Las personas son el producto singular de su biografía y tiene una permanente vocación de felicidad y plenitud (Bayés): la persona es el conjunto de situaciones que ha experimentado a los largo de la vida, de las decisiones que ha tomado, de las relaciones personales que ha tenido, todo ello dentro de un entorno específico y en busca de una felicidad constante que, a veces, se escapa.
Factores que afectan la forma de enfrentar la muerte
Momento evolutivo:
Cuando el fallecimiento ocurre en un momento no normativo(a edades tempranas), la familia del fallecido sufre más y es más difícil la recuperación.
Adolescentes y adultos jóvenes: la muerte no preocupa, ya que es cosa que ocurre a otros y a ancianos (fábula personal). Las conductas de riesgo son frecuentes y la accidentalidad con resultados mortales elevada.
Adultos: con el matrimonio y la llegada de hijos comienzan a preocuparse por su salud física por ellos mismos y por el sentido de responsabilidad de tener que estar ahí para los otros (ser queridos).
A partir de la década de los 30: la experiencia real con la muerte aumenta (sufren pérdidas de familiares o amigos) Entre los 30 y los 60 años el principal temor de las personas es fallecer dejando cuestiones inconclusas.
Ancianos: piensan más en la muerte pero la temen menos, sintiendo menos ansiedad que los jóvenes ante la misma. Prefieren (al igual que otras personas de otras edades que tiene cerca la muerte) estar cerca de los seres queridos, resolver antiguas rencillas y recordar la importancia que las personas queridas han tenido a lo largo de la vida.
Plenitud alcanzada:
Aquellas personas que han alcanzado la sabiduría (Erikson) afrontarán la muerte con mayor serenidad que quienes no han llegado a la plenitud.
Significado cultural:
Especial importancia de los aspectos normativos relacionados con la historia ante la muerte. No afrontan la muerte de la misma manera un budista que un católico o un ateo.
El proceso de la muerte: el trabajo de Kübler-Ross
La psicóloga Elisabeth Kübler-Ross describió 5 etapas por la que pasarían todos los enfermos al enfrentarse a la muerte:
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Negación: es una de las actitudes que aparece con mayor frecuencia en el enfermo y en los familiares. Puede ser total (“no me estoy muriendo”) o parcial (“sí, tengo cáncer y no me están medicando, pero no todo el mundo muere”). Se acompaña de un efecto secundario: no se habla de la muerte ni de la enfermedad para no hacer sentir mal al enfermo terminal o familiares. Gracias al trabajo de Kubler-Ross y otros como Bayés se ha reconocido el derecho del paciente a conocer su muerte inminente y hablar de ello con sus familiares.
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Ira: es una de las sensaciones frecuentes ante la noticia de la muerte.
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Negociación: pide a Dios, al destino, o al diablo que retrase su muerte. Es frecuente que sea más "dócil" ante la esperanza de prolongar su vida por buena conducta.
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Depresión: suele surgir con el recrudecimiento de la enfermedad y la obviedad de los síntomas físicos. Desesperación y frustración por no poder hacer nada.
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Aceptación: no está feliz pero tampoco triste. Se acepta la muerte como parte de la vida. Momento de aceptación, comprensión y serenidad.
Este trabajo ha sido criticado por:
La muestra no es representativa de todas las culturas y todas las edades (eran enfermos suizos de cáncer de mediana edad).
Estas etapas son posibles, pero no necesarias, se pueden dar varias al mismo tiempo y no ocurre de forma secuencial. Por tanto se puede hablar más de actitudes ante la muerte que de etapas.
Muerte como etapa evolutiva en la que se afrontan retos organizados en la pirámide de Maslow:
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Necesidades fisiológicas: satisfacer las cuestiones biológicas.
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Seguridad: necesidad de sentirse seguro y tener el control de lo que le queda de vida.
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Amor y aceptación: necesidad de intentar mantener las relaciones de apego.
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Respeto: necesidad de conseguir el respeto de los profesionales
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Activación: necesidad de actualización o trascendencia espiritual; de encontrar o afirmar el sentido y significado de la vida.