La relación entre el funcionamiento cognitivo, las características psicosociales y los problemas neuropsicológicos en los trastornos infantiles es de naturaleza multi-direccional o transaccional. Los síntomas del TDAH relacionados con la función cerebral (falta de atención, actividad excesiva, control deficiente de los impulsos y desinhibición del comportamiento) dan lugar a dificultades sociales. Los niños con TDAH experimentan con frecuencia problemas de aprendizaje y ansiedad.
Los estimulantes son el tratamiento más frecuente del TDAH. Estos medicamentos modifican la actividad neuroquímica del cerebro y tienen un efecto positivo en el funcionamiento cognitivo y social de la mayoría de los niños con TDAH. A estos niños se los suele describir como desobedientes, rebeldes, rígidos, dominantes, irritables y molestos en situaciones sociales. Por otra parte, el rechazo de los compañeros es habitual es casos de TDAH, sobre todo cuando se producen agresiones.
El TDAH puede producir aislamiento social persistente; esto ocurre en adultos, después de que los síntomas principales de hiperactividad hubieran desaparecido.
Los niños y adolescentes con TDAH también presentan alteraciones cognitivas asociadas de carácter severo y crónico. Las alteraciones neuroquímicas y neuropsicológicas básicas interactúan con factores sociales, psicológicos y comportamentales dando lugar a problemas significativos de adaptación a niños con TDAH.
Datos neurofisiológicos y neuroanatómicos relacionados con los problemas psicosociales y cognitivos presentes en casos de TDAH:
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Falta de activación o hipoactivación en el sistema reticular activador ascendente (SRA), región subcortical que activa la corteza cerebral.
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Diferencias anatómicas sutiles en el núcleo caudado derecho (cerca de los ventrículos laterales) y en los lóbulos frontales.
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Rodilla y/o esplenio del cuerpo calloso de menor tamaño.
La administración de metilfenidato activa los lóbulos frontales. Una vez activados, los lóbulos frontales van a modular regiones cerebrales corticales y subcorticales que tienen que ver con el control de la actividad motora y con la tendencia a la distracción.
Barkley (1994) ha argumentado que el TDAH no es un trastorno de la atención, sino más bien de la regulación, por lo que síntomas específicos como la falta de inhibición de la respuesta y la autorregulación escasa, serían probablemente el resultado de la alteración de las funciones ejecutivas mediadas por la corteza frontal. Esta teoría se apoya en estudios de neuroimagen estructural que han encontrado cambios en la región anterior del cíngulo -estructura situada en los lóbulos frontales que desempeña un papel importante en la dirección de la atención y el repaso de errores- cuando existe un historial de medicación. Los niños con trastornos de aprendizaje (TA) presentan limitaciones psicosociales y cognitivas.