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Un modelo de génesis y mantenimiento de las fobias específicas en la infancia comprende los siguientes mecanismos:

a) Preparatoriedad de la especie humana

La especie humana está biológicamente preparada para aprender respuestas fóbicas, caracterizadas por la facilidad de condicionamiento y la resistencia a la extinción, a estímulos que filogenéticamente han constituido una amenaza para la supervivencia de la especie. Nuestros antepasados se hallaban en inferioridad de condiciones ante los depredadores con visión nocturna, por lo que la oscuridad constituía una situación temida.

b) Predisposición del niño

La vulnerabilidad, biológica como la labilidad electrodermal y psicológica como la sobreprotección de los padres, explica las diferencias individuales en la susceptibilidad al condicionamiento de respuestas fóbicas. Por otro lado, los estudios preliminares apoyan la existencia de cierta incidencia familiar, especialmente en el tipo de fobia sangre-inyecciones-daño caracterizada por una intensa respuesta vasovagal.

c) Procesos de condicionamiento

La hipótesis de la preparatoriedad explica que se teman determinados objetos y no otros. La hipótesis de la predisposición explica que unos niños desarrollen fobia específica y otros no. Sin embargo, la aparición y persistencia de una fobia específica depende en última instancia de las experiencias, directas e indirectas, con el estímulo fóbico:

  • Condicionamiento clásico: la asociación de un estímulo neutro con un estímulo incondicionado origina una respuesta emocional condicionada de naturaleza fóbica. Una fobia específica surge por experiencias traumáticas que confieren al estímulo carácter fóbico, por ejemplo el arañazo de un gato.
  • Condicionamiento operante: las respuestas fóbicas se generan por moldeamiento, manteniéndose por reforzamiento positivo como la atención a las quejas fóbicas y por reforzamiento negativo de la evitación/escape. La advertencia materna, «¡cuidado!, no te acerques al perro» (estímulo discriminativo), da lugar a que el niño se aleje del animal (respuesta fóbica), conducta a la que sigue el abrazo de la madre (reforzador positivo).
  • Aprendizaje social: la observación de experiencias negativas, por ejemplo el niño ve la película «Los pájaros» de Hitchcock, o de respuestas fóbicas de otras personas, por ejemplo el niño contempla a su madre que se asusta ante un animal, condiciona vicariamente fobias específicas.
  • Aprendizaje cognitivo: la transmisión de información atemorizante, como relatos de experiencias negativas de otras personas o historias de miedo, condiciona encubiertamente fobias específicas.

¿Cuál de estos procesos de condicionamiento es el principal responsable del origen de fobias específicas en la infancia? La evidencia con niños sobre mecanismos de adquisición es contradictoria. Algunos estudios sobre génesis de la fobia animal hallan que el proceso más frecuente es el condicionamiento directo (Merckelbach, Muris y Schouten, 1996; Muris, Merckelbach y Collaris, 1997), mientras que otras investigaciones encuentran que son los aprendizajes indirectos (King, Clowes-Hollins y Ollendick, 1997; Ollendick y King, 1991). Los enfoques teóricos de terapia de conducta destacan vías de adquisición, sistemas de respuesta y técnicas de tratamiento diferentes (Méndez, Olivares y Bermejo, 2001).

La fobia a la oscuridad se explica por la intervención de estos procesos de aprendizaje. Inicialmente el bebé no teme la oscuridad. Sin embargo, a los tres años tiene sueños terroríficos que le despiertan. El recuerdo vivido de la pesadilla le asusta. La madre acude inmediatamente al oír el llanto, enciende la luz de la habitación y calma al niño. También contribuye la visión de películas de miedo en las que los crímenes se comenten con nocturnidad y alevosía o los cuentos infantiles donde las princesas habitan luminosos y radiantes palacios de cristal y los ogros cuevas húmedas y oscuras.

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