A mediados de los años 70 del siglo XX, y con el nombre de "Apoyo Social", surge lo que parece ser un nuevo campo de estudio que despertará el interés de diversas disciplinas científicas como la Psicología, la Sociología, el Trabajo Social, la Epidemiología o la Medicina. Como señalaron Sheldon Cohen y Leonard Syme en su clásico volumen de 1985 Social support and health (Apoyo social y salud), rara vez un grupo tan diverso de científicos sociales y de la salud se habían mostrado de acuerdo respecto de la importancia de un único factor en la promoción de la salud y el bienestar. Un acuerdo, interés multidisciplinar y, también, entusiasmo por este nuevo constructo que puede constatarse en diversas afirmaciones que podemos encontrar en publicaciones científicas de máximo prestigio durante los años 70 y 80.
Ese interés, desde luego, no surgía de la nada. En realidad se trataba de la revitalización de un viejo tópico de estudio: el vínculo entre las relaciones sociales, la salud y el bienestar. Un tópico de investigación que ya había despertado la curiosidad de ilustres investigadores sociales a finales del siglo XIX y principios del XX.
Entre esos ilustres precedentes destaca el trabajo publicado en 1897 sobre el suicidio de Durkheim, quien sería uno de los primeros en estudiar científicamente la influencia de experiencias sociales negativas como la ruptura de vínculos sociales y el aislamiento social en los patrones de mortalidad, especialmente en el suicidio.
Otros precedentes ilustres serán las investigaciones de algunos de los fundadores de la llamada Escuela de Chicago como Robert Park, Ernest Burguess y Roderick McKenzie, en los años 20 del siglo XX, quienes también analizarían los efectos negativos (problemas sociales, desorganización social) de la ruptura de las redes sociales y de la desintegración de las comunidades socialmente cohesivas que se producía como resultado de la reubicación en zonas industriales. Finalmente, en el proceso de cristalización de el apoyo social como área de estudio con personalidad propia, también tendrán una influencia fundamental los estudios sobre el estrés, desarrollados durante los años 50 (Selyé, 1956; Hinkle y Wolff, 1958), sobre su influencia en el desarrollo de la enfermedad, y los estudios posteriores sobre el rol de los vínculos sociales compensatorios (como las relaciones sociales de apoyo) como factores protectores de los efectos negativos de los estresores (Lazarus, 1966). De hecho, uno los primeros impulsores en el desarrollo del apoyo social como área de investigación, John Cassel, al identificar una serie de factores protectores que podrían proteger a las personas de las consecuencias negativas del estrés, consideró que el elemento común en esos procesos era "la fortaleza de los apoyos sociales proporcionados por los grupos primarios más importantes del individuo" (1976).
1. Los pioneros y su legado: john Cassel, Sydney Cobb y Cerald Caplan
Las contribuciones de John Cassel (1974, 1976), médico epidemiólogo, junto a las de los psiquiatras Sydney Cobb (1976) y Gerald Caplan (1974), son consideradas unánimemente como los hitos que finalmente proporcionarán al apoyo social su carta de naturaleza como un campo de estudio con personalidad propia, siendo reconocido por la comunidad científica como un concepto clave para la investigación y la intervención. Pero quizás el legado más importante de los trabajos de Cassel, Cobb y Caplan es haber iniciado y marcado el camino de las dos grandes tradiciones que todavía hoy definen el estudio del apoyo social. La primera tradición, caracterizada por el estudio de la influencia del apoyo social en la salud y el bienestar, y los mecanismos y procesos que explican esa influencia, representada fundamentalmente por Cassel y Cobb; y la segunda tradición, centrada en el papel del apoyo social en la intervención social y comunitaria, con especial énfasis en los sistemas formales e informales de apoyo que rodean a la persona, representada principalmente por Caplan.
Tanto Cassel como Cobb llevaron a cabo revisiones de estudios experimentales en los que animales y humanos expuestos a una variedad de estímulos estresantes, pero en compañía de otros iguales o en un contexto interactivo de apoyo, no sufrían los efectos adversos que otros sujetos en condiciones de aislamiento social experimentaban en su salud. Sobre la base de estos estudios, Cassel y Cobb propusieron que el apoyo social protege a las personas de las consecuencias negativas, físicas y psicológicas, de los sucesos vitales estresantes.
Cassel señaló que el apoyo social es proporcionado por los grupos primarios más importantes para el individuo, incluyéndolo en la categoría de procesos psicosociales que denominó "protectores de salud". Ambos investigadores también subrayarían la importancia de los procesos informativos como un componente fundamental en la relaciones de apoyo. Cassel, como epidemiólogo, se había interesado en los efectos negativos que determinadas condiciones de la vida urbana (hacinamiento, viviendas deficientes, vecindarios deteriorados) ejercían en la salud física y emocional de los residentes. Este autor hipotetizaba que una consecuencia importante de esas condiciones de vida era el deterioro de los vínculos sociales, deterioro que reducía la cantidad de información que las personas reciben acerca de su situación y que interfería en el feedback relacionado con la precisión de sus percepciones y la efectividad de sus conductas. Al carecer de ese feedback, se incrementarían los niveles de incertidumbre que pueden llevar a un incremento del estrés y posibles desórdenes físicos y emocionales.
Por su parte, Cobb, concedía tanta importancia a la información que el sujeto recibe del grupo primario o de sus relaciones significativas que, de hecho, sólo consideraba apoyo social a aquella información que lleva al sujeto a creer que es querido y cuidado, que es estimado y valorado y que, además, es miembro de una red de comunicación y obligaciones mutuas.
Tanto Cassel como Cobb concluirían que las relaciones sociales tenían un efecto beneficioso en la salud al ejercer un rol moderador o protector de los efectos perniciosos de los estresores psicosociales. Como señalaron House y sus colaboradores (1988), esta idea de que el "apoyo social" puede sostener o mantener al organismo ante los estresores u otra amenazas, mediante la promoción de conductas adaptativas o respuestas neuroendocrinas, proporcionaba una idea general y simple de cómo y por qué las relaciones sociales podrían tener un efecto causal en la salud. Una idea que generaría cientos de estudios con el objetivo de comprender mejor la relación entre el apoyo social y la salud física y mental.
Por otro lado, y como principal impulsor de la otra gran tradición, centrada en la importancia del apoyo social para la intervención social y comunitaria, se encuentra la figura de Gerald Caplan. Las contribuciones de Caplan, que fue Director del Programa de Salud Mental Comunitaria de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, se enmarcan en el contexto del movimiento de la salud mental comunitaria. De ahí su énfasis en la importancia de los vínculos de los pacientes con su grupo primario y el uso de los recursos sociales disponibles en la comunidad, en particular las fuentes informales de ayuda, tanto para la prevención como para la intervención social y comunitaria.
Entre las aportaciones más destacadas de Caplan se encuentran el estudio de los sistemas de apoyo informal de la comunidad y sus ideas sobre el papel que el profesional debe asumir en la prevención. Para Caplan un sistema de apoyo implicaba un patrón duradero de vínculos sociales contínuos o intermitentes que desempeñan una parte significativa en el mantenimiento de la integridad física y psicológica de la persona al promover el dominio emocional, al aportar orientación cognitiva y consejo, al proveer ayuda y recursos materiales, y al proporcionar feedback acerca de la propia identidad y desempeño. Según Caplan, los sistemas de apoyo suministrarían a las personas las provisiones psicosociales necesarias para mantener su salud psicológica y emocional.
Caplan también realizaría una primera clasificación de los diferentes sistemas informales de apoyo presentes en el ambiente natural, vinculando cada uno de ellos a sus funciones en la protección de la salud. Además, sugirió de qué forma podrían fomentarse los vínculos de apoyo entre los ciudadanos a través de un conjunto de actividades impulsadas por los profesionales. El interés de Caplan en las intervenciones de carácter preventivo basadas en la comunidad también le llevaría a proponer ideas prácticas que los profesionales pudieran utilizar para iniciar o estimular el desarrollo de relaciones de apoyo. Suya es la tesis, por ejemplo, de que la consulta tradicional en salud mental se extienda hasta abarcar la creación de grupos de apoyo; del papel del profesional como educador y transmisor de información a los grupos de apoyo y ayuda mutua; y que el trabajo del profesional se inscriba en el ámbito del vecindario, con ciudadanos clave en permanente contacto con el profesional y compartiendo el protagonismo de la intervención.
Las contribuciones de Cassel, Cobb y Caplan supusieron la consolidación del constructo "apoyo social" como objeto de estudio e instrumento de intervención.
Sus trabajos marcarían, además, los caminos que todavía hoy caracterizan a los planteamientos teóricos, la investigación y la intervención que giran en torno al concepto de apoyo social.