Del instinto al motivo
Según McDougall, los instintos son el motor de la acción a través de fuerzas motivacionales, que son consideradas como los factores internos que desencadenan y orientan la conducta hacia una meta concreta. Así planteada, la motivación es una pulsión hacia la ejecución de la acción instintiva con cierta modificabilidad. Se realizaron listas ilimitadas de motivos explicativos de la conducta humana pero con escaso rigor científico.
La pulsión psicoanalítica
Desde el psicoanálisis de Freud, el concepto de pulsión ocupa un papel central. Dado que el propósito del comportamiento es cubrir sus necesidades corporales, la pulsión del sujeto incita cualquier comportamiento para satisfacerlas.
Según Freud, fundador del psicoanálisis existen cuatro momentos en la pulsión:
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La fuente: cambios por tensión.
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El esfuerzo: se provoca para aliviar la tensión.
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La meta: acabar la tensión inicial, satisfacción
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El objetivo: cualquier persona o cosa que sirva para satisfacer la pulsión
La reacción del movimiento conductista
Frente al apogeo de la explicación de la conducta por pulsiones innatas, surge el conductismo cuya principal característica es, en un intento de hacer de la psicología una ciencia científica mediante el análisis científico de la conducta, desechar todo aquello que no fuera observable directamente, como el pensamiento, centrándose sobre todo en el estudio del aprendizaje de las conductas.
Su fundador, Watson, se limitó al estudio de la conducta en términos de estímulos y respuestas, por lo que la motivación se redujo a la satisfacción de necesidades biológicas.