El conocimiento y la visión que una persona tiene sobre sí misma se puede obtener a través de dos vías: introspección y autopercepción.
La introspección es un proceso mediante el que reflexionamos sobre nuestros pensamientos y estados psicológicos, y es una de las vías que permiten llegar al conocimiento del yo.
La teoría de la autopercepción sugiere que inferimos cómo somos y elaboramos un concepto del yo observando nuestro comportamiento del mismo modo que nos formamos una imagen de otras personas viendo cómo actúan.
Ésta teoría predice que las motivaciones extrínsecas gradualmente van ahogando las motivaciones intrínsecas.
Por tanto según la teoría de la autopercepción, cuando una conducta no se realiza libremente es decir, cuando no existe una motivación intrínseca para actuar así, no se podrá inferir que haya una característica personal que la motive, y no influirá en el autoconcepto.
Comparación social
Uno de los supuestos básicos de la teoría de la comparación social, desarrollada por Leon Festinger (1954), es que nos evaluamos en una serie de características y atributos tomando como base las características de los demás, y este proceso contribuye a la autopercepción del ser humano.
El yo espejo
Fenómeno que consiste en vernos a través de los ojos de los demás como si nos estuviéramos mirando en un espejo. Según el yo espejo, las personas construyen un autoconcepto congruente con la forma en la que las ven los demás (apariencia, comportamientos, metas, deseos, características…).
George Mead propuso que, además, las personas se sienten afectadas por lo que piensan los grupos en general.
Shrauger y Schoeneman concluyeron que las personas no tendemos a vernos tal como nos ven los demás, sino como pensamos que nos ven.