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El desarrollo de un trastorno será tanto más probable cuanto mayor sea la frecuencia, intensidad y duración de la respuesta de estrés. Pero si la persona dispone de estrategias eficaces para afrontar las situaciones de estrés, aunque estas sean muy frecuentes e intensas, el uso de esas estrategias eliminará la situación estresante, reduciendo así mismo la activación fisiológica y cognitiva (cesara la respuesta de estrés), y disminuirá la probabilidad del desarrollo de trastornos. En el caso contrario, cuando no se dispone de estrategias o estas no consiguen una solución, se mantendrá la hiperactivación, lo que puede llevar a la aparición de trastornos de diversa índole, de entre los cuales, los denominados trastornos psicofisiológicos, tales como la hipertensión, asma, úlceras, disfunciones sexuales….

Un par de factores más parecen importantes en el desarrollo de los trastornos:

  1. el patrón de estereotipia de la respuesta de estrés (cuanto más similar sea la respuesta de activación ante las distintas situaciones, más fácil es que se produzca algún deterioro en los órganos implicados en ésta) y
  2. la predisposición psicobiológica (predisposición genética o aprendida a desarrollar cierto trastorno).

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