Para estudiar el reconocimiento de palabras la tarea más utilizada es la decisión léxica, que sólo exige decidir si la palabra que oímos o leemos es real o inventada, mientras que para estudiar el sistema semántico la tarea más utilizada es la de categorización semántica, que consiste en decidir si el concepto expresado por una palabra pertenece o no a una determinada categoría semántica. Otra tarea consiste en decidir a cuál de dos categorías semánticas pertenece un determinado concepto.
Una segunda metodología de investigación también muy utilizada es la de asociación de palabras, en la que el experimentador dice una palabra y el participante tiene que responder inmediatamente con la primera palabra que se le ocurra, proporcionando una valiosa información sobre la relación entre los conceptos, dado que la conexión entre palabras basada en el significado resulta más fuerte que otro tipo de conexión, como podría ser la semejanza perceptiva u otra.
Así, es la relación semántica la que parece desempeñar un papel clave como principio organizativo de las palabras en la memoria.
El primer estudio a gran escala realizado con la tarea de asociación semántica fue el de Kent y Rosanoff, en lengua inglesa en el que a un conjunto de 1.000 hombres y mujeres les presentaron una lista de 100 palabras a las que tenían que responder con la primera palabra que se les viniera a la cabeza. Se observó que todas las respuestas guardan una relación de significado con el estímulo; nadie responde en función de la semejanza fonética, dejando de lado las contestaciones idiosincrásicas.
De esta forma, se ha comprobado que las respuestas revelan cuatro tipos de relaciones asociativas:
- Relaciones taxonómicas dentro de una clasificación semántica (términos coordinados como mesa, subordinados o hipónimos como mecedora, y supraordenados o hiperónimos como mueble)
- Atributos o propiedades del objeto representado (madera, confortable, duro, blando)
- Partes del objeto (patas, asiento, brazos)
- Términos funcionales
Además, existen otras tareas que también se utilizan para estudiar el sistema semántico:
- Verificación de frases. Presentación de oraciones en las que se dice que el sujeto de la oración es miembro de la categoría expresada por el predicado (por ejemplo, el perro es un mamífero, la sardina es un reptil), para que los participantes respondan rápidamente si son verdaderas o falsas.
- Fluidez verbal, especialmente la categorial, consistente en nombrar durante un minuto ejemplares de una determinada categoría semántica.
- Asociación semántica
Por otra parte, las variables que determinan el procesamiento semántico son diferentes de las que influyen en el reconocimiento oral de palabras. Así, variables como el punto de unicidad o la frecuencia léxica, tan determinantes de los tiempos de respuesta en la tarea de decisión léxica, son poco relevantes en las tareas de categorización semántica o en la de verificación de frases.
La variable semántica más importante es, sin duda, la tipicidad, es decir, lo típico o representativo que es un ejemplar de su categoría. Así, la manzana es un representante típico de las frutas mientras que el pingüino es un representante atípico de las aves.
Cuanto más típicos son los ejemplares, menores son los tiempos de reacción.
La forma de medir la tipicidad suele ser a través de escalas en las que los participantes clasifican el grado de tipicidad de cada ejemplar, generalmente de 1 a 7, para los muy típicos. Además, otra variable importante es la edad de adquisición.
El sistema conceptual está agrupado en categorías semánticas en función de las características comunes, siendo los conceptos muy accesibles. Hay categorías muy generales, como las de seres vivos y objetos inanimados, y otras más específicas, como la de reptiles o frutas.
Por otra parte, existen jerarquías dentro de las categorías, ya que las más pequeñas forman parte de otras más generales.
Cada concepto es una abstracción de muchos estímulos concretos. Así, el concepto “gato” se refiere a todos los gatos del mundo, con independencia de su tamaño, forma o color, lo que supone un ahorro enorme en términos cognitivos, pues no es necesario formar una representación para cada ejemplar concreto de la categoría.
Las categorías superiores e inferiores al nivel básico son de gran utilidad. El nivel subordinado permite especificar los ejemplares concretos de la categoría (argot), de forma que dentro de la categoría “mesa” se distinguen varios tipos.
Finalmente, en el nivel supraordenado, pertenecen las categorías más generales y abstractas, como animales, muebles o vegetales, están formadas por ejemplares muy diversos que a veces tienen poco en común entre sí, permitiendo un gran ahorro cognitivo, pues permite referirse a ellos con una sola palabra.
Algunas categorías son cerradas, como los días de la semana o los meses del año, mientras que la mayoría son relativamente abiertas, constituidas por muchos miembros, especialmente las categorías naturales (animales, flores, etc.).
Cada vez que se aprende un nuevo concepto, no sólo se aprenden sus características esenciales, sino también la categoría a la que pertenece, dotando de un “lugar” en el sistema conceptual.
Psicólogos cognitivos y psicolingüistas se han puesto de acuerdo para organizar los significados de las palabras en términos que puedan ser manejables con programas diseñados para procesar el lenguaje natural, dentro de las limitaciones existentes. WordNet, base electrónica de palabras, es uno de los ejemplos más notables de ello.