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Algunos olvidos, lapsus y equivocaciones más frecuentes están, dentro de los aspectos formales, en falta de datos identificativos como nombre, status profesional..., el informe no se firma, ausencia de fechas, no se especifican los datos personales del paciente, debería evitarse por completo darle al cliente un grupo de folios sueltos, grapados o cogidos con un clip, a ser posible el papel debe ir con membrete y el informe se incluiría en una carpeta y sobre con membrete, en caso de que el estudio se remita a otro profesional y el paciente sea quien lo recoge para entregarlo después, no se tome la molestia de cerrar el sobre, ya que el cliente lo abrirá. Si incluimos opiniones personales para el otro profesional debemos hacérselo llegar por otro medio.

Dentro de los aspectos de contenido se puede señalar que el lenguaje debe ser claro y dinámico, a la hora de exponer los instrumentos no usar las siglas, con las técnicas y pruebas es preciso indicar si éstas se encuentran adaptados a nuestro país o no, las opiniones personales que no se puedan apoyar en datos comprobables sobran, no debe empleare un lenguaje vago que suponga carencia de comprensión, los calificativos emitidos de manera personal no deben tener cabida, un informe no es la oportunidad de exponer los personales recursos literarios del autor, en la secuenciación de características deben reverenciarse tanto los aspectos positivos como los negativos, los manuales de los test son de referencia no deben tomarse al pie de la letra, no dejarnos llevar por el efecto halo y hacer los dictámenes sin rodeos.

Finalmente, el trabajo desarrollado por Tallent. Encuestó a un número importante de profesionales de la salud mental acerca de los principales déficits de los informes psicológicos, y los resultados se encuadraban en la falta de organización, presencia de un lenguaje técnico extremo y marcada imprecisión.

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