Una buena capacidad de autorregulación contribuye al éxito en la vida, en diferentes dominios como el escolar, laboral y social, ya que predice un amplio rango de resultados deseables, como buen rendimiento escolar, popularidad interpersonal, relaciones personales de calidad, utilización de estrategias de afrontamiento efectivas y salud mental. Así, se ha mostrado como predictor de la competencia cognitiva, emocional y social.
En función del sexo, se ha encontrado que las mujeres muestran una capacidad ligeramente superior.
Además, las personas son más felices y están más sanas cuando logran ajustarse a su ambiente, y una manera de lograrlo es cambiar uno mismo para adaptarse al mundo, lo que constituye una de las características de lo que se entiende por autorregulación.
Las personas con lesiones en el córtex frontal presentan déficits de autorregulación, como alta impulsividad, por lo que se la considera la región cerebral responsable de la conducta autorregulada. Así mismo, el córtex frontal dorsolateral, implicado en la modulación de la atención, juega un rol importante en los procesos de autorregulación.
Por otra parte, se ha demostrado que los fallos en la conducta son más probables según avanza el día, paralelo al declive en la eficiencia con la que el organismo emplea la glucosa, así como con el ritmo metabólico.