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Visión localizacionista versus Holista: la visión localizacionista considera que las entonces denominadas facultades mentales (inicios siglo XIX) se localizaban en regiones cerebrales específicas e independientes, defendida por los frenólogos Gall y Spurzheim. La visión holista o globalista por el contrario defendía que el cerebro participa como un todo en la conducta y no a través de regiones diferenciadas funcionalmente. Inicialmente fue defendida por Flourens, quien en animales comprobó que las lesiones de ciertas regiones no parecían producir déficits conductuales específicos.

Localización de síntomas/ localización funcional: Jackson dentro de una concepción localizacionalicista no simplista prevenía de no confundir entre localización de síntomas y localización de funciones. En efecto, una determinada lesión que altere una función concreta no se sigue que la región implicada sea la sede de dicha función, ya que la lesión puede haber afectado a otra regiones y de lo que no cabe duda es que habrá alterado las conexiones de distintas estructuras, por lo que el déficit funcional puede deberse a estos factores secundarios que conlleva toda la lesión cerebral más que a su localización estricta.

Diasquisis (Monakow): la lesión en una región del cerebro puede afectar a otras regiones, previniendo sobre las posturas localizacionistas simples. En este tipo de localizacionismo no frenológico primaba una visión dinámica del cerebro como un todo, con interconexiones entre distintas regiones que posibilitan un funcionamiento global integrado del sistema, dándole así capacidad para realizar reajustes funcionales en caso de lesión.

Lashley (principios de acción en masa y equipontecialidad): Dentro de su concepción holista defendía que el cerebro funciona como un todo integrado y no en partes disgregadas, y cualquier región concreta podía participar por igual en el aprendizaje y la memoria. Esto lo comprobó en ratas: ninguna región era imprescindible para que el animal aprendiera y los efectos de dichas lesiones dependían más de su magnitud que de las regiones concretas dañadas.

Con todo lo dicho las aportaciones de la neurociencia sería: Superación de la vieja polémica localizacionisto/holismo que supone de hecho una integración de las dos posturas, que se matizan y se complementan recíprocamente. Ninguna función psicológica compleja se realiza en una región cerebral única, sin embargo, cada función compleja se compone de muchos procesos simples, y éstos sí parecen estar localizados en regiones cerebrales altamente especializadas.

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