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Las teorías del discurso son demasiadas y demasiado heterogéneas.

Walter Kintsch ha sido uno de los psicólogos cognitivos más influyentes que a lo largo de los años ha desarrollado, junto a algunos colaboradores, varias formulaciones teóricas de gran impacto en la investigación básica y aplicada.

Teoría de la macroestructura

La teoría de la construcción-integración de Kintsch propone que durante el proceso se elaboran dos tipos de estructuras semánticas:

  • Microestructura. Organización local del discurso e incluye un conjunto de microproposiciones correferentes (con argumentos repetidos) extraídas a partir de las oraciones del texto, que mantienen una relación jerárquica entre sí.
  • Macroestructura. Organización global que le da unidad de sentido al discurso, lo que intuitivamente denominamos el argumento de una narración o el tema de una conversación. Aquello que se retiene en la memoria.

Según Kintsch y Van Dijk, la transformación de microestructura en macroestructura la consigue el lector u oyente aplicando macrorreglas que básicamente reducen y organizan la información de la microestructura:

  1. Borrado. Si una proposición no tiene vinculación alguna como antecedente con las siguientes proposiciones, debe borrarse.
  2. Generalización. Una secuencia de proposiciones puede ser sustituida por la proposición general de orden superior.
  3. Construcción. Una secuencia de proposiciones puede ser sustituida por una proposición que denota un hecho global.

Así, la aplicación de macrorreglas está controlada por un esquema de discurso que opera de arriba-abajo, es decir, a partir de la memoria a largo plazo del lector.

Teoría de construcción de estructuras

La teoría de construcción de estructuras de Gernsbacher hace hincapié en el funcionamiento de los procesos de coherencia (continuidad) y los efectos de las marcas de discontinuidad durante la comprensión en línea. También hace predicciones precisas sobre las consecuencias de la continuidad o la discontinuidad en el recuerdo del texto.

Teoría de la construcción-integración

En la teoría de la construcción-integración las representaciones se consideran conceptuales o preposicionales y se distinguen dos fases en la comprensión del discurso:

  1. la construcción relacionada con la extracción de proposiciones a partir del texto superficial (equivalente a la microestructura), y
  2. la integración, que supone una reducción de información para alcanzar la comprensión (equivalente a la macroestructura).

Se mantiene la idea de procesamiento en ciclos de memoria de trabajo, pero hay importantes diferencias entre ambas teorías, especialmente en cuanto a los procesos.

En la teoría de la construcción-integración se eliminan las macrorreglas y, en su lugar, se proponen reglas débiles, en la tradición de los sistemas de producción (reglas condicionales).

Teoría de la experiencia de inmersión

La teoría de la experiencia de inmersión de Zwaan es, en cierta medida, un ensayo de reformulación de la teoría de la construcción-integración de Kintsch, pero incorporando mecanismos corpóreos o experienciales de representación del significado, en lugar de las proposiciones simbólicas.

Teoría de la memoria de trabajo a largo plazo

Las teorías clásicas de la memoria de trabajo, apoyadas por múltiples experimentos, postulan que sólo se retienen de forma inmediata entre 4 y 7 unidades de información, por ejemplo dígitos, y sólo durante unos segundos.

Sin embargo, estas limitaciones parecen contradecir el rendimiento de la memoria en la comprensión de narraciones y en otras tareas.

De esta forma, Ericsson y Kintsch plantearon una teoría revolucionaria sobre la memoria de trabajo que intenta resolver el conflicto entre los estudios clásicos de laboratorio y los estudios sobre la memoria de narraciones y la memoria de expertos.

Postularon que, además de la memoria de trabajo convencional a corto plazo, existe una memoria de trabajo a largo plazo, que es específica de dominio y se adquiere mediante entrenamiento continuado que también influye en la comprensión.

De esta forma, lo que hacen el experto y el lector de narraciones es utilizar estructuras de recuperación almacenadas en su memoria a largo plazo, que se activan cuando reciben ciertos índices.

Teorías estadísticas

La teoría más divergente es el LSA, puesto que se basa en el análisis computacional del discurso más que en el estudio del comportamiento del lector u oyente.

No obstante, el LSA no analiza las palabras gramaticales ni los procesos sintácticos, ni tampoco el orden de la las palabras y no se puede considerar una teoría completa. Sin embargo, ofrece una poderosa tecnología cognitiva, que tiene aplicaciones en el campo educativo e instruccional.

Teorías neurológicas

Las teorías cognitivas y neurológicas sobre la comprensión del discurso se basan principalmente en estudios conductuales. Sin embargo, en los últimos años se ha incrementado el número de investigaciones neurocientíficas sobre la comprensión del discurso. Estos estudios pueden contribuir a refinar las teorías. Los datos neuroanatómicos, extraordinariamente ricos y multidimensionales, pueden por sí mismos contribuir a configurar teorías cognitivas nuevas.

La teoría más completa sobre el papel del hemisferio derecho fue desarrollada por Mark Beeman, quien postula que ambos hemisferios están especializados en diferentes procesos semánticos relacionados con la comprensión del lenguaje.

Al procesar las palabras, el hemisferio izquierdo realiza una codificación semántica fina, es decir, activa intensamente campos semánticos reducidos, dominantes y relacionados con el contexto inmediato. El hemisferio derecho, en cambio, realiza una codificación semántica gruesa, activando débilmente campos semánticos mucho más amplios pero también difusos y mal estructurados.

Según la teoría de Beeman, la construcción, como proceso de activación difuso y caótico, responde casi exactamente al papel del hemisferio derecho, mientras que la integración como un proceso de constricciones múltiples que elimina activaciones irrelevantes es más propia del carácter selectivo del izquierdo. Sin embargo, la división del trabajo entre ambos hemisferios es un tanto gruesa y, según algunos autores, gran parte de las funciones lingüísticas atribuidas al hemisferio derecho podrían tener relación más bien con el lóbulo frontal en general o con el lóbulo temporal, sin una lateralización clara.

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