Las relaciones de pareja suponen una gran inversión tanto cognitiva como emocional, y también conductual. Esa inversión empieza en el proceso de elección de una pareja adecuada, pero no termina ahí. Una vez elegida, si consideramos que hemos acertado en la elección, parece de suma importancia mantenerla, y en eso también se invierte mucho. Por eso, pensar que la relación está amenazada por causa de una tercera persona (rival), nos resulta una experiencia muy desagradable.
Los celos constituyen un fenómeno complejo, con componentes cognitivos, emocionales y motivacionales, que son activados por la amenaza a una relación que mantenemos con otra persona y que consideramos valiosa. Cuando percibimos ciertos signos que nos hacen temer la pérdida de esa relación, nuestra atención y nuestro pensamiento se ven canalizados en direcciones determinadas, experimentamos emociones concretas (ira, miedo), y nos vemos motivados a actuar para eliminar la amenaza y retener la relación que valoramos.
El planteamiento de la Psicología evolucionista
El enfoque evolucionista sugiere que los celos son un mecanismo seleccionado a lo largo de la historia evolutiva del ser humano como solución a los problemas adaptativos que suponía la pérdida de relaciones importantes. La predicción evolucionista sería que: lo que activa los celos en los hombres es la percepción o la sospecha de infidelidad sexual de su pareja, mientras que en las mujeres los celos se referirán más bien a la infidelidad emocional.
La investigación de Buss, Larsen, Westen y Semmelroth
En una serie de estudios, Buss y sus colegas mostraron que un porcentaje mayor de hombres que de mujeres señalaban la situación de infidelidad sexual como más desagradable, mientras que para ellas era la infidelidad emocional la que provocaba mayor malestar.
Un estudio de Betzig encontró que la causa de divorcio más frecuentemente mencionada por los hombres, pero no por las mujeres, era la infidelidad sexual.
En el estudio de Buss y cols., ambos sexos consideraban bastante estresante la infidelidad emocional, lo que indica que los dos tipos de infidelidad están relacionados.
La perspectiva sociocultural
Algunas críticas al enfoque evolucionista de Buss y cols., estiman que las diferencias entre hombres y mujeres se deben al proceso de socialización, en el que niños y niñas reciben pautas distintas, y a la influencia social y cultural que favorece determinadas creencias, actitudes, valores y sentimientos en unos y en otras según los roles que ocupan. En definitiva, esas diferencias no se deben a la biología, ni a mecanismos cognitivos heredados, sino a la identidad de género.
Creencias sobre la interdependencia de la infidelidad sexual y la infidelidad emocional
Los que los defensores de la perspectiva cultural sostienen es que las personas considerarán como más estresante el tipo de infidelidad que crean que implica más probablemente la presencia del otro tipo, y las diferencias entre sexos se deben a que hombres y mujeres adquieren, durante el proceso de socialización y por influencia de la cultura, creencias distintas a ese respecto. Es decir, los hombres creen que cuando una mujer mantiene relaciones sexuales con alguien es, seguramente, porque siente algún tipo de vinculación emocional con esa persona, pero que el vínculo emocional en sí mismo no necesariamente va acompañado de contacto sexual; por eso les resulta más estresante que su pareja cometa una infidelidad sexual. Las mujeres, en cambio, piensan que si un hombre es infiel emocionalmente también lo será sexualmente, pero no al revés, por lo que perciben como más estresante la infidelidad emocional.
La investigación de Gómez Jacinto, Canto y García Leiva
Los autores pretenden explorar algunas variables sociales y culturales que, según los críticos, puedan estar influyendo en las diferencias encontradas por los psicólogos evolucionistas. La conclusión a la que llegan Gómez Jacinto y cols., es que sus resultados apoyan una perspectiva interaccionista en la que tanto el sexo biológico como algunos factores culturales desempeñan un papel fundamental en las diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la experiencia de los celos.