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Lo más habitual es que las disfunciones sexuales sean el resultado de un conjunto variado de factores, que pueden actuar de forma aislada en momentos muy diferentes o de forma simultánea, incluso interaccionando y complementándose. Dada la diversidad de conductas implicadas en las disfunciones sexuales, así como la variedad de causas que pueden intervenir en cada caso, es difícil establecer un modelo explicativo para explicarlas. Por eso, es más habitual centrarse en señalar los factores que pueden colaborar bien a su aparición, bien a su mantenimiento.

3.1. Factores Biológicos

La importancia de estos factores proviene tanto de su capacidad para provocar la disfunción, como de sus efectos indirectos, que se refieren a las reacciones de la persona o su pareja ante la presencia de estos factores y sus consecuencias. Wincze, Bach y Barlow, distinguen entre factores de riesgo directos e indirectos. Los primeros provocan una alteración física que lleva a la aparición de una disfunción sexual, los segundos afectan de forma indirecta al funcionamiento sexual.

Salvo en condiciones extremas, estos factores predisponen al desarrollo de disfunciones sexuales, pero unas habilidades de afrontamiento adecuadas pueden impedir o mitigar el desarrollo de las disfunciones sexuales.

3.1.1. Factores biológicos de riesgo directo

Trastornos vasculares: pueden afectar de dos maneras, bien dificultando la entrada de sangre arterial, bien dificultando la retención de ésta en los genitales. Arterioesclerosis, trastornos vasculares periféricos, trastornos cardiovasculares, trastornos coronarios.

Diabetes: en especial si está mal controlada, parece incrementar la presencia de disfunciones sexuales, debido a problemas vasculares y neuropatías. También de forma más indirecta, debido al estrés adicional que supone.

Otros trastornos que afectan al SN Central y Periférico: como epilepsia, esclerosis múltiple, trastornos renales, trastornos renales, trastornos neurológicos, lesiones o cirugía pélvica, del perineo, de la médula espinal.

Niveles hormonales: en especial bajos niveles de testosterona y de estrógenos.

Alcoholismo: altos niveles de alcoholismo crónico pueden facilitar dificultades sexuales por sus efectos sobre la función hipotálamo-hipofisaria, el hígado y procesos neurológicos centrales y periféricos. También por alterar las relaciones interpersonales.

Fármacos: diferentes medicamentos pueden afectar a las distintas fases de la respuesta sexual tanto en hombres como en mujeres. Antihipertensivos, diuréticos, antipsicóticos e inhibidores de recaptación de serotonina (ISRS). También tranquilizantes menores, anticonvulsivos y anticolinérgicos.

Otros factores: como malformaciones y atrofias genitales, infecciones, lesiones, enfermedades de transmisión sexual, etc.

3.1.2. Factores biológicos de riesgo indirecto

Edad: la edad por sí sola no es una causa directa de la disfunción sexual, aunque sí conlleva un funcionamiento sexual cualitativamente diferente. Estos cambios, lo mismo que los debidos a la mayor presencia de enfermedades, pueden contribuir a dificultades sexuales, que se agravarán si la persona no es capaz de aceptarlos y afrontarlos. Dos aspectos parecen de especial relieve al respecto: actitud positiva y disponer de una pareja sexual.

Fumar: por un lado amplifica otros factores de riesgo como los cardiovasculares, por otro lado aparece asociado a un mayor número de disfunciones sexuales.

Otros factores de riesgo indirecto: la presencia de dolor, de enfermedades crónicas o graves, ataques cardiacos, cambios en la apariencia física. En todos los casos pueden facilitar malestar o ansiedad antes las interacciones sexuales, o reducir el deseo o excitación.

3.2. Factores Psicológicos (Personales)

En general se incluyen en este apartado todos aquellos aspectos referentes a una inadecuada educación, formación o experiencia sexual.

  • Falta de información y educación social.
  • Presencia de problemas o trastornos psicológicos: en especial depresión, consumo de sustancias psicotrópicas y trastornos de la conducta alimentaria.
  • Problemas de miedo y ansiedad que pueden alterar el ciclo de la respuesta sexual.
  • Presencia de otras emociones negativas (ira, resentimiento, inseguridad, falta de autoestima, etc.)
  • Experiencias sexuales traumáticas, tanto en la infancia y adolescencia como en etapas posteriores.

3.3. Factores De La Relación

  • Problemas en la relación de pareja.
  • Problemas de comunicación, bien generales, bien específicos con respecto a la sexualidad.
  • Falta de atracción física.
  • Un repertorio de conductas sexuales restringido.

3.4. Factores Sociales Y Culturales

Muchas prácticas sexuales, así como concepciones al respecto, tienen que ver con la sociedad o cultura en que se ha desarrollado la persona. De especial importancia suelen ser las directrices religiosas.

Aprendizaje y educación infantil sobre la sexualidad.

La doble norma sexual habitual en nuestra sociedad que establece expectativas diferentes para hombres y en las mujeres.

La presión por la realización. Se ha desarrollado una presión social, una obligación por practicar y practicar mucho la sexualidad. De forma que en ocasiones ha pasado de ser una actividad placentera a ser una actividad obligatoria.

3.5. Consideraciones A Los Factores Etiológicos

Aunque se han distinguido cuatro tipos de factores, la realidad clínica es más compleja y es difícil una división tan clara entre distintos tipos de factores. Lo normal es que haya una importante interrelación entre ellos. La forma en que la persona y su pareja reaccionan ante la disfunción en estos casos, puede condicionar drásticamente su ejecución y su satisfacción sexual.

Suele ser muy útil, distinguir la aportación o importancia de estos factores etiológicos en el desarrollo de disfunciones sexuales, en distintos momentos. Así algunos parecen colaborar de forma previa a la aparición de la disfunción sexual, creando las condiciones o predisponiendo a la persona, para que si se dan determinados eventos aparezca la disfunción sexual. Otros actúan de forma más directa en su aparición, precipitándola. Otros actúan una vez que se ha desarrollado la disfunción sexual, facilitando su mantenimiento. Esta distinción de los factores, según el momento de actuación, en predisponentes, precipitantes y mantenedores, suele ser de ayuda para entender el origen, desarrollo y sobre todo mantenimiento actual del problema, así como para hacérsele entender a los pacientes.

3.5.1. Factores predisponentes

  • Inadecuada información sexual (mitos sexuales)
  • Educación moral y religiosa restrictiva
  • Exposición a modelos paternos con relaciones problemáticas o deterioradas
  • Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia
  • Inseguridad en el propio genero o rol psicosexual
  • Castigo o descalificación de conductas sexuales iniciales
  • Expectativas inadecuadas respecto a la sexualidad

3.5.2. Factores precipitantes

  • Inadecuadas experiencias sexuales, insatisfactorias o traumáticas, especialmente en los primeros aprendizajes sexuales
  • Problemas generales de relación de la pareja, tales como falta de comunicación, diferentes expectativas, infidelidades o luchas de poder
  • Comportamientos inadecuados en la interacción sexual como, por ejemplo, la denominada conducta de espectador o bien dedicar un tiempo insuficiente a las caricias o galanteo
  • Presencia de una disfunción sexual establecida en el otro miembro de la pareja
  • Reacción a trastorno transitorio, fármacos y drogas, el cansancio, o fallo esporádico anterior
  • Condicionantes psicobiológicos de los periodos de embarazo y/o parto
  • Falta de adaptación psicológica al cambio biológico en algunas respuestas sexuales, que se producen como consecuencia de la edad
  • Aparición de trastornos comportamentales más generales que puedan interferir con la actividad sexual, tales como la depresión, la ansiedad o el alcoholismo
  • Otras circunstancias adversas de tipo familiar, social, laboral o económico

3.5.3. Factores de mantenimiento

  • Información sexual inadecuada, tanto general, como especifica de la disfunción
  • Desarrollo de respuestas de ansiedad o miedo ante la posible interacción sexual
  • Anticipación de fallos o fracasos, tanto en la esfera sexual como en la personal
  • Sentimientos de culpabilidad o responsabilidad por la disfunción
  • Problemas en la relación de pareja, especialmente de comunicación y atracción
  • Otros trastornos más generales, como depresión, alcoholismo, anorexia, o ansiedad

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