La neuropsicología infantil es el estudio del funcionamiento del cerebro y del comportamiento en niños y adolescentes. El funcionamiento del cerebro tiene una repercusión directa sobre la adaptación conductual, cognitiva y psicosocial. Varios estudios han señalado la importancia de la integridad en el funcionamiento de los sistemas cerebrales corticales y subcorticales para la adaptación general de niños y adolescentes.
Es frecuente remitir a niños con trastornos de aprendizaje (dislexia) y trastornos graves del desarrollo, a los servicios de neuropsicología infantil para su evaluación y tratamiento. También se remiten los trastornos psiquiátricos, incluidos el TDAH, el TOC, los trastornos emocionales y las alteraciones de la conducta. Los servicios de neuropsicología pediátrica reciben, además, patologías diversas porque todos los casos se benefician de una evaluación neuropsicológica exhaustiva de sus capacidades y limitaciones: lesiones cerebrales por traumatismos craneoencefálicos, trastornos producidos como consecuencia de la exposición a sustancias teratógenas (alcohol, cocaína, plomo, radiación), recuperación de procesos cancerígenos y tumores cerebrales, crisis epilépticas y trastornos del movimiento.
La neuropsicología clínica infantil ha avanzado gracias al uso de tecnologías médicas como la resonancia magnética (RM), la tomografía por emisión de positrones (TEP), la tomografía axial computarizada (TAC) y la medida del flujo sanguíneo cerebral regional (FSCr). Resulta prometedor el uso de las técnicas de Resonancia Magnética funcional para investigar la actividad del cerebro mediante el registro de los cambios del FSCr en los trastornos neuroevolutivos. Una nueva técnica, imágenes mediante el tensor de difusión (TD), permite ver los fascículos de sustancia blanca en el cerebro, que transmiten los mensajes neurales, y proporciona con ello la oportunidad de evaluar la eficiencia en la transmisión de los mismos.
En la actualidad se ha demostrado que tanto los trastornos psiquiátricos infantiles (que se creía tenían un carácter mental o funcional), como las alteraciones del comportamiento (que se relacionaban con la falta de contingencia en los programas de refuerzo y otros factores ambientales) tienen una base neuroquímica o están relacionados con el desarrollo neural. Los niños y adolescentes con TDAH tienen disfunciones de distintas vías corticales en función de las manifestaciones conductuales del trastorno, tales como exceso de activación, falta de inhibición, o deficiencias cognitivas. La disfunción del SNC a la que se atribuyen las dificultades de lectura se ha relacionado con la disfunción de regiones corticales específicas del hemisferio izquierdo, que median en el conocimiento de los fonemas y el procesamiento lingüístico y semántico.