El procesamiento de anáforas y conectores requiere la aplicación de inferencias por lo que es fundamental en la psicología del lenguaje la representación del significado.
Algunos aspectos del significado de las oraciones relacionados con la semántica y la pragmática del lenguaje influyen, como la corporeidad del significado, la comprensión de metáforas y el procesamiento de la negación y de los enunciados contrafactuales.
Aproximadamente la mitad de las palabras que se generan o se comprenden son gramaticales a excepción de las protolenguas o lenguas macarrónicas que apenas tienen gramática.
Así, según Bickerton, las lenguas macarrónicas carecen de algún tipo de flexión morfológica o concordancia de número o persona, verbos auxiliares, subordinación, conjunciones y muy pocas preposiciones, artículos o adjetivos demostrativos, aunque pueden incluir algunas negaciones, indicadores de preguntas y cuantificadores.
Estas lenguas emergen en circunstancias especiales, en las que se ha tenido que comunicar a lo largo de los años sin disponer de una lengua compartida.
Las teorías corpóreas consideran que la comprensión de oraciones implica simulaciones sensorio-motoras de los eventos, y estas simulaciones constituyen un aspecto fundamental del significado lingüístico. Así, la comprensión de oraciones que describen objetos activa representaciones visuales.
En un estudio de Stanfield y Zwaan se presentaban oraciones (“Juan metió el lápiz en el cajón”, “Juan metió el lápiz en el vaso”) y, a continuación, el dibujo del objeto (lápiz) en posición horizontal o en posición vertical.
Así, la verificación oración-dibujo fue más rápida cuando la orientación de éste era coincidente con el significado de la oración (lápiz en el cajón y dibujo de lápiz horizontal, o lápiz en el vaso y dibujo del lápiz vertical) que cuando no lo era.
Por otra parte, en la comprensión de oraciones referidas a acciones activa representaciones motoras los participantes deben comprender oraciones referidas a acciones, al mismo tiempo que realizan ellos mismos una acción motora, que es similar (compatible) o diferente (incompatible) con la mencionada en la oración.
Este paradigma de compatibilidad oración-acción (COA) , fue ideado por Glenberg y Kaschak, quienes presentaban a los participantes oraciones que describían un movimiento de transferencia hacia sí mismo (“Raúl te entregó la pizza”) o hacia otro (“tú le entregaste la pizza a Raúl”) junto a oraciones de relleno absurdas (“Mónica te cantó un reloj”) donde los participantes debían juzgar en cada oración si tenía sentido o no. La mitad de los participantes respondían “sí” moviendo una palanca hacia delante, y la otra mitad respondía “sí” moviendo la palanca hacia atrás.
Las respuestas “sí” fueron más rápidas en las condiciones en que la dirección del movimiento motor y la dirección de la transferencia coincidían (“transferencia hacia otro-movimiento adelante” y “transferencia hacia sí mismo-movimiento atrás”).
Así, los efectos de compatibilidad oración-acción existieron también en las oraciones abstractas.
Sin embargo, en una investigación desarrollada por de Vega, Moreno y Castillo el procedimiento experimental difiere del estándar.
Las investigaciones con técnicas de neurociencia, especialmente las imágenes de resonancia magnética funcional (RMf), han mostrado que la comprensión de oraciones de acción activa regiones de la corteza motora y premotora que son específicas del tipo de acción mencionada.
Tettamanti registró la actividad cerebral de un grupo de participantes mediante dicha técnica mientras escuchaban oraciones relativas a movimientos de la boca (“muerdo una manzana”), de las manos (“cojo un cuchillo”) o de las piernas (“doy una patada al balón”).
Como condición de control se utilizaron oraciones con contenido abstracto (“aprecio la sinceridad”).
Los resultados mostraron que una región específica de la corteza frontal inferior izquierda (pars opercularis u opérculo central) se activaba en todas las oraciones con verbos de acción, pero no en las oraciones abstractas.
Esta región, que pertenece al área de Broca, se ha relacionado con la planificación y observación de acciones motoras. Pero, además, las oraciones con verbos de movimiento de la boca, las manos o las piernas activaban otras áreas específicas de la corteza motora, relacionadas con la ejecución de los movimientos correspondientes.
Así, en la comprensión del lenguaje de acción podrían estar implicadas las denominadas neuronas espejo.
Rizzolatti implantó microelectrodos en neuronas específicas de la corteza premotora en el cerebro de macacos registrándose actividad en algunas de estas neuronas cada vez que el animal realizaba un movimiento. No obstante, también se observó dicha actividad cuando el animal observaba un movimiento análogo del investigador o de otro primate, pudiendo suponer que estas neuronas estaban relacionadas con la conducta imitativa, pero también con la capacidad de comprensión de las acciones e intenciones de los demás e incluso con la empatía emocional.
Además, la comprensión de oraciones activa expresiones faciales.
Havas, Glenberg y Rinck presentaron a los participantes oraciones relativas a eventos de valencia positiva o de valencia negativa en la que los participantes debían juzgar cada oración como agradable o desagradable mientras presentaban un lápiz entre los dientes, forzando una mueca parecida a una sonrisa o un lápiz entre los labios forzando una expresión de preocupación. Así, la manipulación de la expresión facial era encubierta, ya que a los participantes se les indicaba que la finalidad de mantener el lápiz era evitar la articulación vocal.
Se observó que los tiempos de respuesta agradable/desagradable indican un efecto de compatibilidad, es decir, la expresión de preocupación (lápiz en los labios) produce una respuesta más lenta para los contenidos agradables que la sonrisa (lápiz en los dientes), y la pauta se invierte para los contenidos desagradables.
Los autores argumentan que durante la comprensión de oraciones los lectores simulan la emoción implícita, empleando los mecanismos cerebrales correspondientes, que incluyen la expresión facial apropiada de forma que, cuando la expresión forzada contraria se produce dificultad de comprensión.
Por otra parte, en un estudio de Havas basado en la aplicación de un tratamiento antiarrugas consistente en una inyección subcutánea de toxina botulínica (paralizante en los músculos del entrecejo, corrugado res) en la que en cada sesión (antes y después del tratamiento) las participantes leyeron oraciones relativas a situaciones de ira, de pena o situaciones alegres, se comprobó que la velocidad lectora de las oraciones alegres no había variado entre ambas sesiones. Sin embargo, la lectura fue más lenta tras el tratamiento con toxina botulínica tanto en las oraciones tristes como en las de enfado.
Metáforas
Las metáforas son expresiones semánticamente híbridos ya que se refieren a ideas abstractas pero utilizando palabras concretas.
Las metáforas son literalmente falsas. En los últimos 30 años el estudio cognitivo de la metáfora se ha convertido en un campo importante de investigación ya que las metáforas son muy frecuentes.
Se ha calculado que se emplean 5 o 6 metáforas por cada minuto de conversación aunque muchas de ellas pasan inadvertidas, ya que permanecen arraigadas en los hábitos lingüísticos que no producen ninguna “tensión metafórica” como las metáforas de temperatura (Metáforas muertas).
Las metáforas son herramientas de colonización cognitiva. Lakoff y Johnson proponen que las metáforas son modos de pensar.
Así, las metáforas orientacionales son un rico sistema conceptual organizado en torno a las dimensiones del espacio.
Además, las metáforas pueden ser generativas, es decir, pueden guiar el comportamiento.
Existen algunos experimentos representativos que tratan de fundamentar la comprensión de las metáforas en los procesos sensoriomotores basándose la idea de que las metáforas no son convenciones lingüísticas arbitrarias sino que, en algunos casos, su significado metafórico activa realmente procesos corpóreos.
Según la teoría de Lakoff y Johnson las metáforas son conceptuales, y las nociones abstractas de triunfo y fracaso pertenecen al mismo sistema metafórico arriba-abajo, incluso aunque las expresamos literalmente.
Además, el tiempo también se organiza sobre la dimensión espacial izquierda-derecha.
Lakoff y Johnson utilizaron un procedimiento tipo COA, en una tarea de comprensión de metáforas orientacionales con tres tipos de metáforas:
- Literales espaciales (“La gran hélice hizo elevarse el helicóptero”)
- Metáforas espaciales (“Su divorcio le hizo caer en la depresión”)
- Abstractas no espaciales (“Su entusiasmo le hizo triunfar en la profesión”)
Negación
La alteración de los valores de verdad de las premisas cuando están en forma negativa o contrafactual tiene consecuencias importantes en el razonamiento deductivo.
La negación se basa en conocimientos pre-almacenados en la memoria semántica.
Las negaciones episódicas requieren que el lector u oyente asuma un supuesto previo, en el que adquieren valor informativo.
Esta función pragmática de la negación es la más primitiva desde el punto de vista evolutivo, ya que los bebés comprenden muy tempranamente la negación imperativa.
Una investigación pionera sobre la comprensión desarrollada por MacDonald y Just puso de manifiesto que la negación cambia el foco del discurso desviándolo del concepto negado.
Tradicionalmente se consideraba que la negación es un operador simbólico que se aplica sobre la representación proposicional de la oración, ejerciendo un efecto de reducción de activación. Sin embargo, otra posible explicación podría ser que la negación afectara al modelo de situación, es decir, se representa la situación descrita con un objeto presente (el afirmado) y otro ausente (el negado) y, en consecuencia, este último resulta menos accesible en la tarea de verificación de la palabra de prueba porque simplemente «no está» en la situación. Los estudios neurocientíficos también impulsaron el estudio de las negaciones, tratando de desvelar cómo modulan los procesos cerebrales en contraste con los enunciados afirmativos.
Tettamanti desarrolló un estudio con RMf en el que se registraban los cambios hemodinámicos del cerebro demostrando que se producía cierta actividad en la corteza motora y premotora (áreas frontoparietales) durante la comprensión de oraciones de acción afirmativas, en comparación con las oraciones abstractas afirmativas.
Sin embargo, cuando se analizaron las oraciones de acción negativas, se constató una reducción de actividad en esas mismas áreas motoras, indicando que la negación bloquea las representaciones motoras asociadas al lenguaje de acción.
Oraciones contrafactuales
Finalmente, las expresiones contrafactuales se emplean para hacer conjeturas acerca de eventos pasados que podrían haber sido de otro modo y que permiten valorar los eventos ya ocurridos, contrastándolos con sus alternativas hipotéticas.
Además, según han revelado los psicólogos sociales, las expresiones contrafactuales desempeñan múltiples roles en la vida cotidiana, como ayudar a establecer vínculos causales, aprender a partir de los errores, favorecer la toma de decisiones, persuadir al interlocutor, etc. y se relacionan con algunas emociones humanas complejas, como el pesar o el alivio.
Las oraciones contractuales presentan un significado dual, representando por una parte una situación realista y por otra, una situación hipotética.
Santamaría, Espino y Byrne estudiaron la complejidad semántica de las expresiones contrafactuales presentando a los participantes oraciones condicionales contrafactuales o factuales como las siguientes:
- Si hubiera habido rosas entonces habría habido lilas (Contrafactual)
- Si hay rosas, entonces hay lilas (Factual)
Después de cada oración seguía otra oración de consecuencia que podía ser afirmativa (“había rosas y había lilas”) o negativa (“no había rosas y no había lilas”).
Los participantes que habían recibido el condicional contrafactual aceptaban como continuación válida tanto la versión afirmativa como la negativa, mientras que los que habían recibido el condicional factual sólo aceptaban la continuación afirmativa .
Además, un estudio de Vega y Urrutia demostró que las oraciones contractuales, a pesar de su carácter hipotético parecen inducir representaciones motoras cuando describen acciones.