¿De dónde procede la conducta?, ¿cuáles son sus antecedentes? Ernst Mayr (1904-2005) señalaba que el estudio de la conducta conduce a dos clases de preguntas, las dirigidas a las causas próximas y las que se interesan en las causas últimas. Las primeras se preocupan de cómo se produce una conducta y orientan la investigación hacia los mecanismos fisiológicos. Las segundas indagan en el por qué y llevan al estudio de la evolución de la conducta. Entender el cómo y el porqué es imprescindible para explicar la conducta. La explicación fisiológica debe ser completada por la explicación evolucionista.
En un primer momento pudiera parecer que la PF está enfocada únicamente hacia las causas próximas, a la fisiología de la conducta. Sin embargo no es así, porque la PF, cuando indaga los mecanismos cerebrales que gobiernan cualquier conducta emocional, motivada o cognitiva, siempre debe tener en cuenta que hay una serie de antecedentes filogenéticos, genéticos y de desarrollo, y que la conducta observada ocurre en un momento dado de las oscilaciones de los biorritmos del organismo. En PF esta secuencia se ha de tener en cuenta permanentemente.
Los antecedentes filogenéticos de la conducta se fundamentan en la evolución y hacen referencia a que los mecanismos cerebrales y del sistema nervioso que gobiernan la conducta han sido decantados por la se6 lección natural. Por tanto, la relación evolutiva entre las especies fundamenta que la PF pueda utilizar cualquier especie animal en el estudio de la conducta y la utilización de modelos animales para aproximarse a la conducta de nuestra especie. Por ejemplo, los mecanismos neuronales implicados en aprendizajes simples como la habituación, la sensibilización y el condicionamiento clásico fueron estudiados por Eric Kandel, premio Nobel de medicina o fisiología el año 2000, en la aplysia, una especie de molusco gasterópodo alejada en la escala filogenética de los vertebrados empleados en los modelos experimentales más habituales.
Filogenia y genoma están íntimamente relacionados, y la conservación de los mismos genes en especies diversas facilita que se pueda trabajar con diferentes modelos animales.
Los antecedentes genéticos de la conducta sugieren una pregunta: ¿Controlan los genes la conducta de forma directa? ¿Constituyen los genes un programa cerrado de conducta? Una conducta particular no la controla el programa genético como tal, sino un programa conductual que es consecuencia del programa genético más la experiencia adquirida por el organismo desde su concepción. Por tanto, factores hereditarios, innatos, congénitos y constitucionales determinan en último término la conducta (figura 1). Las proteínas codificadas en los genes actúan en momentos diferentes del desarrollo y a distintos niveles estructurales y fisiológicos sobre el cerebro que recibe información y la procesa.
La epigenética, una disciplina reciente, estudia los efectos del medio ambiente y de la conducta de un organismo capaces de modificar la actividad de sus genes que, sin alterar la secuencia del ADN, pueden mantenerse en el tiempo e incluso transmitirse por herencia a la siguiente generación.
Aunque la observación directa parece que lo contradice, los organismos presentan cambios morfológicos y fisiológicos continuos. Estos cambios son de dos tipos. Unos ocurren a lo largo de toda la vida y nos referimos a ellos como cambios debidos al desarrollo. Por ejemplo, el grosor de la corteza cerebral humana disminuye con la edad a partir de la pubertad, reflejando modificaciones morfológicas. Otros cambios, sin embargo, se presentan como oscilaciones diarias, mensuales, estacionales o anuales, y son los biorritmos. Es más, este discurrir en el tiempo de los organismos presenta formas peculiares para los machos y las hembras. Por todos estos motivos, cuando la PF estudia una conducta, ha de tener en cuenta el desarrollo y los biorritmos.
La edad, la hora de la recogida de los datos, el sexo de los individuos, la época del año son, por tanto, datos esenciales en la investigación.