El estudio del desarrollo del grupo ha ganado la posibilidad de contrastación empírica de los modelos recientes y en las implicaciones teóricas que pueden extraerse de las investigaciones.
Tanto el modelo de Worchel y colaboradores como el de Moreland y Levine han sido formulados a partir de un muestreo de grupos mucho más amplio, que abarca no sólo grupos creados artificialmente sino, sobre todo, grupos naturales y no sólo interactivos.
Ponen mucho más cuidado en la especificación de los criterios para la determinación de las fases, lo que facilita la puesta a prueba de estos modelos en distintos tipos de grupo.
No se limitan al estudio del desarrollo grupal en sí mismo, sino que analizan otros procesos grupales en relación con esa evolución, lo que da mayor relevancia teórica a esta área de investigación.
El hecho de que se haya avanzado no significa que se hayan resuelto todos los problemas. A pesar del mayor rigor metodológico de los enfoques recientes, no está aún suficientemente demostrado que los grupos y sus miembros se comporten realmente como los modelos dicen que lo hacen.