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Este modelo coincide con el de Williams, por la atención prestada a a las consecuencias aversivas que tienen para el pensamiento, la emoción, la motivación y la conducta las reacciones negativas de otras personas, entre las que están: desinterés, crítica, prejuicio, evitación, rechazo, traición, estigmatización, ostracismo, desdén abandono, abuso, acoso y burlas de menor importancia.

Los sentimientos heridos, que suelen ir acompañados por un descenso en la autoestima, ocurren inmediatamente tras el rechazo pero pueden desencadenar tres tipos de reacción muy diferentes entre sí:

  1. Guarda relación con los motivos socíopetos, que responden a un deseo acrecentado de contactos sociales, tanto con el causante del rechazo como con otras personas en las que se espera encontrar aceptación y apoyo.
  2. Está guiado por los impulsos de cólera, y suele manifestarse mediante conductas que los demás pueden vivir como antisociales, y que surgen bien como defensa, bien como ataque a la fuente de rechazo.
  3. Consiste en la huida del contacto social, y, de forma parecida a lo que sucedía en el primer tipo, no sólo se evita a la fuente del rechazo, sino que esa evitación se extiende a otras personas, en este caso aquellas de las que se sospecha un rechazo probable.

Reacción al rechazo

Richman y Leary (2009), analizan una serie de aspectos de la forma en que se produce el rechazo:

  • La percepción de inequidad o injusticia.
  • Las expectativas de reparación de la relación.
  • El valor de la relación.
  • La posibilidad de alternativas.
  • La cronicidad o generalidad.
  • Los costes percibidos del rechazo.

Percepción de inequidad o injusticia

El rechazo que la persona considera merecido y justo no llevará probablemente a una reacción de cólera contra el causante del rechazo, pero sí el que se considera injustificado.

Expectativas de reparación de la relación

Las respuestas prosociales, es decir, aquellas destinadas a recuperar la relación, serán más probables cuando la persona rechazada considera que es elevada su probabilidad de recuperar el valor relacional, es decir, el valor que las demás personas asignan a relacionarse con ella. Lo contrario sucederá cuando esté convencida de que el rechazo conduce inexorablemente a una ruptura del vínculo que la une a la fuente del rechazo. En este caso lo más probable es una reacción antisocial o evitadora.

Valor de la relación

El rechazo que se produce de una relación muy valorada tenderá a llevar la reparación de dicha relación. Hay que esperar lo contrario, cuando la relación se considere poco valiosa. En estos casos, sentirse rechazado puede provocar tanto una respuesta antisocial como una de evitación.

Posibilidad de alternativas

Estas relaciones suavizan la dureza del rechazo. Estas alternativas constituyen una especie de tentación a retirarse de la relación original en la que surgió el rechazo, y proporcionan razones para no ceder a reacciones de cólera. Aquí encaja la idea de sustitución avanzada por Baumeister y Leary, donde es posible que nuevas relaciones y pertenencias sustituyan a las ya finalizadas, y a partir de ese momento, estas pierden importancia y capacidad para herir sentimientos.

Sin embargo, la retirada de la relación original será poco probable cuando no haya disponibilidad de alternativas valoradas, y lo que sucederá en una situación así será más bien que la persona se implicará en conductas prosociales con mayor intensidad.

Cronicidad y generalidad

El rechazo continuado y prolongado en el tiempo tiende a reacciones de retirada y evitación, las personas que lo sufren incurren en consumo de alcohol o drogas.

Costes percibidos del rechazo

Cuando las personas más hayan invertido en una relación, bien sea en tiempo, esfuerzo, dinero o experiencias compartidas, mas costoso será el rechazo y mayor la motivación para intentar restaurar esa relación.

Conductas reparadoras

La persona tras una experiencia de rechazo, es más sensible a todo lo que pueda dar información sobre su valor relacional, por eso, estas personas prestan más atención al tono emocional de las voces de otras personas, son más certeras a la hora de interpretar sus expresiones faciales y recuerdan mejor la información social, todo lo que es muy útil para encontrar pistas que les ayuden a reparar la relación y a evitar más rechazo en el futuro.

La necesidad de pertenencia varía de unas personas a otras. Cuando más fuerte es la necesidad de pertenencia, más dispuestas están a cooperar con otras personas y grupos tras sufrir rechazo, con el fin de aumentar su valor relacional.

Una estrategia a la que pueden recurrir las personas rechazadas, cuando fracasan sus intentos de reparar una relación concreta, es buscar apoyo social en otros, para confirmar a la persona que todavía dispone de relaciones que la ayudarán a compensar el daño sufrido. Encontrarse identificado con el propio grupo contribuye a mejorar el bienestar en las personas que pertenecen a grupos minoritarios estigmatizados.

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