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La mayoría de las teorías motivacionales contemporáneas se caracterizan por destacar el carácter activo del organismo y se centran en la automotivación, en el inicio y mantenimiento del comportamiento en ausencia de incentivos externos inmediatos, en la que cobran especial relevancia los procesos de autorregulación, así como otros conceptos autoreferentes como lo que la persona quiere llegar a ser, la forma en que explican sus acciones pasadas, sus expectativas futuras, su percepción de competencia o eficacia personal o sus creencias o teorías implícitas sobre sus propios atributos.

Un concepto crucial es el de meta. Se podría afirmar que los desarrollos más importantes en la teoría motivacional se han producido desde la perspectiva del estudio de las metas.

Algunas de las teorías motivacionales actuales se centran en los procesos de atribución, considerando que la forma en que las personas explican sus éxitos y fracasos determina, no solo sus reacciones afectivas, sino también la motivación futura.

Metas

Los humanos son por naturaleza organismos orientados a meta, por lo que la vida de las personas se estructura alrededor de la persecución de objetivos, que son los que aportan significado y propósito en la vida.

En las metas confluyen aspectos cognitivos, emocionales y conductuales, por lo que son centrales para entender la conducta motivada.

Las emociones, cogniciones y conductas más significativas ocurren en relación a las metas que se persiguen. Así, las emociones impulsan y son, a la vez, consecuencia de las metas, los pensamientos se dirigen al entendimiento o planificación de los objetivos y gran parte del comportamiento se realiza para llevar a cabo las metas valoradas.

Las metas impulsan, seleccionan, dirigen y organizan la conducta. Además son dinámicas puesto que se activan o inhiben momentáneamente y se reemplazan por otras metas en función de la situación (son sensibles al contexto). Las metas son variables de diferenciación individual, dado que hay una gran variedad de ellas y existen diferencias entre los individuos en función de qué metas persiguen, qué estrategias usan para alcanzarlas y en el valor que les dan.

Meta: representación cognitiva de un estado futuro deseado con el que el organismo está comprometido y que intenta lograr a través de la acción.

La meta es una representación cognitiva, lo que significa que es un constructo que está restringido a aquellos organismos que usan un aparato mental en sus procesos de regulación. Se ha señalado que las metas son estructuras de conocimiento, y por lo tanto se rigen por los mismos principios que gobiernan la adquisición, cambio o activación de cualquier estructura de conocimiento aunque la representación de la meta difiere de otras representaciones más simples.

Una propiedad de cualquier estructura de conocimiento es su aceptación por parte del individuo como verdadero y válido. Lo que hace que una meta sea válida es que tenga un valor para el individuo y que sea alcanzable dados los recursos de los que se dispone, es decir que se tenga una expectativa de poder lograrla.

Una meta aparecerá como valorada o deseable si representa un estándar en el que el individuo siente discrepancia entre el estado actual y el que le gustaría alcanzar.

La meta se focaliza en el futuro, es una representación cognitiva de algo que es posible en el futuro. La conducta dirigida a una meta no es meramente reactiva, sino proactiva. Además, el individuo usará esta imagen futura para guiar la conducta presente, y se entiende, implícitamente que esta representación mental de la posibilidad futura tiene una influencia de tipo causal en la conducta presente.

El estado futuro deseable constituye el objeto de la meta. El contenido de ese estado u objeto es virtualmente infinito, y puede ser más concreto o más abstracto, físico o psicológico, observable o inobservable, con valencia positiva o negativa…

El objeto de la meta no es la meta en sí misma, puesto que ésta incluye tanto el objeto como la tendencia a aproximarse o evitar dicho objeto. Aproximación significa moverse hacia un objeto valorado positivamente, mientras que evitación significa alejarse de un objeto valorado negativamente.

Aproximación y evitación se pueden referir tanto a una actividad física como psicológica.

La distinción presencia-ausencia hace referencia a si la meta está focalizada en algo que está actualmente presente o ausente. Esta distinción conlleva que la meta se centre en mantener un estado o en cambiarlo respectivamente. Tanto las metas de aproximación centradas en algo presente, como las metas de evitación centradas en algo ausente, se focalizarán en mantener la situación actual, mientras que las metas de aproximación centradas en algo ausente o las metas de evitación centradas en algo presente se orientarán en cambiar la situación actual.

Una representación cognitiva de un estado futuro deseable al que el individuo quiere aproximarse o evitar no sería una meta, sino simplemente un deseo. Solo cuando el organismo se compromete con alguna acción con respecto al estado futuro deseable que tiene representado cognitivamente, se hablará de que se ha adoptado una meta.

El grado de compromiso puede variar considerablemente, tanto si se considera una única meta en diferentes momentos del proceso, como entre las diferentes metas que tiene la persona. La intensidad del compromiso influye en el nivel de esfuerzo y persistencia en el proceso de perseguir la meta.

Las metas tienen un componente cognitivo, que se refiere a la representación mental de la misma. También tienen un componente conductual, que se refiere a los planes de acción que se asocian con la meta. Estos planes de conducta incluyen la representación de los pasos necesarios para alcanzar la meta, así como las valoraciones de la capacidad propia para desempeñar estas actividades.

Además, las metas también tienen un componente afectivo que se refiere a que las metas se asocian con estados emocionales, de tal forma que se aspira a conseguir objetos asociados con el placer y a evitar los que se asocian con el dolor.

El poder motivacional de las metas surge de su asociación con las emociones. Prácticamente todo puede convertirse en una meta en virtud de su asociación con las emociones. Además, las emociones no solo impulsan la conducta dirigida a meta, sino que también se derivan del logro de las mismas.

En las relaciones entre metas y conductas, hay que tener en cuenta que la misma meta puede alcanzarse mediante diferentes actividades o planes (equipotencialidad) y que diferentes metas pueden producir la misma conducta (equifinalidad).

Organización del sistema de metas

La conceptualización dominante en relación a la organización de las metas es que éstas se organizan de acuerdo con un modelo jerárquico en el que existen metas supraordenadas y subordinadas.

Ejemplo: un estudiante universitario puede tener la meta de superar con éxito un examen próximo. Una meta de de orden superior sería aprobar todo el curso. Una meta aún más amplia conseguir el título universitario… estas serían metas de orden superior (supraordenadas). La meta original de aprobar con éxito un examen próximo tendrá también por debajo otras metas de orden inferior (subordinadas) como leer el libro de texto, hacer resúmenes de los temas…

La jerarquía implica que las metas abstractas, de alto nivel, se persiguen mediante metas o actividades de nivel bajo.

Las relaciones entre las metas y otros constructos motivacionales también son jerárquicas. Las metas, como representaciones cognitivas de resultados posibles, permitirían la canalización y guía de las tendencias motivacionales generales hacia fines específicos.

Las necesidades y motivos estarían en un nivel de jerarquía más elevado y aportarían energía a la conducta, mientras que las metas, que estarían en un nivel de la jerarquía más bajo, dirigirían esta energía de una forma flexible.

Una misma necesidad o motivo puede lograrse con diferentes metas y diferentes necesidades o motivos pueden asociarse con la misma meta.

Dimensiones de las metas

Las dimensiones hacen referencia a los parámetros en los que las metas pueden varias. Estas dimensiones son muy numerosas, las más estudiadas son: importancia-compromiso, nivel de dificultad, nivel de especificidad-abstracción, rango temporal, nivel de conciencia, nivel de conectividad-complejidad y nivel de conflicto-ambivalencia. Estas dimensiones son interdependientes influyéndose mutuamente unas a otras.

1. La importancia de la meta se deriva del valor o relevancia que tiene ésta para la persona. Una consecuencia es que las metas más importantes se priorizan sobre otras menos importantes.

La importancia está ligada con el compromiso, que se define como cuánto un individuo está dispuesto a esforzarse para lograr una meta en concreto (la persistencia para lograr la meta).

La importancia de la meta determina el compromiso, puesto que las personas desarrollan y mantienen el compromiso en las metas que son importantes para ellas. Tanto la importancia como el compromiso están en parte determinados por la percepción de posibilidad de logro.

2. La posibilidad de logro se refiere al nivel de dificultad, pero no al que se define objetivamente, sino al percibido por el individuo. Esta percepción de dificultad estará determinada por la percepción de autoeficacia del individuo.

El nivel de dificultad influye en el plan de acción de tal forma que en las metas fáciles la inversión de esfuerzo puede ser suficiente para lograr la meta, pero en las difíciles es necesario planificar y desarrollar diferentes estrategias.

3. Las metas difieren en su grado de especificidad, o grado en que se concretan los criterios exactos que deben ser conseguidos. Las metas más abstractas son más difíciles pues son menos claras, por ello las metas más específicas se asocian con mejor rendimiento.

Ejemplo: la meta “leer 10 páginas al día del libro de texto” sería una meta con alto grado de especificidad (o bajo de abstracción), mientras que la meta “conseguir ser una persona organizada” tendría un bajo grado de especificidad (o alto de abstracción).

4. El rango temporal en las metas es una dimensión importante, puesto que éstas implican siempre una orientación al futuro. Algunas metas duran toda la vida (conseguir ser mejor persona) mientras que otras solo duran unos segundos (correr 100 metros). Las metas más específicas suelen proyectarse por menos tiempo, mientras que las más abstractas implican mayor tiempo.

Las metas próximas o la combinación de metas lejanas y próximas generalmente aumentan más la motivación que las metas lejanas solas.

5. Con respecto al nivel de conciencia, se mantiene que mientras los motivos, como los de logro, intimidad y poder, estarían por debajo de la conciencia, las metas serían conscientes.

Aunque las metas sean conscientes se pueden activar de forma automática o inconsciente. Las metas se consideran como conscientes, siendo el tema clave el de la disponibilidad y accesibilidad en la memoria. Puede haber muchas metas, pero solo activarse unas pocas en función de su disponibilidad o accesibilidad.

El entender las metas como conscientes permite que se diferencien más de otros conceptos motivacionales como necesidades y motivos ya que éstos se originarían por tendencias inherentes o por procesos de aprendizaje afectivo inconscientes.

6. Por lo que respecta al nivel de conectividad-complejidad se refiere tanto al grado de interdependencia entre las metas, como al nivel de integración o cantidad de planes que se asocian con las metas. Las metas complejas son las que pueden lograrse de diferentes formas. Cuanto más vinculada esté una meta con las demás, se la considera más compleja, y también tendrá mayor accesibilidad que aquellas que tienen pocas conexiones. Las metas más conectadas o complejas tienen también más posibilidades de conflicto.

7. El conflicto es inherente al sistema de metas, puesto que las personas siempre tienen muchas metas. El conflicto ocurre cuando la persecución de una meta interfiere la de otra, y puede darse tanto entre metas triviales (comer en un restaurante chino o en un italiano) como entre metas trascendentes (tener o no un hijo). El conflicto interfiere la consecución de las metas, puesto que las personas con conflicto dedican más tiempo a rumiar sobre sus metas que a trabajar para conseguirlas.

El conflicto incluye 2 procesos:

  • La ambivalencia sobre el logro de una meta en particular que se define como experimentar simultáneos o rápidos cambios de sentimientos positivos y negativos hacia el mismo objeto o actividad. La ambivalencia puede ser vista como un conflicto entre aproximación y evitación.

  • La interferencia entre metas.

Si se tiene en cuenta el carácter jerárquico de la organización de las metas, los conflictos solo deberían ocurrir a nivel horizontal (entre metas del mismo nivel) sin embargo, en la práctica esto no es necesariamente así. Los conflictos se suelen resolver de acuerdo a las prioridades o por cambios de importancia.

Metas y bienestar

Todo lo relacionado con el funcionamiento del sistema de metas tiene consecuencias emocionales. Se ha encontrado que la percepción de progreso hacia la meta se asocia con sentimientos positivos, mientras que el alejamiento se relaciona con sentimientos negativos.

En relación al contenido de las metas, se ha encontrado que las que más se asocian con el bienestar son las metas de intimidad, mientras que las de poder o logro pueden tener una asociación inversa con el bienestar.

La capacidad para implicarse en relaciones cercanas íntimas es una de las claves de la madurez psicosocial y el crecimiento psicológico. El hecho de que las metas de logro se relacionen inversamente con el bienestar podría ser debido a que el perseguir este tipo de metas podría interferir el logro de metas más interdependientes.

La dimensión de especificidad también se asocia con el bienestar, de tal forma que las metas con un nivel de especificación bajo se asocian con mayor malestar psicológico, sobre todo ansiedad y depresión, mientras que las metas con un nivel de especificación alto se asocian con bienestar psicológico.

Cuanto mayor es el nivel de diferenciación se presenta mayor reactividad afectiva (estados afectivos extremos) y en general, menores niveles de bienestar.

El conflicto entre metas y la ambivalencia se asocian con menor bienestar psicológico y peor salud física. La ambivalencia relativa a la expresión emocional es especialmente dañina y se ha sugerido que esta relación estaría mediada por la reducción del apoyo social.

El ajuste de las metas a lo que socialmente se espera también afecta al bienestar, en el sentido de que las metas son más estresantes cuando no se ajustan a lo esperado socialmente, tanto en lo relativo a la etapa de la vida en que se persiguen como al propio contenido de la meta.

Se ha encontrado que perseguir metas de evitación se relaciona inversamente con satisfacción vital y experiencia de emociones positivas y directamente con síntomas físicos.

Se postula que esta relación entre metas de evitación y malestar puede estar mediada por toda una serie de procesos focalizados en diferentes aspectos negativos como:

  • percepción (valoración de la información como amenazante)

  • atención (incremento de sensibilidad y vigilancia a la información negativa)

  • memoria (búsqueda sesgada y recuerdo de información negativa)

  • emoción (ansiedad y preocupación)

  • volitivo (sentimiento de estar forzado u obligado a realizar esfuerzo)

  • conductual (escapar de la situación relevante para la meta)

Además las metas de evitación implican apartarse de algo, por lo que no permiten obtener de forma clara los indicios de progreso hacia la meta. La aproximación a algo puede realizarse a través de una única ruta, mientras que la evitación de algo requiere que todas las rutas posibles sean identificadas y bloqueadas.

Las metas de evitación que más deterioran el bienestar subjetivo son las que se focalizan en el alejamiento de algo negativo que está presente en la situación actual.

Se ha encontrado que la edad, el miedo al fracaso, la baja autoestima o la falta de habilidades de autorregulación mantienen una relación positiva con la persecución de metas de evitación.

Algunas teorías de metas

Algunas de las teorías actuales de metas más importantes se centran en las denominadas:

  • Aspiraciones personales: Una aspiración personal se define como lo que un individuo típicamente está intentando hacer. Ejemplo: conseguir conocer nueva gente, dar una buena impresión, evitar conflictos con la gente…

  • Proyectos personales: Un proyecto personal es una secuencia interrelacionada de acciones personalmente relevantes que tienen como finalidad la consecución de una meta personal. Pueden variar desde persecuciones triviales de un día cualquiera (hacer la comida) a propósitos trascendentes (conseguir la justicia en el mundo).

  • Tareas vitales: Una tarea vital se refiere a la traducción que el individuo hace de las metas en tareas específicas (acabar los estudios).

Estas propuestas tienen semejanzas ⇒ un aspecto relevante que comparten es que (a diferencia de los motivos, que representan dimensiones de carácter disposicional de diferenciación individual), estas unidades son propias de cada individuo o lo que es lo mismo idiográficas, tanto en sí mismas, como en la forma en que se expresan y se persiguen. Estas unidades también tienen en común su naturaleza dinámica y contingente, se pueden conseguir, abandonar o reconsiderar.

Estas propuestas también tienen diferencias ⇒ algunas se regulan principalmente por factores internos, mientras que en otras son los factores externos los más determinantes. En las aspiraciones personales la regulación interna tiene un peso más importante, mientras que en las tareas vitales tienen mayor importancia los factores externos. Los proyectos personales estarían en un punto medio, aunque también se destaca que están influidos por el contexto.

Las aspiraciones personales constituyen categorías más amplias y abstractas que se traducen en metas típicas que la persona tiene en diferentes situaciones. Son patrones coherentes y recurrentes de persecución de metas, que se pueden agrupar por su contenido en categorías temáticas.

Se podría decir que organizan e integran las metas del individuo ya que se pueden conceptuar como unidades abstractas y supraordenadas que incluyen metas subordinadas funcionalmente equivalentes. Ejemplo: la aspiración “querer ser una persona más atractiva físicamente incluye diversas metas como hacer ejercicio, mejorar el vestuario, comer sano o cuidar el pelo. Así una aspiración personal se puede satisfacer mediante diferentes metas.

Una aspiración personal es, por tanto, un constructo unificado que incluye diferentes metas con un tema en común. No se refieren a una meta particular, sino a una cualidad abstracta que se puede lograr de diversas formas.

Las aspiraciones personales pueden tener una terminación, pero no suele ser lo más frecuente. Ejemplo: la aspiración consistente en “ver el lado positivo de las situaciones difíciles” no suele terminar con su consecución en una situación.

Las tareas vitales destacan las influencias de la cultura, la sociedad y otras fuentes sistemáticas como la edad. Existen tareas que se persiguen en determinadas etapas del desarrollo en ciertas culturas que son diferentes a las que se intentan conseguir en otros periodos y contextos específicos. Ejemplo: hacer amigos y aprobar, son tareas relacionadas con la adolescencia, mientras que formar una familia lo es de la edad adulta.

Son más sobresalientes en las transiciones (como cuando se acaban los estudios, o uno forma una familia), son menos útiles para describir diferencias individuales y suelen tener una terminación definitiva, como cuando se persigue conseguir terminar los estudios.

Según Cantor las metas predominantes son estructuras más estables de la personalidad, sin embargo, que sean estables no significa que necesariamente se tengan que expresar en patrones estables de conducta. Si las circunstancias cambian, las metas se pueden perseguir con diferentes estrategias.

Ejemplo: la meta de desarrollar intimidad requiere estrategias diferentes en los estudiantes jóvenes que en los adultos divorciados.

Aunque los contextos socioculturales prescriben la persecución de ciertas tareas, las personas son flexibles en cómo se aproximan a ellas en línea con sus necesidades y metas distintivas. Las tareas vitales se persiguen a través de estrategias que se usan discriminativamente en función del contexto.

Estrategia del pesimismo: se refiere a una estrategia cognitiva consistente en mantener bajas expectativas para un rendimiento próximo, aunque en el pasado se haya obtenido un buen rendimiento en situaciones similares. Estas expectativas negativas actuarían amortiguando el golpe de un potencial fracaso.

Pesimismo defensivo: es una estrategia para prepararse para los sucesos estresantes o negativos y además se entiende como específico de la situación y relativamente cambiable.

El pesimismo defensivo se asocia con buen rendimiento: mientras que los optimistas consiguen un rendimiento óptimo focalizándose en pensamientos relacionados con la tarea, lo que hacen los pesimistas defensivos es repasar mentalmente lo que les puede ocurrir (problemas que puedan encontrar) y en función de esto, trabajan duro de cara al rendimiento próximo.

Estas personas a pesar de tener expectativas negativas no usan el afrontamiento evitativo, sino que emplean estrategias dirigidas directamente a solucionar el problema.

Los pesimistas defensivos tienen alta ansiedad, pero la estrategia de bajada de expectativas parece ayudarles a ganar sensación de control y seguir esforzándose cuando se sienten ansiosos. Lo que hacen es defenderse del impacto negativo del fracaso bajando sus expectativas, lo que les permite controlar la ansiedad y trabajar para conseguir la meta propuesta. Las estrategias son flexibles y dependen del contexto y dominio.

Una característica esencial de las unidades es que son idiográficas, sin embargo permiten un análisis nomotético cuando se analizan sus dimensiones.

Teorías implícitas como organizadoras de las metas y la conducta

Teorías implícitas sobre los atributos propios

En relación a las teorías implícitas o auto-teorías, distinguen 2 que versan sobre la posibilidad de cambio de los diferentes atributos propios como inteligencia, personalidad o carácter moral: Algunas personas creen que los atributos personales se poseen en una cantidad que es fija y no se pueden cambiar (poseen una teoría implícita de entidad) mientras que otras personas consideran que los atributos pueden cambiarse, tienen una teoría implícita incremental.

Se ha encontrado que ambos tipos de teorías son igual de frecuente con un 40% de personas con una teoría de entidad, otro 40% de personas con una teoría incremental y un 20% indeciso.

Aunque estas teorías implícitas son relativamente estables y pueden considerarse como variables de diferenciación individual, los estudios han mostrado que como creencias que son, están sujetas a influencias y pueden cambiar.

Las personas pueden mostrar diferentes teorías en dominios distintos y así, por ejemplo, creer que la inteligencia se puede cambiar, pero que la personalidad es fija. Además, dentro de un mismo dominio, puede haber creencias diferentes, pudiéndose pensar que la aptitud verbal es maleable pero que la aptitud numérica es algo fijo.

Efecto de las teorías implícitas sobre las metas y la conducta

Dweck sugiere que estas teorías implícitas sobre los atributos propios actúan como un marco conceptual de referencia y por lo tanto guían la elección de determinadas metas.

Las teorías de entidad orientan a metas de juicio que son aquellas que pretenden validar el atributo (inteligencia, personalidad, atractivo físico…) mediante la obtención de juicios positivos y la evitación de los negativos.

Las teorías incrementales orientan a metas de desarrollo que son las que persiguen desarrollar el atributo, y por lo tanto lo que buscan es adquirir nuevas capacidades, o desarrollar el conocimiento.

En el dominio del logro ⇒ a las metas de juicio se las denomina metas de rendimiento que tienen como objetivo conseguir juicios favorables y evitar los desfavorables sobre la propia competencia. A las metas de desarrollo se las llama metas de aprendizaje que tienen como objetivo buscar el desarrollo de la propia competencia.

Las personas con metas de rendimiento prestan particular atención a aspectos como el feedback del profesor o el rendimiento de los compañeros, que les permiten evaluar su propia capacidad. Creen que la inteligencia es algo fijo, se aproximan a la situación con el objetivo de validar su capacidad, lo que les lleva a considerar su rendimiento como una medida del nivel de la misma.

El fracaso lo interpretan como indicativo de baja capacidad. Perciben el fracaso como índice de su baja competencia, responden al mismo con un patrón de indefensión.

El patrón de indefensión incluye: expresiones espontáneas de los estudiantes sobre su baja capacidad y expectativas negativas sobre su rendimiento futuro, así como afecto negativo (como sentimientos de malestar y culpa) y deterioro de las estrategias de solución de problemas.

Las personas con metas de aprendizaje prestan mayor atención a los aspectos de la situación que les permiten mejorar sus habilidades, como instrucciones o pistas.

Ven el fracaso como información útil para aprender sobre la efectividad de la estrategia que se ha empleado y como una oportunidad de mejorar en el futuro.

Ven el fracaso como una oportunidad de mejorar de cara al futuro, responden a éste con un patrón orientado a la maestría o dominio.

El patrón de dominio incluye expresiones espontáneas sobre pensamientos constructivos y expectativas positivas sobre su rendimiento futuro, afecto positivo (sentimientos de determinación y entusiasmo) e incremento en la generación y uso de diferentes estrategias para afrontar la situación.

El patrón orientado a la maestría o dominio se asocia con mayor rendimiento académico debido fundamentalmente al uso de estrategias más efectivas.

Se han encontrado patrones de respuesta similares a los de indefensión y maestría en otros dominios diferentes al logro, como el de las relaciones sociales, las relaciones íntimas o los deportes.

Ejemplo: ante contratiempos sociales como el rechazo ⇒ las personas con metas de juicio en este dominio presentaban un patrón de respuesta caracterizado por disminución del esfuerzo, evitación de encuentros sociales y culpa por la falta de habilidad social. Las personas con metas de desarrollo respondían con incremento del esfuerzo y persistencia (intentos continuos de superar el rechazo) y no sentían culpa (dado que atribuían el fracaso a causas inestables, como el estado de ánimo de la otra persona o a un malentendido).

Para entender la forma en que las metas guían la conducta, hay que tener en cuenta las relaciones jerárquicas entre las metas y que la predicción de la conducta es mejor tomando como referencia lo que la persona está intentando lograr finalmente.

Ejemplo: en una persona que quiera aumentar sus conocimientos sobre arte para impresionar a la pareja, la meta de desarrollo (incrementar el conocimiento) está al servicio de otra meta de juicio (ser valorado positivamente por la pareja) por lo que para predecir el patrón de comportamiento será mejor tomar el fin último que es en este caso la meta de juicio.

Las teorías implícitas pueden ser diferentes en los distintos dominios por lo que el patrón de afrontamiento del fracaso puede variar en función de estos.

El comportamiento puede cambiar de una situación a otra, porque las metas, además de activarse como constructos crónicamente accesibles que son, también se activan por factores situacionales.

Teoría de la autodeterminación

Ryan y Deci autores de la teoría de la autodeterminación (TAD) en la que la motivación intrínseca juega un rol fundamental, pero en la que también se incluyen sus relaciones con otros factores como las necesidades psicológicas básicas.

La TAD es una aproximación a la personalidad y motivación humanas que parte de un marco de referencia metateórico organísmico en el que se resalta el carácter activo del individuo y su tendencia inherente al desarrollo y la autorregulación.

La TAD se centra en la diferenciación de tipos de motivación, pues defiende que el tipo de motivación es más importante que la intensidad de la misma a la hora de predecir importantes resultados como el rendimiento, la salud o el bienestar.

Motivación intrínseca y extrínseca

Motivación intrínseca: se expresa cuando se realiza una actividad porque en sí misma es interesante y satisfactoria.

Motivación extrínseca: implica la realización de actividades porque son instrumentales para conseguir algo, normalmente, obtener un premio o evitar un castigo.

Los estudios iniciales encontraron que los participantes que recibían recompensas por realizar una actividad, mostraban después menor motivación intrínseca, reflejada en una menor preferencia por realizar la actividad y un menor interés en la misma, que los participantes que no habían recibido el premio.

Este hecho es muy controvertido porque contradice el postulado fundamental del conductismo operante.

Los premios externos hacen disminuir la motivación intrínseca porque: cuando las personas hacen actividades para conseguir premios tangibles su conducta llega a ser dependiente de esos premios y por lo tanto la conducta que en principio se percibía como causada por factores internos, se llega a percibir como causada por los factores externos. Las personas se sienten controladas externamente y su necesidad de autonomía se ve frustrada.

Un concepto clave en la teoría es la necesidad de autonomía o autodeterminación.

La teoría postula que es el aspecto controlador del evento externo (premio) lo que se hace sobresaliente para las personas y lo que hace que se inicie el cambio desde una percepción de causalidad interna a una externa y por lo tanto que disminuya la motivación intrínseca.

Otros estudios posteriores mostraron que no todos los eventos externos hacían disminuir la motivación intrínseca, por ejemplo el feedback positivo aumentaba.

Los autores concluyen que todo aquello que afirme la necesidad o sentido de competencia (además del de autonomía) hace que se incremente la motivación intrínseca. Otra de las necesidades psicológicas consideradas básicas por la teoría es la necesidad de competencia.

La motivación intrínseca disminuye cuando: se da tiempo límite, se imponen metas. Se somete a vigilancia o existe competición o juicios de evaluación. Todos estos eventos tienen un efecto negativo en la motivación intrínseca porque disminuyen el sentido de autonomía.

Cuando se ofrece la posibilidad de escoger entre actividades o cómo llevarlas a cabo, aumenta la motivación intrínseca dado que promueve la percepción de causalidad interna y por lo tanto, satisface la necesidad de autonomía.

El feedback positivo puede disminuir la motivación intrínseca si se expresa mediante un lenguaje controlador (por ejemplo “bien, hiciste lo que debías) porque promueve que las personas no se sientan responsables de su rendimiento, no se sientan autónomas.

También se ha encontrado que los premios que se ofrecen de una forma en que se apoya el sentido de autonomía no disminuyen la motivación intrínseca.

Además de la competencia y la autonomía, el grado de seguridad en las relaciones también afecta la expresión de la motivación intrínseca. En la infancia, la motivación intrínseca toma la forma de conducta exploratoria, que se ha comprobado que se ve favorecida cuando el niño tiene un apego seguro con su cuidador.

La TAD considera que algo similar ocurre también en la vida adulta, pues mantiene que es más probable que la motivación intrínseca aparezca en contextos caracterizados por la seguridad en las relaciones. Para que la motivación intrínseca pueda tener lugar en un momento dado, se requiere una base relacional segura.

Resumen: la TAD mantiene que todo aquello que apoye la competencia (feedback positivo o retos óptimos), la autonomía o autodeterminación (posibilidad de elegir y ausencia de controles externos o premios) y las relaciones (la seguridad en las relaciones) tiene un efecto positivo en la motivación intrínseca. Las actividades motivadas intrínsecamente se consideran una expresión de la tendencia innata del organismo a actualizar su funcionamiento y autorregularse.

Necesidades psicológicas básicas

Ryan y Deci postulan la existencia de 3 necesidades psicológicas básicas:

  • Necesidad de autonomía: hace referencia a sentirse el actor u origen de la conducta propia. Lo opuesto a la autonomía no es la dependencia, sino la heteronomía que implica sentirse controlado por fuerzas externas o internas, pero que son ajenas al propio yo.

  • Necesidad de competencia: se refiere a sentir que las acciones propias son efectiva, es decir, a experimentar oportunidades para ejercer, incrementar y expresar la capacidad propia.

  • Necesidad de relacionarse: se refiere a sentirse conectado con los demás y tener un sentido de pertenencia a la comunidad. Implica considerarse significativo para los demás, lo que se manifiesta tanto en da como recibir cuidado o apoyo.

Estas necesidades básicas deben ser satisfechas para que la persona logre un funcionamiento efectivo y bienestar psicológico.

Ryan y Deci entienden las necesidades como “nutrientes” que son esenciales para el desarrollo y bienestar del organismo y se centran en el grado en que son satisfechas o frustradas más que en la intensidad de las mismas.

Estos autores mantienen que además de ser básicas, las necesidades son universales, es decir, se presentan en todas las personas.

Las necesidades pueden expresarse de forma diferente y las maneras de satisfacerlas pueden diferir en las distintas sociedades y etapas de la vida.

La teoría considera que la satisfacción de las necesidades no es un rasgo del individuo, pues las personas pueden cambiar la forma en que satisfacen sus necesidades en función de los cambios ambientales y sus capacidades para encontrarlos satisfactorios.

La TAD defiende que como son necesarias para la salud y el desarrollo, no es imprescindible que las personas se den cuenta de ellas o que sean valoradas por la cultura de referencia, para que las personas intenten satisfacerlas.

La TAD considera que los seres humanos buscan satisfacer estas necesidades de forma innata, ya sea directa o indirectamente a través de necesidades sustitutas o actividades complementarias.

Ejemplo: las personas materialistas, que desean fuertemente riqueza y posesiones, son personas que por lo general han tenido déficits en la satisfacción de la necesidad de autonomía y de relacionarse en su desarrollo. La deprivación de las necesidades básicas llevaría a sentimientos de inseguridad que se tratarían de suplir con la adquisición excesiva de posesiones. Aunque la persona materialista se focalizaría en la adquisición de posesiones como una fuente de autoestima y valía, esta actividad no le aportaría bienestar porque no satisfaría la necesidad de autonomía y de relacionarse.

Proceso de internalización

Gran parte de la conducta humana no está motivada intrínsecamente. El desarrollo social implica la asimilación de conductas, valores y reglas que no son inherentemente satisfactorias, pero que son cruciales para la integración del individuo en su cultura.

La internalización es un proceso que ocurre durante el desarrollo, a través del cual los valores y conductas del ambiente externo pueden ser integrados en el self como propios. Mediante el proceso de internalización las actividades, en principios motivadas externamente, controladas desde fuera, pueden llegar a ser actividades que se realizan percibiéndolas como autónomas o internamente causadas.

El proceso de internalización se puede producir a diferentes niveles, de tal forma que según se incrementa, gradualmente se va pasando de la heteronomía a la autonomía y por lo tanto, de la regulación externa a la autorregulación. De igual forma se pasa de una atribución externa a una interna.

Los distintos niveles en el continuo externalización-internalización serían los siguientes:

  • Regulación externa: ocurre cuando no se produce el proceso de internalización y por lo tanto la persona actúa por contingencias externas, como conseguir premios o evitar castigos (motivación que estudia el conductismo operante). Es una motivación controlada desde fuera o regulada externamente. La regulación externa es una fuente muy poderosa de motivación pero no refleja los intereses y valores de la persona.

  • Regulación introyectada: es una internalización de carácter parcial, por lo que la persona percibe todavía las actividades como ajenas a su yo, no las acepta totalmente, pero cree que es su deber realizarlas. Es una motivación más controlada que autónoma. La persona actúa para evitar la culpa, afirmar su valía o recibir aprobación de los demás.

  • Regulación identificada: aunque es una internalización más profunda que la anterior no llega a ser total. Es una motivación más autónoma que controlada, aunque no totalmente autónoma. La persona acepta y valora la actividad, pero a pesar de su relativa autonomía, la actividad no está todavía integrada con los demás aspectos de la experiencia personal.

  • Regulación integrada: la internalización es total, y por tanto, la motivación es totalmente autónoma o autorregulada. La actividad además de ser valorada, se la considera totalmente congruente con las metas y valores propios.

La regulación integrada y la motivación intrínseca son idénticas en cuanto a su grado de autonomía. Sin embargo, la regulación integrada se considera motivación extrínseca porque la actividad se hace para conseguir un resultado separable, mientas que la actividad regulada por motivación intrínseca se realiza por la satisfacción inherente a la propia actividad.

La TAD asume que las personas tienden de forma natural a internalizar valores y conductas mostrados por otras personas del entorno que son importantes para ellas, con las que están, o desean estar, conectadas. El proceso de internalización podrá culminar en la integración solo en la medida que las personas consigan satisfacer sus necesidades básicas.

Los ambientes que apoyen las necesidades psicológicas llevarán a las personas a aceptar sus valores y por lo tanto a internalizarlos de forma integrada, pero los que no las satisfagan solo conseguirán que se internalicen como mucho de forma introyectada. El proceso de internalización está determinado por la satisfacción de las necesidades psicológicas básicas.

Hay 3 factores que facilitan la internalización de la motivación extrínseca:

  • aportar razones para la realización de la actividad

  • reconocer los sentimientos en relación con la actividad

  • dar la opción de elegir la actividad

No todas las culturas o estructuras económicas son igual de buenas para los humanos y la teoría predice que los miembros de culturas que satisfacen mejor las necesidades mostrarán mayor bienestar que aquellos que pertenecen a culturas que no las satisfacen.

Efectos de la motivación autónoma

Los estudios han mostrado que la motivación autónoma, categoría dentro de la cual los autores incluyen la motivación intrínseca y los 2 tipos más internalizados de motivación extrínseca, es decir, la identificada y la integrada se asocian con diferentes índices de rendimiento, salud y bienestar.

Se ha mostrado que individuos más autónomos en su motivación hacia el ambiente se implicaban en más conductas proambientales y que los trabajadores que percibían que su supervisor apoyaba su necesidad de autonomía, se implicaban más en el trabajo e informaban de mayor bienestar.

Metas intrínsecas y extrínsecas

Se distinguen 2 tipos de metas en función de su contenido:

  • metas extrínsecas: se centran en la consecución de posesiones o dinero, el reconocimiento social y la apariencia externa. Se persiguen como un medio para conseguir algún resultado, Pueden ser instrumentales para la satisfacción de las necesidades básicas, pero no las satisfacen de forma directa, puesto que requieren del juicio externo y por lo tanto no aportan satisfacción por sí mismas.

  • metas intrínsecas: se focalizan en el crecimiento personal, las relaciones personales, la implicación en la comunidad y la salud física. Recogen la tendencia inherente al crecimiento y la autoactualización de los humanos y por ello conducen a la satisfacción directa de las necesidades psicológicas básicas de autonomía, competencia y relaciones.

Ryan y Deci defienden que el tipo de metas que se persiguen depende del grado en que las necesidades básicas se satisfacen o frustran. Ejemplo: cuando una necesidad ha sido frustrada, las personas tenderán a adoptar metas extrínsecas que les proporcionarán indicadores externos de la valía, en vez de internos. Las metas extrínsecas aportarían muy poca satisfacción o una satisfacción indirecta, pero se persiguen porque son compensatorias. El hecho de que se persigan metas extrínsecas limita la adopción de las metas intrínsecas y por lo tanto, se dificulta la consecución del bienestar.

Las metas extrínsecas son significativamente menos autónomas que las intrínsecas. El énfasis en las metas intrínsecas, en relación a las extrínsecas se asocia con mayor rendimiento y bienestar así como mejor salud.

Dar más importancia o valorar más las metas extrínsecas que las intrínsecas se asocia inversamente con bienestar y directamente con malestar.

El efecto de las metas extrínsecas sobre el malestar se mantiene independientemente del grado en que las personas presenten una regulación controlada.

La asociación entre la valoración de las metas intrínsecas y el bienestar está mediada por la satisfacción de las necesidades psicológicas básicas.

La asociación con el bienestar ocurre tanto por valorar las metas intrínsecas, como por el logro de las mismas. El grado en que las personas valoran sus metas se relaciona con el logro de las mismas un año después, tanto si estas metas son intrínsecas como extrínsecas.

Se puede concluir que el logro de las metas intrínsecas se relaciona positivamente con salud psicológica, mientras que el logro de metas extrínsecas no se asocia con la salud psicológica, pero sí se asocia directamente con el malestar.

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