Hay una serie de hormonas que son producidas y liberadas en respuesta a la acción de las hormonas trópicas adenohipofisarias. Éstas son las hormonas tiroideas, corticosuprarrenales y gonadales.
Las hormonas tiroideas, tiroxina o tetrayodotironina (T4) y triyodotironina (T3), liberadas por la glándula tiroides, mantienen la tasa metabólica basal a un nivel normal y la temperatura corporal. También contribuyen a regular los procesos de crecimiento celular y diferenciación de los tejidos. Su falta durante el desarrollo produce importantes daños en el SNC. La secreción de estas hormonas depende de la acción que sobre la glándula tiroides ejerce la hormona estimulante del tiroides (TSH) liberada desde la adenohipófisis. La secreción de TSH está en función, tanto del nivel circulante de hormonas tiroideas, como de la acción estimulante ejercida por la hormona liberadora de tirotropina (TRH) producida por el hipotálamo.
Las hormonas corticosuprarrenales (o adrenocorticales) se producen en la corteza de las glándulas suprarrenales (o adrenales). Ésta libera tres tipos de hormonas esteroides: mineralocorticoides, glucocorticoides y esteroides sexuales. La aldosterona es el principal mineralocorticoide e interviene en la regulación de la concentración de iones en sangre. La secreción de glucocorticoides depende de la liberación de ACTH (hormona adrenocorticotrópica o corticotropina) que, a su vez, está controlada por la CRH (hormona liberadora de corticotropina). La secreción de CRH y ACTH cesa si la concentración plasmática de glucocorticoides es alta. El cortisol es el principal glucocorticoide que segregan los humanos. Hay receptores de glucocorticoides en prácticamente todas las células del cuerpo. Estas hormonas intervienen en la regulación de procesos metabólicos que conducen al consumo de la energía almacenada en el organismo. Incrementan los niveles de glucosa en la circulación sanguínea a través de diferentes procesos. La liberación de glucocorticoides aumenta de forma notable en situaciones de estrés. Además, los glucocorticoides suprimen la respuesta del sistema inmunitario, por lo que es estrés mantenido durante un tiempo prolongado incrementa la vulnerabilidad a desarrollar enfermedades.
Las hormonas gonadales, andrógenos y los estrógenos, son esteroides sintetizados en los órganos reproductores. Los testículos tienen dos funciones principales: la espermatogénesis y la producción de andrógenos, siendo la testosterona uno de los principales.
Los andrógenos son los responsables de la inducción del fenotipo masculino durante la embriogénesis. En estas primeras etapas de la vida no solo masculinizan los genitales, sino también organizan los circuitos del SN que generan los patrones conductuales típicos del macho.
Los androgenos inducen los cambios anatómicos y funcionales que se producen en la pubertad y regulan en adultos la función reproductora masculina.
Tanto la producción de espermatozoides como la síntesis y liberación de andrógenos está regulada por las gonadotropinas (LH y FSH) secretadas por la hipófisis anterior, cuya liberación está determinada por la secreción desde el hipotálamo de la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH).
La hormona luteinizante (LH) actúa sobre las células intersticiales, donde estimula la producción de testosterona, mientras que la hormona folículoestimulante (FSH) actúa sobre las células de Sertoli, interviniendo de esta manera en el desarrollo de los espermatozoides.
Los ovarios también tienen dos funciones distintas pero relacionadas, la producción de gametos y la síntesis de hormonas esteroides. Las hormonas ováricas son los estrógenos, principalmente el estradiol, y la progesterona.
La cantidad relativa de cada una de las hormonas ováricas varía a lo largo del ciclo menstrual y durante la gestación. En la primera fase del ciclo menstrual (fase folicular), la secreción de gonadotropinas promueve el crecimiento del folículo ovárico y la liberación de estrógenos. La elevada secreción de estrogenos dispara la secreción de la LH, la cual produce la rotura del folículo y la ovulación. Después de la ovulación, el folículo se convierte por acción de la LH en cuerpo lúteo (fase luteínica). El cuerpo lúteo libera gran cantidad de progesterona, hormona que tiene una función favorecedora de la gestación. Los estrógenos también intervienen en el desarrollo temprano del fenotipo femenino.
En la pubertad se produce un aumento gradual en la secreción de estrógenos que va a promover el desarrollo y mantenimiento de los órganos reproductores femeninos, así como la aparición de los caracteres sexuales secundarios.
La variación cíclica en el nivel de estrógenos que se produce durante los ciclos menstruales continúa con una disminución progresiva hacia el final de la vida reproductora, no existiendo apenas secreción después de la menopausia.
Los estrógenos también actúan sobre estructuras del SN donde intervienen en su organización específica según el sexo y afectan a su actividad neural.