La cultura regula el uso de la agresión en las relaciones interpersonales y sociales. También contribuye a la presencia de la agresión.
La dignidad e identidad de las personas, es otro producto de la vida cultural, cuya amenaza, muchas veces promueve respuestas agresivas por parte de los individuos o grupos afectados.
El nacionalismo extremo, los conflictos religiosos o la influencia de los medios de comunicación, serían impensables sin la existencia de la cultura.
Existen diferencias culturales en el grado de aceptación de la conducta agresiva.
Aunque ninguna cultura fomenta directamente el comportamiento agresivo, el hecho de tolerarlo o justificarlo hace que deje de actuar como freno a la tendencia natural del ser humano a la agresión.