La dietilamida del ácido lisérgico (LSD) es el prototipo de las sustancias que producen alucinaciones, se consume por vía oral, generalmente pastillas, aunque a veces, se añade a papel absorbente dividen cuadrados. Actualmente la dosis habitual es de entre 20 y 80 μg. Los efectos del LSD son imprescindibles, dependen de la cantidad, de la personalidad del sujeto, de la situación emocional, de las expectativas ante consumo y del ambiente en el que se consume. Normalmente el consumidor nota sus efectos entre los primeros 30 y 90 minutos.
Los efectos fisiológicos son: pupilas dilatadas, aumenta la temperatura corporal de la frecuencia cardiaca, sudoración, pérdida del apetito, activación general, sequedad en la boca y temblores.
Los efectos psicológicos son mucho más cambiantes, el sujeto tiene varias sensaciones y sentimientos al mismo tiempo. Si la dosis es suficientemente alta, aparecen las ilusiones alucinaciones, se oyen colores y se ven sonidos. La sensación personal del tiempo, del espacio y si mismo cambia, incluso de manera amenazadora. Esta es experiencia suelen durar mucho tiempo, y comienzan a disminuir a las 12 horas de haber consumido.
En consumidores crónicos, es bastante frecuente la aparición súbita de las sensaciones vividas sin que se haya consumido la droga, son como flashbacks, que aparecen sin ninguna razón después de dos días con muchos meses de haber dejado de tomar esta droga. Este es frecuente en personas que además de consumir LSD tiene problemas de personalidad subyacentes, aunque parece igualmente en personas sanas consumidoras. Los consumidores de LSD también experimentan sintomatología psicótica, típica de la esquizofrenia de la depresión.
Su cese no produce una búsqueda compulsiva de la droga como ocurre con otras, por ello muchas personas piensan que no sustancia adictiva, sin embargo, produce tolerancia y ello con lleva la elevación progresiva de la dosis.