Ante cada situación que se nos presenta debemos construir modelos locales vinculados a la situación y relacionados con otros modelos más generales. Los sujetos van a establecer concepciones del mundo (dar un tratamiento común a una parcela de la realidad, relacionada con el mundo físico, psicológico, el de los seres vivos y el social). Esos modelos globales contienen presupuestos ontológicos y epistemológicos.
Los presupuestos ontológicos no son explícitos, constituyen formas de ver el mundo muy arraigadas.
Los modelos locales llevan a la constitución de los modelos globales y estos provocan la constitución de dominios separados de conocimientos que se atribuyen a la realidad.
Hay una relación indisociable entre los modelos que construimos y los fines que perseguimos.
La asunción de que existen tipologías de las representaciones que están ligadas a la edad del sujeto es un aspecto fundamental de nuestra hipótesis. Por lo tanto, las explicaciones que dan los niños y adolescentes sobre los diferentes problemas del mundo siguen un orden de progresión equivalente, con unas pautas constantes.
Según Flavell, esta progresión está guiada por tres rasgos cognitivos:
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El paso de un conocimiento superficial a uno centrado en lo profundo.
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La transición desde un pensamiento estático centrado en el aquí y el ahora a una visión dinámica basada en procesos temporales y espaciales que van más allá del contexto psicológico del sujeto.
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El avance desde un pensamiento concreto a un pensamiento abstracto, hipotético-deductivo.
Estos tres rasgos están relacionados con los instrumentos intelectuales y los conocimientos previos.
Hay una continuidad entre las representaciones y las teorías científicas desde el punto de vista funcional.
Las teorías científicas se diferencian de las representaciones en que incluyen procedimientos de contrastación, intentan no ser contradictorias, están más claramente especificadas. Las teorías científicas están en continuo progreso y son sustituidas por otras mejores a través de las revoluciones científicas (Kuhn).
El concepto de representación permite dar cuenta de dos fenómenos aparentemente contrarios, referentes al carácter concreto o abstracto del conocimiento:
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Algunos autores(Piaget) han tratado de señalar que las características formales generales que tiene el conocimiento, recurriendo a la noción de estructura de carácter muy general, que puede ser representada formalmente.
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Otros autores señalan que el conocimiento está siempre vinculado a situaciones concretas. Así, podemos pensar en las teorías de dominio específico que establecen que cada sujeto encuentra soluciones para problemas concretos y procesa la información de diferentes maneras según el problema que se trate.
Sin embargo, desde nuestra perspectiva las representaciones tendrían aspectos generales y un carácter especifico. Las representaciones serian representaciones de problemas concretos, con características comunes y se generarían en función de las situaciones específicas.