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Para muchos investigadores, la publicación “A survey of theory and research problems” de 1954, donde aparece por primera vez el término psicolingüística, se considera como fecha de nacimiento de la disciplina. Los estudios de psicología del lenguaje se iniciaron en el mismo momento en que comenzó la psicología científica (1879), con la creación del primer laboratorio de psicología experimental a manos de Wilhelm Wundt.

Wundt entendía la psicología como la ciencia de la vida mental, estudiando los fenómenos mentales, como sensaciones, sentimientos, imágenes, pensamientos, etc y otorgando gran importancia al lenguaje. Blumenthal lo describe como el maestro psicolingüista porque escribió extensamente sobre muchos aspectos del lenguaje como la fonología, gramática, producción y comprensión del lenguaje, desarrollo del lenguaje en los niños, lectura, lenguaje de los signos, etc.

Para Wundt la oración es la unidad primaria del lenguaje. Wundt considera la producción del lenguaje como el proceso de transformación desde un pensamiento completo y unitario a una secuencia organizada de segmentos de habla.

Según Wundt, el habla tiene su origen en la apercepción de una impresión general de la conciencia. Después, a través de un procedimiento de análisis, el hablante descompone esta apercepción global en distintos componentes y, al mismo tiempo, identifica las relaciones que hay entre ellos, como las de sujeto y predicado.

Desde la aparición del conductismo, en los años 20, se hizo hincapié en el análisis de las relaciones entre los estímulos y las respuestas de los organismos, principalmente animales (ratas, palomas), generalizandose a los seres humanos.

Algunos trabajos conductistas demostraron que se podría reforzar diferencialmente el uso de ciertas palabras frente a otras.

No obstante, se rechazó el estudio de cualquier proceso mental directamente observable.

La época conductista sirvió para consolidar a la psicología como una ciencia empírica exigente con el método científico. Mientras que las nuevas teorías ampliaron su campo de actuación incorporando otros conceptos no observables aunque sí susceptibles de ser probados de forma empírica. Su repercusión en el ámbito aplicado ha sido mayor, especialmente en la elaboración de programas de entrenamiento lingüístico tanto en la enseñanza de segundas lenguas, como en el tratamiento de trastornos graves del lenguaje, autismo o deficiencia mental.

En los años cincuenta se produjo un cambio de paradigma hacia la psicología cognitiva, dada la crisis del conductismo como consecuencia de sus propias limitaciones propiciando la aparición de la psicología del lenguaje.

Muchos investigadores conductistas trabajaron con sujetos humanos utilizando estímulos verbales por lo que se les denominó grupo de aprendizaje verbal.

Las dos tareas más utilizadas fueron la de aprendizaje serial, en las que se presentaban un conjunto de estímulos, generalmente sílabas sin sentido para un mayor control experimental, que los sujetos tenían que repetir tal cual y en el mismo orden en el que se habían presentado, y la de aprendizaje de pares asociados, en las que se presentaban listas de pares de estímulos para que, al presentar posteriormente uno de ellos, los sujetos intentasen recordar el otro.

En estos experimentos se manipulaban todas las variables posibles; longitud de las listas, tiempo de exposición, intervalos entre el aprendizaje y el recuerdo, etc.

También tuvieron lugar varios factores externos que propiciaron el cambio paradigmático como la teoría de la comunicación formulada por Shannon en 1948 y, sobre todo, la revolución tecnológica que supuso la aparición de los ordenadores, ayudando a que se concibiera la mente como un sistema de procesamiento de información.

El lenguaje reclamaba, como cualquier otra conducta humana, el uso de conceptos como representaciones internas y procesos mentales para entenderlo en toda su magnitud, por lo que en 1951, el seminario de verano en la universidad de Cornell, sirvió de lugar de encuentro interdisciplinar entre psicólogos y lingüistas, originando el nacimiento oficial de la actual psicología del lenguaje o psicolingüística.

Poco después, la publicación del libro Syntactic structures de Noam Chomsky sienta las bases para una estrecha colaboración entre psicólogos y lingüistas.

Chomsky plantea la existencia de una estructura profunda que, a través de un conjunto de transformaciones, se convierte en una estructura superficial, que aflora en las palabras y frases que pronuncia el hablante. Mientras que el oyente recorrería el camino inverso partiendo de la estructura superficial de la frase que llega a la estructura profunda.

Por otra parte, en 1959, Chomsky efectúa una crítica demoledora del libro de Skinner, de forma que, con el tiempo, los planteamientos de Chomsky fueron sufriendo diversos cambios hasta llegar a su actual programa minimalista, centrado en el concepto clave de la recursividad sintáctica (Debate Skinner-Chomsky).

Skinner llevó los postulados conductistas sobre el lenguaje a su extremo más radical, mediante dos vías: negando la validez psicológica, por su carácter mentalista y poco objetivo, de los conceptos mismos de lenguaje, símbolo o significado y, negando la validez de toda explicación psicológica de la conducta verbal más allá de los estímulos y las respuestas.

Según recoge en su libro Verbal behavior, el autor trata de demostrar que toda habla humana puede ser atribuida al condicionamiento de los hablantes por su ambiente, entendiendo el lenguaje como un conjunto de operantes verbales o respuestas verbales del sujeto, adquiridas por mero condicionamiento. Sin embargo, Skinner realiza una extrapolación directa a la conducta humana en general, lo más criticable de su postura.

Skinner había logrado demostrar que, con tiempo suficiente, se podía adiestrar a palomas y ratas en la ejecución de una enorme variedad de tareas en apariencia muy complicadas, siempre y cuando se siguieran dos principios elementales: la descomposición de la tareas en una serie de pasos cuidadosamente graduados, y la recompensación repetidamente a los animales en la medida en que sus respuestas se aproximaban a las deseadas (Condicionamiento operante).

Por otra parte, la explicación skinneriana de la conducta verbal se asienta en la descripción de las secuencias de estímulos y respuestas, de forma que, de acuerdo con su valor funcional, Skinner clasifica las unidades de conducta lingüística en varios tipos, como comportamientos repetitivos, textuales, etc.

Por estas razones, Chomsky sostiene que las secuencias sencillas y bien definidas de sucesos que ocurren en las cajas de las ratas y palomas sencillamente no pueden aplicarse al lenguaje humano, no pudiendo extrapolarse. Así, gran parte de la crítica se asienta en la enorme creatividad o productividad del lenguaje.

Sin embargo, algunos autores acusan a Chomsky de no haber comprendido en toda su profundidad algunos de los planteamientos skinnerianos.

Primeros pasos de la psicolingüística

En la década de los sesenta, la mayor parte de las investigaciones realizadas en el campo de la psicología del lenguaje estaban inspiradas en los postulados de Chomsky. Uno de los cambios más importantes fue el de considerar la oración como la unidad fundamental del lenguaje, centrándose en los aspectos sintácticos de la oración.

En sus dos famosos libros Estructuras sintácticas (1957), y Aspectos de la teoría sintáctica (1965), Chomsky expuso las principales características de su nueva gramática generativa:

  • Distinción entre competencia del hablante, es decir, el conocimiento que el hablante tiene de su lengua, y la actuación real que hace del lenguaje, la puesta en práctica de esos conocimientos.
  • Existen reglas que permiten al hablante generar un sinfín de oraciones gramaticalmente correctas aun cuando no se han oído nunca. Estas reglas son de tres tipos:
    1. Reglas de estructura de frase. Asignan etiquetas a las distintas palabras y frases para conexionar las entre sí.
    2. Reglas transformacionales. Operan sobre las oraciones ya formadas. Pueden ser obligatorias, como las que señalan la concordancia entre el sujeto y el verbo, u opcionales, como las que producen la transformación en pasivas, negativas, etc. Así, cuando se aplican sólo transformaciones obligatorias se producen las oraciones básicas o nucleares, mientras que cuando se aplican las transformaciones opcionales se producen oraciones complejas.
    3. Reglas morfofonémicas. Transforman las cadenas terminales en la mente del hablante en los sonidos fonéticos que constituyen la oración hablada. Chomsky hace también una distinción entre lo que denomina estructuras superficial (forma gramatical concreta que se utiliza para expresar el significado) y profunda (significado que el hablante trata de expresar). De esta manera, un mismo significado puede expresarse de varias formas gramaticales diferentes .

En síntesis, la gramática generativa planteaba que los hablantes de una lengua debían conocer una serie de reglas que les permitieran producir y comprender oraciones correctamente formadas, difícil de explicar desde la posición conductista.

El objetivo de los psicolingüistas a partir de la teoría generativa, fue tratar de comprobar la realidad psicológica de los componentes gramaticales de la teoría, es decir, si las reglas propuestas por Chomsky son las mismas que utilizan las personas cuando producen o entienden oraciones.

El pionero de esta línea fue Miller quien demostró que los individuos tardan más tiempo en comprender oraciones que necesitan una transformación, por ejemplo las pasivas y las negativas, que las oraciones nucleares. Un año después Mehler comprobaba que los individuos recuerdan mejor las oraciones nucleares que las complejas.

No obstante, cuando se introdujo el componente semántico, los resultados dejaron de ajustarse a las predicciones de la gramática chomskiana. Cuando las oraciones negativas, y también las pasivas se presentan dentro de un contexto adecuado en el que puedan cumplir su función, no son más difíciles de comprender ni de recordar que las oraciones nucleares, dado que las oraciones negativas tienen el papel fundamental de corregir información ya dada y también la de señalar la excepción de la norma.

De esta manera, cuando un hablante emite un enunciado negativo (“el tren no llegó tarde hoy”), es porque se presupone que el oyente considera verdadero el enunciado afirmativo correspondiente (“el tren llega tarde todos los días”).

En los años setenta y ochenta, se realizaron numerosos estudios sobre el papel del contexto en la comprensión, cobrando gran importancia los experimentos de Bransford y Johnson, en los que presentaban textos que parecía que no tenían sentido, pero bastaba un título o un dibujo para que se hiciesen perfectamente comprensibles. La palabra aislada se convierte en el centro de atención de los psicolingüistas. Y siguiendo los pasos de la psicología cognitiva, los psicolingüísticas intentaron construir modelos, generalmente basándose en cajas y flechas, para explicar el procesamiento del lenguaje.

Como una alternativa a los modelos de cajas y flechas y de procesamiento serial, en los años ochenta surgieron, a partir de la inteligencia artificial, los modelos conexionistas, que consideran que en el léxico mental las palabras se encuentran conectadas entre sí con las unidades subléxicas, como las sílabas o las letras, formando una especie de red. Algunas de esas conexiones son activadoras (las letra c ativa la palabra casa) y otras son inhibidoras (la letra c inhiben la palabra perro).

Entre los modelos más influyentes destacan el PDP (procesamiento distribuido en paralelo) de Rumelhart y McClelland, sobre el reconocimiento de palabras escritas y el TRACE de McClelland y Elma, sobre el reconocimiento de palabras habladas.

Más recientemente, con el desarrollo de las técnicas de neuroimagen surge el interés por las bases neurológicas del lenguaje.

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