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2.1 Tipos y características de los estímulos o situaciones estresantes

Se pueden distinguir dos tipos principales de estresores:

  1. Psicosociales. Son situaciones o estímulos que no causan directamente la respuesta de estrés, sino que se convierten en estresores a través de la interpretación cognitiva o del significado que la persona les asigna. Son los más frecuentes.
  2. Biológicos. Son estímulos o situaciones que se convierten en estresores por su capacidad para producir en el organismo determinados cambios bioquímicos o eléctricos que disparan la respuesta de estrés, con independencia de la interpretación cognitiva que hagamos de esta situación (un cigarrillo, exponerse a calor o frío intenso, un pinchazo…)

Ambos pueden provenir tanto de estímulos externos como internos. Y ser percibidos como agradables (positivos) o desagradables (aversivos) por el individuo. No obstante los acontecimientos amenazantes o desagradables han sido mejores predictores de consecuencias negativas para la salud.

Otras características que parecen colaborar a hacer estresante una situación:

  • Falta de información
  • Cambio en la situación o demandas estimulares (adaptación a otra situación).
  • Incertidumbre
  • Ambigüedad en algún parámetro de la situación estimular (intensidad, severidad…)
  • Sobrecarga de los canales de procesamiento
  • Alteración de las condiciones biológicas del organismo

2.2 Fuentes de estrés en el ámbito natural

El estilo de vida de la persona (profesión, familia, relaciones sociales, expectativas, aficiones…) determinará en gran parte las demandas a las que se verá sometida, facilitando en mayor o menor grado la aparición de situaciones de estrés. Podemos distinguir diferentes fuentes de estrés en el ámbito natural:

  • Sucesos vitales intensos y extraordinarios. Cambios importantes en la vida de las personas (casarse, ser abandonado, perder a un ser querido). En los casos más extremos puede dar lugar a un trastorno por estrés agudo (durante el primer mes tras el trauma) e incluso a un trastorno por estrés postraumático (una vez transcurrido un mes desde la experiencia traumática).
  • Sucesos estresantes cotidianos. Demandas irritantes, frustrantes, perturbadoras que en alguna medida caracterizan las interacciones con el ambiente. Son situaciones que se repiten en el quehacer cotidiano. (Ej.: un atasco, fumar, discutir…)
  • Situaciones de tensión crónica mantenida. Son situaciones capaces de generar estrés de forma intensa y que perduran durante periodos de tiempo más o menos largos, (una enfermedad prolongada, el mal ambiente laboral, estar en paro…)

Aunque se ha otorgado mucha importancia a los sucesos vitales intensos, los acontecimientos estresantes cotidianos y las situaciones de tensión crónica mantenida se han mostrado superiores en su capacidad predictiva del funcionamiento psicológico y somático de los individuos y de su bienestar.

2.3 Factores que modulan o mitigan los efectos negativos del estrés

Se pueden señalar una serie de factores que intervienen modulando o mitigando los efectos negativos del estrés en el organismo:

  • El apoyo social, parece que la presencia de una serie de recursos sociales (pareja, familiares, amigos, vecinos…) en el momento de experimentar una situación estresante reduce considerablemente los efectos nocivos de la misma.
  • Presencia de situaciones de carácter positivo (Kanner) que acontecen en la vida cotidiana (placer derivado de manifestaciones de amor, de un buen descanso…) Actuarían como amortiguadores aunque sus efectos moduladores distan de estar contrastados inequívocamente.
  • Recursos utilitarios (Folkman, Schaefer y Lazarus) (p.e. dinero, instrumentación, acceso a servicios sociales, programas de entrenamiento…) no disponibles en la misma medida para todas las personas.

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