Al trazar el recorrido histórico de la Psicología Comunitaria es importante reconocer el hecho de que ésta surge en Estados Unidos con el objeto de reformar el sistema de salud mental y así crear redes de atención que atiendan los problemas de la comunidad, mientras que en Latinoamérica emerge como una respuesta profesional ante contextos sociales generalmente asociados a condiciones de injusticia y marginación.
Todo psicólogo comunitario no puede olvidar que su trabajo se enmarca tanto en el ejercicio profesional como en el científico, y que su labor depende tanto de las condiciones históricas como de su propia capacidad para apropiarse del conocimiento disponible, tal y como ha quedado constatado en los distintos marcos teóricos de la disciplina que tienen en común, entre otras características: la orientación hacia la competencia-prevención, la preferencia por la intervención organizacional-comunitaria y la necesidad de una base de investigación empíricamente fiable.