Lo que hacemos, sentimos y pensamos, depende de nuestras características individuales y de la situación en la que nos encontramos.
Debido a que somos una especie sociable por necesidad, contamos con una serie de motivos básicos, especialmente el de pertenencia, que nos impulsa a vincularnos a otros seres humanos y a tratar de evitar el rechazo social.
Los seres humanos se adaptan a su ambiente por medio de la integración en grupos de interacción directa. El grupo significa apoyo social y vínculos sociales. Esta demostrado que las personas socialmente integradas sobreviven mejor.
Fisker (2010) aporta los siguientes datos: los varones viven más años cuando tienen más vínculos sociales, es decir, están casados, mantienen contactos con la familia extensa y con amigos, pertenecen a una iglesia y tienen otras afiliaciones formales e informales. El beneficio de los vínculos sociales también se da en el caso de las mujeres, aunque no es tan pronunciado.
Sociabilidad a través del grupo
La persona individual no puede sobrevivir contando sólo con sus propias capacidades, habilidades y esfuerzos, sino que necesita los esfuerzos y conductas de las otras personas del grupo y depende de ellas.
Su complemento es la identificación social, proceso por la que la persona incluye en su autoconcepto a los miembros de su grupo cuando percibe, y acepta, su pertenencia a una categoría común, que se conoce como "endogrupo". No obstante, las relaciones entre la persona y el grupo no siempre son positivas.