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La forma más habitual de estudiar la dinámica entre egoísmo, cooperación y competición es analizar situaciones que supongan un conflicto de intereses en las que dos o más personas sean interdependientes.

Este es el tipo de situaciones que caracteriza los llamados «juegos experimentales», un método de laboratorio en el que cada participante tiene una serie de opciones para obtener una recompensa, entre las que debe elegir, ajustándose a determinadas reglas. La interdependencia entre los participantes reside en que la recompensa que cada uno obtenga depende tanto de su propia decisión como de la de los demás.

Mientras la Teoría de Juegos (rama de las Matemáticas de la que procede el concepto de «juego» que se emplea en los juegos experimentales) busca determinar las estrategias de decisión más racionales y los resultados lógicos de emplear dichas estrategias, a los psicólogos sociales les interesa más entender cómo se comporta la gente realmente en esos juegos y cómo influyen las variables del contexto en ese comportamiento.

Los juegos experimentales más utilizados en la investigación en Psicología Social son los dilemas sociales. Se trata de situaciones que implican, simultáneamente, divergencia y convergencia de intereses.

Es decir:

  • divergencia de intereses entre los participantes, porque cada uno puede beneficiarse personalmente perjudicando a los demás
  • convergencia de intereses porque, a la larga, la cooperación es más beneficiosa para todos que aprovecharse de la situación traicionando a los demás.

En otras palabras, la acción egoísta, que en principio resultaría más ventajosa para cada individuo, producirá, si es elegida por la mayoría, un resultado negativo para todo el conjunto de personas (incluido el propio individuo).

Los principales tipos de dilemas sociales estudiados son el «dilema del prisionero» (juego experimental entre dos o más partes que deben elegir entre cooperar o competir con la otra), los dilemas sobre consumo de recursos comunes (en los que se debe elegir entre el interés propio a corto plazo, acaparando lo más posible, y el interés colectivo a largo plazo), y los dilemas sobre contribución a bienes públicos, relacionados con el fenómeno de la holgazanería social (aprovecharse del esfuerzo colectivo sin contribuir).

La investigación sobre dilemas sociales tiene un doble objetivo, que pone de manifiesto el potencial aplicado de esta área de investigación:

  1. Analizar los factores que intervienen en la toma de decisiones de las personas, para poder comprender por qué eligen estrategias egoístas, competitivas o cooperativas.
  2. Averiguar cómo pueden evitarse las consecuencias negativas de decisiones basadas en el propio interés a corto plazo, pero irracionales desde el punto de vista colectivo, que caracterizan este tipo de dilemas.

Las situaciones que se reproducen en estos dilemas constituyen la base de muchos problemas humanos cotidianos, desde negarse a ayudar a un compañero o eludir la responsabilidad en el trabajo hasta la carrera de armamento o el agotamiento de los recursos naturales.

El dilema del prisionero

Se trata de uno de los dilemas más conocidos, y reproduce una situación de conflicto de intereses entre dos personas o dos grupos. Aunque existen diferentes versiones, aquí expondremos la más básica. Su nombre se debe a que, en su formato original, a cada participante en el juego se le pedía que imaginara una situación más o menos similar a la siguiente:

«Es usted un ladrón al que la policía ha pillado, junto a su compañero, cuando, supuestamente, estaban a punto de realizar un atraco. A los dos se les arresta como sospechosos de una cadena de robos. El abogado que les interroga, por separado, les propone el siguiente dilema (Cuadro 10.1):

Tiene usted dos opciones: permanecer en silencio (lo que implica cooperar con el otro ladrón para eludir la cárcel) o bien delatar al otro (es decir, traicionarle). Pero su compañero también tiene esas mismas opciones, de manera que,

  • si sólo uno de los dos proporciona al fiscal pruebas sólidas contra el otro, el delator sale libre;
  • si los dos se delatan mutuamente, el resultado es moderadamente negativo para ambos;
  • si los dos respetan su pacto de silencio, salen ambos relativamente bien parados».

Cuadro 10.1. El "dilema del prisionero».

    Sus opciones
    No delatar (cooperar con el otro) Delatar (traicionar al otro)
Las opciones de su compañero No delatar (cooperar con usted) Pequeña multa para ambos

Usted queda libre

A su compañero le caen 5 años

Delatar (traicionarle)

Su compañero queda libre

A usted le caen 5 años

2 años de condena para ambos

En estas circunstancias, el mejor resultado para ambos se consigue si ambos optan por la cooperación, es decir, si permanecen en silencio. Pero la decisión plantea un dilema: si yo me callo y el otro me delata, el resultado para mí será el peor de todos los posibles.

En los miles de estudios realizados con este dilema se han utilizado múltiples variaciones, aunque las decisiones son siempre o cooperar o traicionar. Sin embargo, los resultados que se obtienen no son condenas o libertad por delatar al compañero, sino puntos, fichas canjeables o pequeñas cantidades de dinero que se ceden al otro o se guardan para uno mismo. En cualquier caso, y lo que es más importante, tal y como se muestra en el Cuadro 10.1, la decisión más racional para cada persona será la de traicionar a su compañero, puesto que con esta estrategia el individuo no sólo se beneficia si el otro coopera, sino que, además, se protege si el otro también le traiciona. Sin embargo, y aquí está el dilema, si ambos se traicionan mutuamente, los dos acaban mucho peor que si hubieran cooperado entre sí y hubieran obtenido el beneficio conjunto. Aunque ambos participantes son conscientes de lo que podrían conseguir si cooperaran, la falta de confianza en el otro les haría adoptar la decisión más conservadora de las posibles. Pensemos en lo que ocurre en los conflictos internacionales. Si se preguntara por separado a cada uno de los contendientes si desea la paz, la respuesta sería probablemente afirmativa, pero la convicción por ambas partes de que la otra no dará un paso en esa dirección, sino que tratará de aprovecharse de la voluntad de cooperación del propio grupo, impide que se llegue a una solución pacífica.

La situación es algo distinta cuando se concede a los jugadores más de una oportunidad de elegir, porque de esta forma se puede ajustar la elección propia al comportamiento del otro. En estos casos, la estrategia más eficaz es la reciprocidad (lo que en inglés se conoce como tit for tat), que consiste en empezar cooperando, para provocar la conducta recíproca del otro, y continuar haciendo lo mismo que haga el contrincante (cooperar si el otro coopera y traicionar si el otro traiciona). Es, por tanto, una combinación del «hoy por ti, mañana por mí» y el «ojo por ojo».

Este dilema, en cualquiera de sus múltiples versiones, se emplea con mucha frecuencia en investigaciones sobre conflicto interpersonal o intergrupal, como el que puede producirse entre dos vecinos o entre dos países.

Dilemas sobre consumo de recursos comunes

Estos dilemas (denominados en inglés «commons dilemmas») implican conflictos sobre el consumo de recursos renovables, pero no inagotables, que están al alcance de todos, como los bosques, las ballenas o el agua potable. Los individuos, grupos o países, se benefician utilizando parte de esos recursos que, si se dejaran sin tocar en una proporción suficiente, se podrían reponer, lo que permitiría que fueran aprovechados indefinidamente. Es decir, redundaría en el bien de todos. En cambio, si se consume una parte excesiva, la capacidad de recuperación del recurso es insuficiente y acaba agotándose, con el consiguiente perjuicio para todos. El dilema, por tanto, reside en que lo que sería más provechoso para el individuo, es decir, acaparar lo más posible, termina siendo desastroso para el grupo del que él mismo forma parte.

Para estudiar este tipo de situaciones en el laboratorio, se da a los sujetos la oportunidad de «cosechar» varias veces un recurso del grupo para su beneficio personal. En cada turno, los distintos participantes deciden cuánta cantidad del recurso cogen y, cuando todos han tomado una decisión, el experimentador retira el total de lo que han cogido y repone (añade a lo que queda en el banco común) una determinada cantidad antes del siguiente intento (por ejemplo, un 10% de lo que hay en el banco). El mismo proceso se repite varias veces. Este procedimiento trata de reproducir la tasa de recuperación de un recurso, como la pesca o los árboles, cuando está siendo explotado por el ser humano.

Dilemas sobre aportaciones a bienes públicos

Este tipo de dilemas (que en inglés se conocen como «public goods dilemmas») implica una decisión sobre si contribuir, o no, para crear o mantener un recurso común. Para que haya realmente un dilema, se deben cumplir dos condiciones:

  1. El recurso, o los beneficios de la aportación, deben estar disponibles para todos, tanto para los que contribuyen como para los que no lo hacen.
  2. Puesto que se trata de una contribución voluntaria y no impuesta, no existe control ni sanciones para los que se benefician sin aportar nada.

Un ejemplo es la conservación del medio ambiente (dejar de contaminar), y otro sería la acción para la mejora de las condiciones del grupo (huelga). En ambos casos, para conservar o conseguir el recurso es necesario un esfuerzo (ir a trabajar en bicicleta en lugar de llevar el coche; asumir el cobrar menos por faltar al trabajo), así que para cada individuo es mucho más cómodo beneficiarse de él sin tener que mover un dedo (que vayan otros en bicicleta mientras yo voy en coche; que hagan otros huelga por mí).

El problema está, una vez más, en que, si todos se dejan llevar por esa actitud, el recurso no se mantiene y nadie puede disfrutarlo (el aire estará cada vez más contaminado y los trabajadores no consiguen mejorar su situación).

Para estudiar este tipo de dilema en el laboratorio se suele dar a los participantes una cantidad de algún recurso (normalmente boletos para una rifa, fichas o pequeñas cantidades de dinero), y se les pide que decidan entre quedarse con él o donarlo al grupo, teniendo en cuenta que las donaciones al grupo se revalorizan si hay un número suficiente de personas que las realizan. En este caso, el beneficio se reparte entre todos, pero, de no alcanzarse un número suficiente de donantes, las donaciones hechas se pierden. El Cuadro 10.2 muestra los posibles resultados para el individuo en función de su decisión y de la de los demás.

Cuadro 10.2. Resultados posibles para el individuo en un dilema de bienes públicos según su propia decisión y la realizada por el grupo.

    Elección del individuo
    Quedarse con su parte del recurso Donar el recurso al grupo
Elección del grupo La mayoría se queda con su parte

No hay beneficio, ni pérdida

El recurso no se revaloriza

El individuo pierde todo
La mayoría dona su parte al grupo

Máximo beneficio personal

El recurso se revaloriza sin la contribución del individuo

El recurso se revaloriza

Todos se benefician

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