3.1 Las aplicaciones en el diagnóstico clínico: posturas clásicas y debates abiertos
Los trastornos psicológicos representan una de las manifestaciones más importantes de las diferencias individuales. Por ello, agruparlos todos por criterios como los del DSM-IV o el CIE-10 es contradictorio. Es decir, el objetivo de las reivindicaciones no solo es superar algunas de las limitaciones que presentan los sistemas diagnósticos utilizados habitualmente en el ámbito clínico, sino también la posible implantación de tratamientos psicológicos más ajustados a las características individuales. Ante los debates planteados se proponen 3 líneas de integración entre los procedimientos más clásicos y los más relacionados con la Psicología de las diferencias individuales.
En primer lugar, tenemos la integración de los diagnósticos categorial y dimensional. La idea es enriquecer la tradicional clasificación en categorías independientes con una aproximación dimensional más propia de la Psicología de las diferencias individuales que permite abordar la complejidad de los patrones de síntomas. Es más congruente con la ausencia de límites discretos de lo que es “normal” y lo que es “patológico” y permite comprender la gran heterogeneidad existente entre los síntomas.
En segundo lugar, podemos hablar de una integración entre los diagnósticos transversal y longitudinal. Los transversales están basados en la observación de un grupo de individuos que presentan el mismo trastorno con síntomas similares y los longitudinales estudian la evolución de la sintomatología a lo largo de la vida y la perspectiva propia del individuo y de la evolución de su propia enfermedad.
También se integran el nomotético (el tradicional) y el idiográfico. Éstos últimos estarían interesados en el estudio de la persona y sus procesos y no sólo en cómo un individuo, diagnosticado en un trastorno determinado, se encuentra en el grupo concreto en el que ha sido diagnosticado.
3.2 Las nuevas aplicaciones al campo de la prevención y promoción de la salud bajo el modelo biopsicosocial
El modelo Biomédico fue criticado por ser dualista, reduccionista, mecanicista y estar orientado a la enfermedad.
El Modelo Biopsicosocial señala que, tanto la salud, como la enfermedad, son consecuencia de la continua interrelación existente entre factores biológicos, psicológicos y sociales. Por tanto, la salud y la enfermedad responden a un rico entramado de relaciones (factores biológicos, sociales y psicológicos) entre el ser humano y su entorno que se traduce, a su vez, en efectos múltiples y sistémicos.
El concepto actual de la OMS es sistémico. Define la salud como un estado de bienestar físico, mental, y social completo, y no sólo la ausencia de enfermedad e incapacidad, sino un estado positivo que concierne al individuo en si mismo en el contexto de su vida, Es decir, es un estado dinámico de bienestar, al que, además del físico, mental y social, se añade el espiritual.
Las tres Cs (coche, corazón y cáncer) son las principales causas de muerte en nuestra época, en buena manera relacionadas con nuestros hábitos y estilo de vida, y con nuestra personalidad, y, por tanto, con la forma en que afrontamos los acontecimientos de nuestra vida.
Personalidad y estrés
La personalidad representa la forma habitual de afrontar los acontecimientos a lo largo de la vida y, en consecuencia, influye sobre la determinación del tipo de valoración y afrontamiento posterior que los individuos suelen presentar ante las situaciones potencialmente estresantes.
Vías potenciales a través de las cuales la personalidad puede incidir sobre el estrés:
- Incrementando el encuentro con un mayor número de situaciones potencialmente estresantes, en la medida en que el individuo busca y provoca, de forma activa, este tipo de situaciones.
- Determinando de qué forma se perciben y valoran las situaciones.
- Determinando la percepción habitual de control y de recursos que las personas tienen.
- Contribuyendo a la selección de las estrategias de afrontamiento que se ponen en marcha en respuesta a la situación de estrés percibido, con el objetivo de restablecer el equilibrio.
- Generando más estrés en función del afrontamiento realizado.
La vertiente emocional negativa de la personalidad hace referencia a aquellos individuos que perciben un mayor número de situaciones como amenazantes, afrontándolas, por lo general, a partir de la expresión de emociones negativas como la depresión, el pesimismo, la ansiedad o la ira.
La vertiente motivacional-energética de la personalidad hace referencia a aquellas personas que perciben un mayor número de situaciones como retos positivos, estimando que cuentan con recursos suficientes para afrontarlos de forma activa, dando soluciones a los problemas planteados.
La personalidad resistente (hardiness) se caracteriza por un mejor afrontamiento de las situaciones estresantes, vinculado a una mayor resistencia frente al estrés y sus perniciosas consecuencias. Presenta compromiso, reto y control, es decir, una orientación vital optimista.
El papel de la Personalidad en las enfermedades cardiovasculares e inmunológicas
El PCTA es un patrón de personalidad relacionado con la enfermedad cardiovascular y configurado por una dimensión motivacional, especialmente en lo referente a la Competitividad, y a la sobrecarga de trabajo, y una dimensión emocional relacionada con Hostilidad e Impaciencia.
Representa un modelo de funcionamiento transaccional con el entorno que incrementa significativamente el estrés y el potencial patogénico del patrón, en función de los siguientes aspectos:
- Crea, elige y participa activamente en situaciones que presentan un mayor nivel de reto y exigencias.
- Valora con más frecuencia las situaciones como amenazantes o como retos para su necesidad de control.
- Su estilo de afrontamiento contribuye a prolongar el contacto con los estresores (afrontamiento activo y de confrontación).
- La expresión abierta de conductas Tipo A provoca o elicita respuestas negativas por parte del entorno, lo que conduce a un apoyo social menor.
- Suele mostrarse insatisfecho con sus logros.
- Presenta una estrategia de focalización atencional destinada a rendir al máximo, observándose una negación de los síntomas de estrés, con la consiguiente prolongación del contacto con el estresor.