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Descrito por Barlow y Hersen (1988), es un diseño de reversión porque el tratamiento se introduce y, posteriormente, se retira. Esta tercera fase (fase de línea base postratamiento o segunda Fase A) le hace ganar validez interna respecto al diseño A-B.

Podemos concluir que los cambios se deben al efecto del tratamiento si después de introducirlo se produce un cambio en la medida de la VD respecto a la línea base y, al retirarlo, se da un nuevo cambio.

Ej: Díaz Berciano y García Jiménez (2000) y el perro fóbico: “El método de contra-condicionamiento aplicado a la curación de la fobia de un animal es efectivo y, además, su eficacia se mantiene durante el período de retirada”.

Este diseño permite controlar los efectos debidos a la historia (para que los cambios se vieran condicionados por esta amenaza, la VE tendría que correlacionar perfectamente con la VI y esto es muy improbable), maduración y reactividad experimental (susceptibles los cambios en la fase B, pero no los que se producen en la tercera fase).

Es de gran utilidad en la investigación básica.

En casos más complejos, puede plantear algunos inconvenientes porque, para poder establecer una relación de causalidad, hay que retirar el tratamiento antes de conseguir su efectividad total, con el fin de que la conducta regrese a su estado inicial. Esto plantea problemas éticos en contextos Clínicos. ¿Quitamos la medicación a la persona depresiva?

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