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Inteligencia

Como dijo Calvin (1999), respecto de la inteligencia, nunca habrá acuerdo universal sobre su definición, por ser un vocablo abierto.

Un grupo de 56 expertos la definió así: "La inteligencia es una capacidad mental muy general que, entre otras cosas, implica la aptitud para razonar, planificar, resolver problemas, pensar de modo abstracto, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia. No se puede considerar un mero conocimiento enciclopédico, una habilidad académica particular o una pericia para resolver tests. En cambio refleja una capacidad más amplia y profunda para comprender el ambiente –darse cuenta, dar sentido a las cosas o imaginar qué se debe hacer".

Pero no todos comparten esta definición. Garder, Goleman, Sternberg o Yem muestran su disconformidad ante la forma tradicional de concebir y evaluar la inteligencia y proponen alternativas de abordar su estudio.


Las acciones de la inteligencia

La inteligencia se asocia a tres acciones fundamentales:

  1. Aprender cualquier aprendizaje a partir de la combinación de la experiencia, la educación y el entrenamiento.

  2. Plantear problemas:reconocer los problemas, saber transformarlos y definirlos.

  3. Resolver problemas que implica la resolución de planes propuestos, la ejecución de tareas y proyectos, etc.


Con la consolidación de la P.D. como ciencia, el objetivo es la determinación de las principales propiedades o dimensiones, en este caso competencias cognitivas, que se deben considerar para describir de la manera más completa y adecuada posible la conducta inteligente que manifiestan las personas en las distintas situaciones 

Al principio fue el interés por la descripción que cedió el paso al interés por los procesos; del estudio de los resultados se pasó al estudio de los medios empleados para conseguirlos, con conocimientos procedentes de la psicología cognitiva.

Actualmente hay una tendencia a incluir en su estudio la motivación o la emoción.

Personalidad

Ausencia de consenso a la hora de definir el constructo.

En los años 30 Allport o Murray formularon el concepto de rasgo psicológico.

Durante los años 40 o 50 proliferaron las grandes teorías factorialistas y dio comienzo a un acercamiento sociológico al fenómeno de la personalidad.

Los años posteriores hubo un gran desarrollo de los tests de personalidad.

En los años 60 se critica el concepto de rasgos bajo la perspectiva situacionista.

En la última década del siglo XX hay una revitalización del estudio de las diferencias individuales en personalidad basadas en el concepto de rasgo, que se considera la unidad más relevante para su estudio. Pero la noción de rasgo ha sufrido algunos cambios gracias a la integración de los conocimientos provenientes de otras áreas y enfoques.

Pervin (1993) señala que las definiciones de personalidad se centran, bien en las diferencias individuales, bien en la organización de los componentes en un sistema, o en ambas cosas a la vez. Para Pervin y John “la personalidad representa aquellas características de la persona que dan cuenta de sus patrones consistentes de sentir, pensar y actuar”. Estos patrones cumplen la función de adaptación del individuo al medio y, por tanto, muestran su forma habitual de afrontar las situaciones a lo largo de la vida.

Para los psicólogos, la personalidad ha de servir para explicar y predecir la conducta individual. Su estudio no debería abarcar únicamente dimensiones descriptivas, sino que también debería explicar las causas de la conducta.

Definición de Allport “La organización dinámica intraindividual de aquellos sistemas que determinan su ajuste único a su ambiente”.

Eysenck amplió las definiciones de Allport y Murray. Para él sería la suma total de los patrones de comportamiento del organismo, manifiestos o potenciales, determinados por la herencia y el ambiente, que se origina y desarrolla a través de la interacción funcional de 4 sectores fundamentales en los que los patrones comportamentales se organizan:

  • El sector cognitivo o inteligencia.

  • El sector conativo, volitivo, o carácter.

  • El sector afectivo, o temperamento.

  • El sector somático o constitución.

De acuerdo con Eysenck bajo la concepción de personalidad se recoge el temperamento, el carácter de las personas o su constitución.


El temperamento

Rothbart y Aradi (1994) definen el temperamento como “aquellas diferencias individuales de carácter constitucional que se manifiestan en los procesos de reactividad fisiológica y auto-regulación, estando influidas, a lo largo del tiempo, por la herencia, la maduración y la experiencia”.

El temperamento hace referencia a dimensiones de la personalidad que tienen un origen genético y una base biológica. Por tanto, las diferencias individuales en el temperamento se explican bajo la perspectiva del desarrollo temporal y suelen mostrar una aparición temprana.

Estando sujeto a procesos como la maduración y la experiencia, el temperamento representa el estilo constitucional de comportamiento que muestra cada individuo con cierta constancia en el tiempo, y estando muy vinculado a las emociones.


El carácter

El carácter representa el conjunto de costumbres, sentimientos e ideales o valores, que hacen relativamente estables y predecibles las reacciones de un individuo.

El carácter debe distinguirse de los valores en que los valores incluyen componentes cognitivos y afectivos, en tanto que el carácter además incluye componentes motivacionales y comportamentales.

Los valores se pueden entender como uno de los pilares del carácter.

La concepción actual de carácter está en función de los valores de cada sociedad, su sistema educativo y cómo aquellos son transmitidos.

Campbell y Bond proponen que el desarrollo del carácter estaría en función de los siguientes aspectos:

  • La herencia.

  • Las experiencias tempranas de la infancia.

  • El modelamiento a cargo de adultos o personas jóvenes importantes.

  • La influencia de los compañeros.

  • El ambiente físico y social.

  • Los medios de comunicación.

  • Las enseñanzas en la escuela y otras instituciones.

  • Las situaciones específicas y los roles que eliciten el comportamiento correspondiente.


Constructos integradores

Hacia la mitad del Siglo XX algunos psicólogos se interesaron por la influencia que podían ejercer las emociones y el temperamento sobre las operaciones intelectuales que el sujeto realizaba. Nacieron los términos de estilos y controles cognitivos. Bajo esta orientación, el objetivo era explicar las diferencias individuales en la forma de percibir, atender, recordar y pensar que, repetidamente, se hacían manifiestas en los estudios llevados a cabo.

De acuerdo con Quiroga (1999) las características que pueden servir para definir los estilos cognitivos son:

  1.     No son directamente observables.

  2.     Dan cuenta de las diferencias en la forma de la actividad mental, sin aludir al contenido de la misma.

  3.     Integran aspectos cognitivos y no cognitivos.

  4.     Subyacen a diversas funciones psicológicas y distintas situaciones.

  5.     Son fruto de la integración de la investigación experimental y diferencial.

  6.     Contribuyen a la predicción de la adaptación y el rendimiento.

Los psicólogos ubicaron la creatividad entre la inteligencia y la personalidad. A pesar de haber falta de consenso en su definición, para Vernon “la creatividad es la capacidad de la persona para producir nuevas y originales ideas, descubrimientos, reestructuraciones, invenciones u objetos artísticos, los cuales son aceptados por los expertos como elementos valiosos en el terreno de las ciencias, la tecnología o el arte. Tanto la originalidad como la utilidad o valor, son propiedades del producto creativo a pesar de que estas propiedades puedan variar con el paso del tiempo” 

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