencia a la anticipación de un peligro futuro, indefinible e imprevisible, siendo la causa más vaga y menos comprensible que en el miedo.

Epstein concluye que el miedo está relacionado con el afrontamiento, particularmente con el escape y la evitación; sin embargo, cuando los intentos de afrontamiento fracasan (por ejemplo, porque la situación es incontrolable), el miedo se convierte en ansiedad.

Öhman indica que la ansiedad es a menudo “preestímulo” (anticipatoria, más o menos real, de un estímulo amenazante), mientras que el miedo es “postestímulo” (elicitado por un estímulo concreto que provoca miedo).

4.2. Características del miedo

4.2.1. Antecedentes del miedo

El miedo se activa por la percepción de daño o peligro. La naturaleza del daño o peligro puede ser física o psicológica, por lo que el miedo es activado por las amenazas y peligros a nuestro bienestar, tanto físico como psicológico.

Tanto en el hombre como en los animales los estímulos que desencadenan el miedo pueden ser naturales o adquiridos mediante aprendizaje:

  • Por condicionamiento clásico: Un estímulo que previamente no suscitaba una respuesta acaba provocándola a consecuencia de su asociación temporal con otro estímulo que sí provoca la respuesta. Comprende un estímulo incondicionado (EI) que produce de forma automática una respuesta incondicionada (RI), que es una respuesta refleja innata al EI; y un estímulo condicionado (EC), con respecto al cual se ha comprobado experimentalmente que al principio no produce respuesta que se asemeje a la RI. Se presentan el EC y el EI repetidamente en este orden y se desarrolla una respuesta al EC semejante a la RI: esta respuesta se llama respuesta condicionada (RC) y supone una respuesta aprendida. Por tanto, los estímulos que se asocian repetidamente al daño real (dolor, heridas) terminan por elicitar una RC de miedo.
  • Por aprendizaje vicario: Este proceso de aprendizaje puede ser un resultado de la observación, identificación con o sugestión indirecta a través de modelos.
  • La transmisión social: A través de la cultura.

El nexo común de todas las situaciones o estímulos que producen miedo es su capacidad para poner en funcionamiento, en la persona que siente miedo, su sistema de conducta aversiva, que proporciona la activación necesaria para evitar o escapar de la situación.

Cualquier estímulo puede desencadenar esta emoción en una persona determinada. No obstante, existen algunas clasificaciones:

  • Bowlby señala que la causa de miedo puede ser o bien la presencia de algo amenazante o la ausencia de algo que proporciona seguridad y confianza (por ejemplo, en los niños la presencia de su madre)
  • Mayr propone la existencia de tres tipos de miedos:
    • Miedo no comunicativo ⇒ se produce como consecuencia de seres no vivos
    • Miedo inter específico ⇒ se produce como consecuencia de otros animales
    • Miedo intra específico ⇒ se produce como consecuencia de otros individuos de la misma especie
  • Gray clasifica a los estímulos que producen miedo en cinco categorías:
    • Intensidad: estímulos que elicitan miedo porque son muy intensos (dolor y ruido)
    • Novedades: estímulos que provocan miedo sólo porque son notorios y nuevos (miedo a los extraños)
    • Peligros evolutivos especiales: estímulos que se derivan de la historia evolutiva de las especies (miedo a las serpientes)
    • Estímulos procedentes de interacciones sociales
    • Estímulos atemorizantes condicionados: estímulos que los animales y el hombre aprenden que son peligrosos

Atendiendo a la naturaleza evolutiva de los miedos en los seres humanos hay que considerar antecedentes concretos que se van adquiriendo o desaparecen, a medida que la persona se desarrolla. Los seres humanos están predispuestos filogenéticamente a aprender fácilmente ciertos miedos.

4.2.2. Procesamiento

Para que cada uno de los antecedentes señalados anteriormente se constituya en precursor de la emoción es necesaria su evaluación. Este proceso implica la interpretación (evaluación), así como la estimación de la repercusión personal (valoración) que acarrea el estímulo. El resultado del procesamiento es la emoción de miedo.

El procesamiento cognitivo del miedo se inicia ante desencadenantes que suceden con mucha rapidez, que se presentan de forma abrupta e inesperada. Ante ese evento, la persona estima tener una baja capacidad de control y de predicción futura de la situación. Valora el evento como muy desagradable y relevante para su propio bienestar. La situación es disonante y contraria con los planes, actividades y metas en curso. En la valoración del afrontamiento el suceso presenta un alto grado de urgencia para afrontarlo movilizando toda una serie de conductas focalizadas al propio suceso y a las consecuencias del mismo.

4.2.3. Funciones del miedo

Las funciones del miedo se encuentran relacionadas con la adaptación:

  • Activar al sujeto para que lleve a cabo alguna conducta que le distancie del estímulo. Nos previene de interactuar con elementos potencialmente peligrosos. El miedo actúa como un activador que avisa del riesgo vital, cada vez que el organismo detecta la presencia de algún estímulo o situación que amenaza su vida o su equilibrio.
  • Facilita las respuestas de escape o evitación de la situación peligrosa.
  • Al prestar una atención casi exclusiva al estímulo temida, facilita que el organismo reaccione rápidamente ante el mismo.
  • Tiene funciones motivadoras relacionadas con la supervivencia.
  • Facilita los vínculos sociales ayudando en la huída a otros y ayudando en la defensa colectiva.
  • Promueve el orden social facilitando el establecimiento de jerarquías de dominancia.

4.3. Activación

4.3.1. Efectos subjetivos

Es una de las emociones más intensas y en ocasiones más desagradables.

Características subjetivas principales:

  • Sensación de tensión o de gran activación
  • Desasosiego
  • Malestar
  • Preocupación y recelo por la propia seguridad o la salud
  • Sensación de pérdida de control

4.3.2. Actividad fisiológica

4.3.2.1. Sistema nervioso central

Davis y colaboradores, estudiando en animales el reflejo de sobresalto, elucidaron las conexiones eferentes de las redes del miedo en el cerebro.

LeDoux acuña el concepto de “el sistema del miedo”, que engloba todos los mecanismos del cerebro implicados en esta emoción.

Se ha estudiado la conducta de otros animales y los procesos en sus cerebros para saber cómo funciona el sistema del miedo en el ser humano.

LeDoux y su equipo han estudiado las vías cerebrales que hacen posible el aprendizaje del miedo, mediante condicionamiento clásico, en ratas. Mostró que existía una vía directa desde el tálamo a la amígdala, y que la lesión de la amígdala también interfería con el establecimiento de la respuesta emocional condicionada.

La amígdala recibe información sobre el mundo exterior directamente a partir del tálamo e inmediatamente activa una variedad de respuestas corporales.

Esta vía es un procesamiento rápido y poco preciso. Es el centro de un sistema de defensa implicado en ambos, la expresión y adquisición del miedo.

El córtex, la vía principal, también procesa el estímulo, pero necesita mucho más tiempo.

Por lo tanto existen dos vías, de tal forma que la aferencia elicitada por el estímulo puede llegar hasta el córtex, pero también seguir una vía más directa a la amígdala; en ésta, el lugar de entrada es el núcleo lateral, desde aquí las señales se transmiten a los demás núcleos; por último, las informaciones confluyen en el núcleo central desde donde salen hacia otras estructuras. Por tanto, el núcleo central es el punto de conexión principal con las zonas que controlan las respuestas emocionales.

Otras estructuras que participan en el sistema del miedo:

  • El núcleo amigdalino: recibe información de un amplio abanico de niveles de procesamiento cognitivo.
  • El hipocampo y las zonas asociadas del córtex como las zonas corticales de transición: participan en la creación y recuperación de recuerdos explícitos, recuerdos acerca de la experiencia emocional, son recuerdos fríos.
  • También debemos indicar que el córtex prefrontal medial interviene en el proceso de extinción.

4.3.2.2. Sistema nervioso autónomo

La fisiología del miedo en el contexto de precipitar la huída es diferente de la fisiología del miedo en el contexto de quedarse parado.

El patrón autónomo y somático del miedo presenta una gran variedad; sin embargo, funcionalmente puede ser organizado dentro de dos amplias clases en función de la acción:

  1. Inmovilidad defensiva (“quedarse helado”, “bradicardia de miedo”) e hiperatención, en la que el organismo está pasivo pero preparado para responder activamente a una estimulación futura.
  2. Acción defensiva, con variaciones en ataque/huída que son más o menos respuestas dirigidas hacia un ataque inminente.

En general, las consecuencias de la activación del SNA son:

  • Aumento de la frecuencia cardíaca
  • Aumento de la salida cardíaca
  • Aumento de la fuerza de contracción del corazón
  • Aumento de la presión arterial sistólica y diastólica
  • Aumento del nivel de conductancia de la piel
  • Aumento en el número de fluctuaciones espontáneas de la piel
  • Sudoración
  • Sequedad de boca
  • Dilatación pupilar
  • Piloerección
  • Micción y excreción
  • Vasoconstricción periférica, cuya consecuencia es la disminución de la temperatura

Además, el cerebro activa la liberación de los péptidos naturales de tipo opiáceo (morfina) que bloquean la sensación de dolor (hipolagesia).

4.3.2.3. Sistema nervioso somático

En la actividad del SNS se produce, principalmente:

  • Aumento de la tensión muscular en todo el cuerpo
  • Aumento de la frecuencia respiratoria, con una respiración superficial e irregular

En un primer instante, esta actividad rápida del SNS produce la sensación de “agarrotamiento o paralización”, pero inmediatamente este aumento de actividad somática proporciona el tono adecuado, bien para iniciar una conducta de huída o de ataque del estímulo o situación desencadenante de esta activación.

Las investigaciones realizadas han mostrado que el miedo condicionado potencia el reflejo de sobresalto. Este fenómeno es una respuesta esquelético- muscular difusa. El reflejo de sobresalto no es un componente específico del estado de miedo y puede ser fácilmente provocado en ausencia de miedo. Este reflejo se compone de una secuencia de movimiento que consta de parpadeo, movimientos de la cabeza hacia delante y hacia atrás, subida y bajada de hombros, contracción del abdomen, elevación de los miembros superiores y flexión de los inferiores hacia el tronco.

4.3.3. Expresión corporal

La expresión corporal más característica del miedo cuando se presenta el estímulo que lo produce, es, en primer lugar, el estremecimiento, el reflejo de sobresalto. Posteriormente, el sujeto permanece inmóvil durante unos segundos, se queda paralizado.

Tanto en humanos como en animales, se contrastan dos expresiones conductuales obvias del miedo: por una parte, la tendencia a petrificarse y a enmudecer y, por otra, los gritos, el sobresalto y la huída desesperada de la fuente de peligro.

La constelación facial que caracteriza a una expresión de miedo está configurada por una elevación de la parte inferior de las cejas y descenso y contracción de las cejas, desplazamiento de la comisura de la boca hacia atrás y arriba con separación de los labios y alargamiento de la comisura de los mismos.

Alternativamente, pueden aparecer otras manifestaciones: elevación de la parte exterior de las cejas, elevación del párpado superior, el descenso del mentón y la apertura de la boca con descenso de la mandíbula. Los músculos implicados son: el frontal, superciliar, piramidal, zigomático mayor, risorio, cuadrado de la barba, borla de la barba y orbicular de los labios.

En el Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS) las unidades de acción que conforman la expresión facial de la emoción de miedo son:

  • UA-1: Elevación de la parte inferior de las cejas
  • UA-4: Descenso y contracción de las cejas
  • UA-12: Desplazamiento de la comisura de la boca hacia atrás y arriba
  • UA-20: Alargamiento de la comisura de los labios
  • UA-25: Separación de los labios

Otras unidades de acción:

  • UA-2: Elevación de la parte exterior de las cejas
  • UA-5: Elevación del párpado superior
  • UA-26: Descenso del mentón
  • UA-27: Descenso de la mandíbula, abriendo la boca

En cuanto a la expresión vocal de la emoción de miedo, en situaciones de miedo extremo, puede existir una tendencia natural a emitir gritos de alta frecuencia o chillidos.

4.3.4. Afrontamiento

El sistema de miedo opera de forma rápida y eficiente, incluso en algunos casos aún sin un conocimiento consciente del estímulo que lo elicita. Sin embargo, en muchas ocasiones, una vez que es detectado el peligro y se han elicitado las respuestas automáticas de miedo, se necesitan acciones posteriores, requiriendo la redirección de los recursos atencionales, con el abordaje de flexibles repertorios de respuestas, hacia el estímulo dañino.

Marks señala cuatro estrategias defensivas principales: retirarse, inmovilizarse, amenazar o atacar y tratar de inhibir o desviar el ataque del otro.

En términos generales, las manifestaciones conductuales asociadas a la emoción de miedo tienen que ver con la evitación o con el afrontamiento de la situación o evento que amenaza la integridad de un individuo, o que el individuo cree que puede suponer un riesgo para su integridad.

4.3.5. Medida del miedo

Como en las emociones anteriores, la medida de la expresión facial del miedo se realiza a través de dos sistemas de codificación estandarizados:

  • El Sistema de Codificación de la Acción Facial
  • El Sistema de Codificación de Máxima Discriminación del Movimiento Facial

4.4. Consecuencias del miedo

En su vertiente adaptativa, el miedo facilita el aprendizaje de nuevas respuestas que apartan a la persona del peligro, y, en los procedimientos de reforzamiento negativo, es la reacción emocional más relevante.

Cuando la reacción de miedo es excesiva, la eficacia disminuye, y al sobrepasarse un nivel óptimo de activación las consecuencias de la reacción de miedo son un “bloqueo emocional” y un “entorpecimiento de la acción”. La relación entre activación y rendimiento mantiene la forma de U invertida.

El miedo está en el origen de numerosos trastornos: los trastornos de ansiedad, los ataques de pánico, fobias, los trastornos obsesivo-compulsivos y el trastorno por estrés postraumático.

Con respecto al aprendizaje del miedo, no sólo se condicionan los estímulos asociados al miedo, sino que también se puede condicionar el contexto en el que se ha producido este condicionamiento. Y aunque estos estímulos condicionados carezcan objetivamente de peligro, se convierten en nuevos desencadenantes de miedo específicos de cada persona. Por lo que el miedo que en muchas ocasiones se presenta como adaptativo y garante de la supervivencia, en otras es el responsable de producir reacciones de miedo ante situaciones sin significación, dando lugar a una generalización de los estímulos que producen miedo.

Las fobias pueden adquirirse:

  • Por la generalización de estímulos
  • Por el aprendizaje de evitación: el sujeto, mediante su conducta, es capaz de prevenir la ocurrencia del estímulo dañino o estimulación aversiva
  • Por el aprendizaje vicario

En general, el miedo motiva la conducta de evitación, lo que impide aprender que la fobia es infundada. Vemos las características de las fobias:

  1. Existencia de un miedo desproporcionado en relación con el carácter amenazante de la situación
  2. El miedo conduce necesariamente a la evitación de la situación temida
  3. No existe una posible explicación lógica del fenómeno (la persona es consciente de esta irracionalidad)
  4. Sobrepasan el posible control voluntario
  5.  Producen cierto grado de malestar o sufrimiento

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