La exposición aguda etanol produce desinhibición y euforia, estos efectos son la base de las acciones de esta sustancia como reforzador es positivos. La exposición crónica produce dependencia, que es mantenida fundamentalmente por mecanismos de refuerzo negativo. Tanto los efectos agudos como los crónicos del etanol son proporcionales a su concentración en sangre. El consumo crónico, además, conduce a daño cerebral, amnesia, perturbaciones de sueño, estado psicóticos y convulsiones.
Fases de la exposición aguda a alcohol:
- Fase de excitación: Al principio de la ingesta, son características la euforia, la facilidad para expresar sentimientos, la pérdida de inhibiciones, y la locuacidad
- Fase hipnótica: A medida que aumenta la concentración de etanol se van instaurando manifestaciones como incoordinación motora y alteraciones del equilibrio y de la ambulación, confusión mental, habla pastosa, irritabilidad, mareos, náuseas, vómitos, un enlentecimiento de la respiración y el pulso cardíaco.
- Estas dos primeras fases va también acompañadas de enrojecimiento facial, dilatación popular y superación. Además, suele ser aquí cuando surge la accidentalidad y el sujeto es más conflictivo socialmente.
- Fase anestésica: Si la ingesta de etanol sigue, hay una pérdida de consciencia, de los reflejos y del control esfinteriano. La atonía muscular se va generalizando así como las dificultades respiratorias llegando a un estado de estupor y coma
- Fase bulbar: Cuando la intoxicación alcohólica avanza hasta el punto de la pérdida de las funciones del bulbo raquídeo puede producirse una para cardiorrespiratoria y la muerte de la persona