Los aspectos a evaluar para la realización de una intervención preventiva deben estimar la suma de factores de riesgo o la vulnerabilidad que presenta una persona respecto al conjunto de factores anteriormente descritos.
4.1 Evaluación de factores de riesgo inherentes
Dado que no es posible su modificación, actuaran como factores de los que dependerá, en parte, la importancia de la modificación del resto de los factores de riesgo, haciendo más critica la intervención preventiva cuanto más altos sean los factores inherentes. La información a la que se refieren estos factores, y que debe recogerse mediante entrevista o historia clínica, es el sexo, la edad y los antecedentes familiares de enfermedad coronaria.
En relación con el sexo, los hombres presentan un mayor riesgo que las mujeres, sobre todo en edades anteriores a los 45 años. La edad es otro de los factores que mantiene una relación directa con el riesgo, a mayor edad mayor riesgo, siendo crítica a partir de los 40 años, y representando su máxima influencia a los 60 años. (Ver Tabla 3.2 Pág. 138)
La existencia de uno o más parientes con eventos coronarios, especialmente si estos eventos han tenido lugar antes de los 60 años, será un índice más de vulnerabilidad.
4.2 Evaluación de factores de riesgo tradicionales
Los denominados factores de riesgo tradicionales nos llevan a recabar información acerca de los niveles de colesterol en sangre, los valores de presión arterial, el peso y los hábitos relacionados con el tabaco. La recogida de esta información se realiza a través de determinaciones clínicas, analítica y determinación de la presión arterial, y mediante autorregistro y/o entrevista en el caso del tabaco.
En lo referente a los niveles de colesterol, el punto crítico se encuentra en los valores por encima de 220 mg/dl que es donde se produce un incremento drástico de la incidencia de eventos coronarios en nuestro país, aunque en Europa este valor desciende a los 215 mg/dl. (Ver Tabla 3.3 Pág. 139)
La presión arterial sistólica o máxima, es la que parece mantener una mayor indicación de riesgo coronario, el cual se incrementa drásticamente a partir de los 150 mmHg, pero debe considerarse factor de riesgo a partir de los 135.6 mmHg, según los estudios realizados en nuestro país. (Ver Tabla 3.4 Pág. 139)
La relación entre el peso y el riesgo coronario es también directa, a mayor obesidad mayor riesgo de eventos coronarios: masa corporal por encima de 30 kg/m2, grasa corporal superior al 25% del peso en los varones y del 30% en las mujeres, o peso corporal superior al 20% por encima del límite superior de la altura. La medida de la circunferencia de la cintura es un índice clínico útil para la obesidad y para supervisar la reducción de peso. Una circunferencia de cintura ≥ 94cm en los varones y ≥ 80cm en las mujeres es un indicativo de necesidad de perder peso, y si llega a ≥ 102 cm en los varones y ≥ 88cm en las mujeres se requiere ayuda profesional para la reducción del peso.
En lo que se refiere al tabaco y especialmente el consumo de más de 20 cigarrillos/día, se asocia a incrementos en el riesgo de padecer episodios coronarios, aunque el criterio de intervención se establece a partir de 10 cigarrillos/día. (Ver Tabla 3.5 Pág. 140)
Es importante también evaluar la ingesta de cualquier sustancia cardioactiva, especialmente la cafeína, así como la realización de trabajos sedentarios y la no realización de ejercicio físico de forma habitual, que también incidirán aumentando la vulnerabilidad a sufrir trastornos coronarios.
4.3 Evaluación de factores de riesgo emocionales
Nos lleva a recabar información acerca de la ansiedad, depresión, patrón de conducta Tipo- A, el conglomerado emocional de ira y hostilidad, y el apoyo social.
En la evaluación de la ansiedad y la depresión los métodos más utilizados son los autoinformes: por ejemplo, entre las medidas de ansiedad: el State – Trait Anxiety Inventory (STAI) y el Inventario de Situaciones y Respuesta de Ansiedad (ISRA); en depresión uno de los más utilizados es el Beck Depression Inventory. (Ver Tabla 3.6 Pág. 141)
En lo que se refiere al patrón de conducta Tipo-A, los instrumentos de medida más utilizados y que tienen mayor capacidad de predicción del riesgo coronario, son: (Ver Tabla 3.7 Pág. 141)
- La Entrevista Estructurada (Rosenman)
- El Inventario de Actividad de Jenkins (JAS), este último, por ser un autoinforme, es el más utilizado en el campo preventivo.
En lo referente al factor de la ira y la hostilidad, son muchos los instrumentos existentes y utilizados en el estudio del riesgo coronario pero son los autoinformes, que permiten una aplicación colectiva, los preferidos en el campo de la intervención preventiva. Entre todos ellos quizá el más válido sea la Entrevista Estructurada (Rosenman) que además de porporcionar una valoración del Tipo A, evalúa las dimensiones de Potencial de Hostilidad, Ira dirigida Hacia Fuera e Ira Hacia Dentro. (Ver Tabla 3.8 Pág. 142)
Son los autoniformes los que permiten una aplicación colectiva, los preferidos en el campo de la intervención preventiva, en este sentido, el Inventario de Hostilidad de Bus y Durkee es el utilizado para la medida de la hostilidad, y proporciona una meda global de hostilidad y 7 subescalas.
En relación con la ira medida mediante autoinformes, nos encontramos con dos grandes instrumentos:
- Inventario de Ira de Novaco
- Inventario de Expresión de la Ira Estado – Rasgo (STAXI).
La diferencia fundamental entre ambos es, que si bien el primero tiene tras de sí una mayor historia clínica de uso, sólo proporciona una puntuación global de ira, mientras que el STAXI proporciona información sobre 8 escalas de valoración de la ira (AX/in ira hacia adentro, AX/out ira hacia afuera, etc.) (Tabla 3.9 Pág. 143 recoge la relación ente la supresión de la ira (AX/in) y la incidencia de eventos coronarios)
Los instrumentos de medida del apoyo social en el campo de la enfermedad coronaria sirven también para la intervención preventiva. El Inventario Comportamental de Soporte Social es el que proporciona una información más útil para las aplicaciones clínicas. (Ver Tabla 3.10 Pág. 144)
Un bajo apoyo social aumenta drásticamente la vulnerabilidad a sufrir eventos coronarios (Ver Tabla 3.11 Pág. 144)